Gripe y COVID-19: resolvemos las dudas de las vacunas otoñales

Estornudos, toses, congestión, dolores de cabeza, mal cuerpo… ¿te suenan? El otoño siempre ha traído la campaña de vacunación de la gripe, si bien desde 2021 a la inoculación de esta se ha sumado la de la COVID-19. En algunos rangos de edad, ambas vacunas se inyectan el mismo día y las dudas sobrevuelan las consultas. ¿Cuál me pongo? ¿Son compatibles? ¿Me pasará algo si me las ponen a la vez? Salvador Iborra, inmunólogo de la Universidad Complutense de Madrid disipa algunas de estas incertidumbres.

 

Los inviernos secos favorecen la transmisión del virus de la gripe. / Shutterstock.

Los inviernos secos favorecen la transmisión del virus de la gripe. / Shutterstock.

26 de octubre de 2022.

¿Nos espera un invierno muy gripal? 

Un factor que determina la mayor o menor transmisibilidad del virus de la gripe es la humedad ambiental. Los inviernos secos favorecen la transmisión del virus, y parece que los inviernos en muchas regiones de nuestro país cada vez son más secos.

Por otro lado, existe una hipótesis denominada “deuda inmunitaria”, que sugeriría que, debido al uso de mascarillas y a las medidas de distanciamiento social durante la pandemia de la COVID-19, hemos estado menos expuestos a patógenos respiratorios. Al eliminar la obligatoriedad de las mascarillas, esta “deuda inmunitaria” favorecería la dispersión del virus. En las dos últimas temporadas, la circulación del virus ha sido inusual y constante. Esto podría causar una disminución en nuestra inmunidad frente a la gripe, y la no adquisición de dicha inmunidad en menores, que no habrían estado expuestos.

En su último informe, el Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SIVIRA) del Instituto de Salud Carlos III señala un aumento en la incidencia de gripe en Atención Primaria, principalmente en menores de 15 años.

Vacuna de la gripe: qué hace y para quién es eficaz

La gripe es una enfermedad altamente contagiosa que afecta principalmente al sistema respiratorio, produciendo además una serie de síntomas característicos (fiebre, dolor muscular y articular, etc.). La mayoría de las personas se recuperan de estos síntomas en el plazo de una semana sin necesidad de atención médica.

Lamentablemente, en aquellas personas en grupos de alto riesgo: mayores de 65, menores de 65 con factores de riesgo (patologías crónicas respiratorias, cardiovasculares, diabetes y obesidad mórbida, etc.) o mujeres embarazadas, la gripe puede causar enfermedad grave (neumonía bacteriana secundaria), empeoramiento de patologías inflamatorias crónicas e incluso muerte. Para todas estas personas vulnerables, para las que cuidan de ellas  y para aquellas que llevan a cabo servicios públicos esenciales, es recomendable la vacunación.

No obstante, la vacuna es apta para cualquier persona mayor de 6 meses, salvo para aquellas que experimentasen reacciones alérgicas en anteriores campañas, o aquellas que presenten síntomas compatibles con la enfermedad.

Al igual que con las vacunas contra la COVID-19, la vacunación contra la gripe no suele evitar la infección, pero reduce el riesgo de enfermedad grave, hospitalizaciones e incluso de muerte. Aunque muchas de las personas que se vacunan contra la gripe pueden enfermar tras la infección (hasta un 50%), la vacuna sigue siendo la medida más adecuada para prevenir esta enfermedad. Los planes de vacunación varían dependiendo de cada comunidad autónoma.

El virus influenza causante de la gripe suele reaparecer en brotes u olas estacionales, normalmente desde mediados del otoño hasta el final del invierno, asociadas a una mayor permanencia en espacios interiores mal ventilados. Una de las características del virus influenza (sobre todo del tipo A), es su alta capacidad para mutar, lo que ocasiona cambios en la composición de los antígenos de su superficie (hemaglutinina y neuraminidasa), lo que dificulta su reconocimiento por los anticuerpos que desarrollamos cada vez que nos infectamos, y que también pueden inducirse con la vacuna.

Cada año, expertos de los centros colaboradores y de los laboratorios reguladores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) analizan los datos de la vigilancia de virus generados por el Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe de la OMS. En base a estas observaciones (qué cepas del virus circulan), se recomienda la composición más adecuada para cada campaña anual de vacunación. El tipo de vacuna empleada se denomina tetravalente porque incluye virus inactivados o atenuados (no recomendados para ciertos grupos de alto riesgo) producidos en huevo o en cultivos celulares de dos variantes de gripe A (H1N1 y H3N2) y otras dos del linaje B.

Como cualquier otro medicamento, esta vacuna puede producir efectos adversos (enrojecimiento e inflamación en la zona donde se inyectó la vacuna, dolor de cabeza (baja intensidad), fiebre, dolores musculares o fatiga).

Cuarta dosis de COVID-19: grupos recomendados

La Comisión Europea ha autorizado la administración de vacunas bivalentes adaptadas a las nuevas variantes de ómicron circulantes. Estas vacunas contienen ARNm de la proteína Spike (espiga) de la cepa original (primera dosis) y de la variante BA.1 (Moderna) o de la variante BA.4/BA.5 (Pfizer). Estos tipos de vacuna ofrecen protección tanto frente a las variantes BA.1 y BA4/5 como frente a las variantes que circularon con anterioridad.

La autoridad sanitaria recomienda la administración de dosis de recuerdo frente a la covid-19 en el otoño-invierno a la población de 60 o más años de edad, a las personas internas en residencias de mayores, personal sanitario y sociosanitario y a aquellas con condiciones de riesgo, que no hayan sido vacunadas en los cincos meses anteriores, independientemente del número de dosis recibidas y del número de infecciones previas.

Vacunación conjunta, ¿tiene efectos adversos?

Se ha observado un efecto sinérgico entre el SARSCoV-2 y el virus de la gripe , que multiplica el riesgo de enfermedad grave y letal si se da una coinfección. Por este motivo, además de por razones logísticas obvias, se cree que es preferible administrar simultáneamente las vacunas frente a ambas infecciones, especialmente en los grupos de alto riesgo.

La experiencia de administración conjunta en la última campaña de vacunación fue favorable. Además, no hay evidencia científica que indique que la respuesta inmunitaria inducida por la administración conjunta sea inferior a la administración por separado. Tampoco parece que la administración conjunta aumente las reacciones adversas locales (inflamación, dolor en el sitio de inoculación) o sistémicas (fiebre, dolor de cabeza) asociadas. En definitiva, no es necesario elegir una.

 

Salvador Iborra, el autor de este texto, es investigador del Departamento de Inmunología, Oftalmología y ORL y miembro del grupo Inmunología Linfocitaria de la Universidad Complutense de Madrid.