“El fuego este verano ha sido normal porque el cambio que hemos provocado está ya aquí, es el presente”

Ha abierto informativos y ocupado las primeras páginas de los diarios prácticamente todo el verano. El fuego, habitual en época estival, se ha vuelto más frecuente, destructivo, e imparable. Una situación a la que nos estamos acostumbrando y que grupos de investigación como el de Geografía, Política y Socioeconomía Forestal de la Universidad Complutense de Madrid intentan paliar. Su directora, la catedrática Cristina Montiel Molina analiza los incendios de 2022, apunta a sus factores y pone el foco en el estudio de soluciones.

 

Incendio forestal en Añón de Moncayo (Zaragoza). / Unidad Militar de Emergencias.

Incendio forestal en Añón de Moncayo (Zaragoza). / Unidad Militar de Emergencias.

María Milán, 7 de septiembre de 2022.

¿Cómo calificaríamos el verano de 2022 con respecto al fuego y los incendios que se han sucedido sin parar?

Lamentablemente, tendríamos que definirlo como normal. Se está hablando mucho, desde la pandemia de COVID-19, de la “nueva normalidad” y no se quiere reconocer que, en cuanto a clima, la “nueva normalidad” o el cambio de situación que hemos provocado nosotros está aquí. No va a venir, no estamos hablando del futuro, es el presente. Este verano es normal.

¿Qué factores están detrás de la proliferación de incendios y provocan que esto vaya a ser “normal”?

Hay varios. El primero es la alteración de la dinámica atmosférica que ha provocado un grado de incertidumbre en las condiciones meteorológicas cada vez mayor, una frecuencia de las situaciones extremas anómala. En ese contexto de incertidumbre, el estrés que se produce en la vegetación es gravísimo y las condiciones de propagación son desproporcionadas. Además, la gestión del territorio no se ha abordado, el aumento de la continuidad de combustible es desproporcionada. Es como si estuviésemos viviendo en un almacén de explosivos. Otro factor es que la sociedad no es consciente ni está preparada para afrontar este riesgo. Por último, la gestión política, que no está a la altura de la situación.

¿En qué se traduce esa mala gestión?

El problema de los incendios no es simple. No se puede continuar insistiendo en tratarlo como un asunto sencillo. No se trata de quién provoca el incendio. Un incendio tiene dos componentes principales: inicio y propagación. Actualmente, el mayor peligro que tenemos es el de la propagación. Si seguimos poniendo el foco principalmente en la causa de la provocación del incendio, no nos estamos queriendo enterar de nada. Lo más importante en este momento es su propagación, cómo se está comportando ese fuego. Y esa es la responsabilidad de quienes gestionan el territorio.

¿Qué zonas de España están siendo especialmente afectadas este verano?

Aunque la situación ha afectado a toda la península ibérica y a buena parte de Europa, en Castilla y León, desde el inicio del verano, ha sido catastrófica, al igual que en Extremadura. También ha habido incendios graves en Andalucía y Aragón y los últimos, en la Comunidad Valenciana, han sido especialmente dramáticos. Eso no significa que otras comunidades autónomas que hayan tenido un índice de afección inferior este verano tengan un índice de riesgo menor. Sencillamente, no les ha tocado. Otras comunidades amenazadas y afectadas al principio del verano han tenido capacidad de reacción, junto con suerte a su favor, como Navarra o País Vasco.

¿Cómo se puede desarrollar una mejor capacidad preventiva ante incendios?

Ahora tenemos una información meteorológica excelente y sabemos el grado de humedad de la vegetación. Predecir el riesgo es bastante sencillo. Pero no es asunto de predicción, sino de preparación para evitar que la vulnerabilidad sea grande y se pierdan vidas humanas y bienes valiosos. La preparación depende de contar con una estrategia adecuada, de tener un dispositivo permanente y de aplicar la normativa que existe. Tenemos una directriz de Protección Civil de 2013 que marca las pautas que tienen que seguir las comunidades autónomas para prepararse.

Fernando Pardos y su equipo en una de las expediciones "cazando" dragones. / F.P.

Cristina Montiel Molina. / C.Montiel

Su grupo de investigación tiene una experiencia de 25 años en el estudio de los incendios forestales. ¿Cuáles son sus principales aportaciones?

Trabajamos en varias direcciones. Por un lado, en el análisis político y apoyo a la toma de decisiones, entre ellas hemos participado en la aplicación de la normativa de 2013 comentada anteriormente. La segunda línea es el análisis histórico, el cómo hemos llegado a este punto en la evolución de los incendios a través del análisis de las causas estructurales. Y la tercera aportación es la preparación de las condiciones de los territorios para que los incendios no tengan esa virulencia y ese índice catastrófico que están teniendo. Por ejemplo, en este momento estamos colaborando directamente con el Gobierno de Navarra para la elaboración del Plan Especial de Protección Civil de Emergencia por Incendios Forestales.

¿Se podrían extrapolar esos análisis y colaboraciones para la elaboración de planes de actuación a otras comunidades autónomas?

No solamente podemos, sino que lo estamos suplicando. Llevamos diez años en diálogos con distintas comunidades e insistiéndoles en que lo que queremos aportar es útil. La primera que ha contado con nuestra colaboración de forma directa ha sido Navarra, pero hemos estado hablando también con la Comunidad Valenciana, Canarias y Andalucía. Están empezando a darse cuenta de que hay que abordar asuntos imprescindibles como este de forma diferente a como ha venido haciéndose hasta ahora, porque la situación ya es distinta.

Quizá la situación de este año esté cambiando la sensibilidad hacia este problema

Ojalá. Yo pienso que lo que está pasando es grave y es una lástima enorme que todo lo que nuestro grupo de investigación ha desarrollado en los últimos años, con dinero público pagado por la sociedad, no se aplicase.


 

      
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