Distancia social en la COVID-19: Una mirada desde el lenguaje y la psicología

El lenguaje no sólo sirve para explicar bien la realidad, también acaba por modificarla. ¿Es adecuado utilizar el término distancia social para recomendar que no nos acerquemos a otras personas y así evitar ser contagiados? Florentino Moreno Martín, profesor titular de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid recomienda, expresiones como distancia interpersonal o separación entre personas para no asociar que la superación de la pandemia tiene que ver con  el  aislamiento y el desapego.

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La distancia interpersonal si no se dispone de mascarilla debe ser de dos metros. / Gerd Altmann.

La distancia interpersonal si no se dispone de mascarilla debe ser de dos metros. / Gerd Altmann.

Si queremos conseguir que las personas no se toquen ni se sitúen en un radio en el que el virus pueda saltar fácilmente de una a otra, lo mejor es decir directamente que se mantenga la distancia física, la separación interpersonal o simplemente que se permanezca a tantos metros de los otros.

Añadir “social” al hablar de mantener la distancia no aporta nada al propósito del mensaje, pero sí puede introducir otros significados y generalizaciones que asocien “distanciamiento social” a medidas que van más allá de guardar una distancia física.

Es muy común encontrar en distintas plataformas sanitarias llamamientos y recomendaciones a practicar el “distanciamiento social” y describirlo con medidas que van más allá de la separación física, incluyendo el teletrabajo, no utilizar el transporte público o incluso actividades que parece que poco tienen que ver con actividades sociales como lavarse las manos con frecuencia.

Entonces ¿es incorrecto utilizar distancia social para referirse a mantenernos separados físicamente? No lo es siempre. En nuestra cultura la expresión “distancia social” tiene dos significados, ambos proceden de las Ciencias Sociales y los dos tienen validez, pero uno tiene más arraigo que el otro.

Separación de grupos humanos con vínculos

El sentido más común de “distancia social” en nuestra lengua tiene que ver con la esencia de nuestra naturaleza humana: la sociabilidad,  el vínculo que nos une a los otros, los lazos de solidaridad, apoyo y reconocimiento. Los humanos formamos grupos, colectividades, agrupaciones que nos vinculan y nos dan identidad. La distancia social se ha entendido, y se sigue entendiendo, como aquello que nos separa a los unos de los otros.

En unos casos, es la distancia de las personas con grupos o sociedades que deberían acogerlas como cuando hablamos de marginación social, cuyo caso extremo sería el estigma, o cuando nos sentimos profundamente solos en las sociedades hiperindustrializadas. En otros casos es la distancia que unos colectivos ponen con otros con los que no quieren ningún tipo de acercamiento.

Es este el sentido que se le dio al término “distancia social” en los estudios que en el siglo XIX explicaban las relaciones entre los ciudadanos de las metrópolis europeas y sus colonias. También se habló de “distancia social” para describir la separación entre blancos y negros en el régimen del Apartheid o las relaciones entre castas en La India.

En un sentido más político se ha utilizado el término distancia social para describir la separación entre clases sociales, siempre organizadas en un imaginario vertical (alta, media, baja). Existen numerosas metáforas que hablan de cómo reducir esas distancias sociales o cómo permitir la movilidad entre ellas. Tal vez la más poderosa es la de la “escuela como ascensor social” tan presente en la cultura francesa. Se utiliza el término distancia social incluso para la organización administrativa. Por ejemplo, en Colombia, dependiendo de las características del lugar en el que vives, perteneces a un estrato social que va del 1 al 6. La distancia entre un estrato y otro tiene todo tipo de repercusiones administrativas.

En nuestra cultura por tanto la “distancia social” está asociada a la falta de vínculo, a la indiferencia, incluso al rechazo. Así es como entendió Emory Bogardus en 1924 el concepto al crear su escala de distancia social, un test para medir los grados que separan la intimidad de la hostilidad de las personas hacia quienes pertenecen a distintos colectivos sociales.

Espacio proxémico

¿Cuándo es correcto utilizar distancia social para hablar de mantenernos separados físicamente?

El segundo sentido de distancia social tiene un pasado más reciente y está más asentado en la cultura anglosajona. Tiene que ver con la idea de territorialidad, un concepto que introdujo en 1920 el zoólogo británico Eliot Howard para describir la importancia que tiene el espacio en el comportamiento de los pájaros. Los etólogos de mediados de siglo como Konrad Lorenz, estudiaron cómo distintos tipos de animales manejan el espacio que les rodea en su vida cotidiana.

La persona que con más éxito aplicó estas ideas etológicas a la conducta humana fue el antropólogo estadounidense Edward Hall que incluso inventó un nombre para el estudio del significado de la territorialidad en los humanos: la proxémica. De aquí arranca el uso actual del término distancia social. Para Hall los humanos organizamos nuestras vidas en torno a cuatro zonas: la íntima, la personal, la social y la pública.

En sus estudios, Hall propuso incluso los límites de estas distancias: hasta 40 cm la sería la zona íntima, de 40 a 1,20 metros abarca la zona personal y la distancia social, está limitada entre el metro veinte y los cuatro metros. La distancia pública iría más allá de los 4 metros. La correlación de estas zonas con las distancias físicas varía de unas culturas a otras. El mismo Hall, advirtió que eran muy diferentes tanto el alcance de las distancias como su significado entre los estadounidenses y los miembros de la cultura árabe.

Es este el sentido que muchas entidades sanitarias dan al concepto distanciamiento social. Es decir: poner la barrera de actividades que antes se desarrollaban en una zona íntima o personal en el espacio proxémico denominado “distancia social”.

Un lenguaje que modifica la realidad

Por tanto, si se quiere hablar de cambios de conducta  en el marco de la territorialidad humana, utilizar la expresión distancia social es una buena opción. Para cualquier otro significado que tenga que ver con mantener distancias entre seres humanos, será mucho mejor que empleemos otras expresiones como distancia interpersonal, separación entre personas o simplemente mantener la distancia de tantos metros.

El lenguaje no sólo sirve para explicar bien la realidad, también acaba por modificarla. Si insistimos en que la solución a nuestros problemas está en el distanciamiento social, acabaremos por convencernos de que el aislamiento social es el camino para salir de la crisis. El mensaje debería ser otro: estrechemos los vínculos sociales, aunque de momento no podamos hacerlo como nos gustaría.

 

Florentino Moreno Martín es Profesor titular de Psicología Social de la Universidad Complutense.

El texto anterior es la transcripción de un video divulgativo que puede verse aquí


 

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