¿Cuánta agua consume la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial es, sin duda, la revolución tecnológica más significativa de nuestro tiempo. Casi todos la utilizamos ya, de manera consciente o inconsciente, en multitud de quehaceres cotidianos, desde consultar un buscador de internet a programar el navegador del coche, puesto que nos permite simplificar tareas que, de otra manera, requerirían mayor tiempo y esfuerzo. Sin obviar sus riesgos, podríamos decir que la inteligencia artificial es una realidad beneficiosa, que conviene fomentar en la medida en que continúe facilitándonos la existencia. Sin embargo, en el contexto del Día Mundial del Medio Ambiente, es necesario analizar las implicaciones ambientales que tiene el uso de la inteligencia artificial, en particular sobre los recursos hídricos, que conviene conocer para llevar a cabo un uso tecnológico responsable.
El principal gasto de agua proviene de refrigerar los centros de datos que generan ingentes cantidades de calor. / Shutterstock.
5 de junio de 2025. El grueso del impacto ambiental de la inteligencia artificial tiene que ver con los grandes centros de datos, infraestructuras consistentes en la acumulación en uno o varios edificios de multitud de equipos informáticos con gran capacidad para procesar información. La inteligencia artificial depende de estas instalaciones para almacenar datos, entrenar a los algoritmos con arreglo a ellos y ejecutarlos con el objetivo que corresponda en cada caso, todo ello mientras el sistema se protege en tiempo real con las medidas de ciberseguridad más avanzadas.
Los centros de datos no nos son tan ajenos como pueda parecer. Multitud de aplicaciones que llevamos en el teléfono móvil echan mano de ellos sin que nos demos cuenta. Aunque solo hay unos pocos miles en todo el planeta, estos servidores consumen ya en torno al uno por ciento de la electricidad a nivel global, y suponen aproximadamente la misma proporción de nuestra huella de carbono.
En tiempos más recientes, se ha comenzado a hablar de su huella hídrica. El consumo de agua más importante de un centro de datos tiene que ver con la refrigeración, pues esta tiene lugar en tiempo real durante toda la vida útil de la infraestructura, que puede estimarse en décadas. La operación conjunta de los servidores informáticos genera ingentes cantidades de calor, que reduce la eficiencia de los equipos informáticos y acorta su vida útil, por lo que es necesario bajar la temperatura de las instalaciones mediante la evaporación de grandes volúmenes de agua.
Lo mismo puede decirse del proceso de generación de la energía eléctrica que los servidores necesitan para funcionar, pues la producción de energía en centrales térmicas y nucleares también se basa en el principio de evaporar agua para generar frío.
Un litro de agua por cada veinte respuestas de ChatGPT
Por falta de estudios específicos, resulta difícil establecer comparaciones con la huella hídrica de otros sectores, pero sí hay algunos precedentes en la literatura académica que invitan a pensar en un consumo importante de agua. No es extraño que la mayoría de estos estudios se refiera al entorno de Silicon Valley, en California, una región conocida tanto por su condición de centro referente en innovación tecnológica como por sus recurrentes problemas hídricos.
Por ejemplo, se estima que el entrenamiento de un modelo de lenguaje, como el archiconocido ChatGPT, consume millones de litros de agua en concepto de refrigeración. De la misma manera, por cada veintena de respuestas que esta aplicación proporciona a cualquier usuario, se consume un litro de agua. Para hacerse una idea de lo que esto significa, podemos entrar en ella y comenzar a hacer preguntas a la máquina. Seguro que en pocos minutos habremos consumido ese litro. No tenemos más que multiplicar los millones de consultas que se producen cada día por el consumo hídrico antes citado para hacernos una idea de la demanda de agua diaria que esto supone.
El consumo de la construcción del centro de datos
El otro gran bloque de consumo es el implícito en la construcción del propio centro de datos. Se estima, por ejemplo, que la producción de uno solo de los cientos de miles de chips informáticos que puede contener una instalación de estas características requiere, por término medio, unos ocho mil litros de agua, a los que hay que sumar la huella hídrica de los materiales utilizados en el proceso de fabricación.
Otros usos de agua habituales en un centro de datos incluyen las instalaciones de agua y saneamiento, necesarias para el día a día de los empleados, la limpieza y la calefacción, así como, en su caso, el riego de zonas ajardinadas.
¿Cómo se puede ahorrar agua?
Existen, por supuesto, estrategias de mitigación del consumo, como la optimización geográfica, que consiste en situar los servidores en climas húmedos, donde la disponibilidad de agua no constituye un problema y donde la generación de energía hidroeléctrica puede resultar barata y, en general, más aceptable desde el punto de vista ambiental. Asimismo, cabe dispersar las instalaciones para limitar la acumulación de calor.
Por último, podemos citar la posibilidad de mejorar la eficiencia hídrica de los sistemas, la regulación normativa, la limitación de actividades fraudulentas y la puesta en práctica de políticas de transparencia.
Parece deseable que la legislación contemple incentivos específicos para que las empresas reduzcan su consumo hídrico, de la misma manera que deben contemplarse multas o incrementos progresivos de costes en casos de abuso.
El desarrollo de estrategias de labelling o etiquetado puede contribuir también a estimular un uso responsable del agua por parte de las grandes compañías tecnológicas, de manera análoga a los sellos de respeto al medio ambiente que otras industrias utilizan como estrategia para atraer a clientes concienciados con la conservación del planeta.
Pedro Martínez Santos, el autor de este texto, es director del grupo de investigación Hidrogeología y Medio Ambiente en la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid.
Más información: Este artículo es un resumen de un texto más extenso que saldrá publicado en los próximos meses en la revista Cuadernos de Estrategia, editada por el Instituto Español de Estudios Estratégicos.
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