De la lactancia a los lazos sociales: así funciona la oxitocina, la “hormona del abrazo”

El Día Mundial del Abrazo que se celebra hoy llega en el año en el que más lo necesitamos. Asunción López-Calderón Barreda, directora del Departamento de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid explica el funcionamiento de la oxitocina, la coloquialmente conocida como “hormona del abrazo”.

 

El turista de la era “COVID-19” busca, ante todo, seguridad y tranquilidad. / Alfonso Cerezo.

En la cultura mediterránea, el abrazo es una de las muestras de cariño más común. / Pexels.

María Milán, 21 de enero.- Una de las mayores muestras de cariño, al menos en nuestra cultura mediterránea, se tambalea desde la irrupción de la COVID-19. ¿Se nos olvidará abrazar? Mientras ponemos distancia física entre nosotros, nos preguntamos qué mecanismos están detrás de este gesto y nos topamos con la oxitocina.

Conocida, entre otros nombres, como “hormona del abrazo”, del “apego” o del “amor”, la oxitocina tiene múltiples funciones. Con motivo del Día Mundial del Abrazo, Asunción López-Calderón nos acompaña en el recorrido que realiza esta hormona.

Esencial en la lactancia, facilita el parto

Comenzamos por lo principal: según dónde actúe la oxitocina, esta puede considerarse hormona -si llega por la sangre a los órganos diana- o neurotransmisor -si va de una neurona a otra célula-.

En el primer caso, la oxitocina es una hormona secretada en la hipófisis –glándula endocrina situada debajo del hipotálamo-, en concreto en la neurohipófisis. “Esta molécula es un péptido compuesto por 9 aminoácidos. Es pequeño si lo comparamos con otras hormonas, como por ejemplo la hormona del crecimiento, que tiene 191 ”, señala López-Calderón.

Ante determinados estímulos -que ahora veremos- la neurohipófisis secreta oxitocina y la libera al torrente sanguíneo. A través de la sangre llega a todas las células del cuerpo, pero solo actúa, como hormona, en dos órganos diana: la glándula mamaria y el útero.

Alumnos de Tomelloso ante el microscopio. / M.M.

Sin oxitocina la leche no puede salir al exterior. / Wendy Wei.

La ausencia de oxitocina impide la lactancia materna, ya que la presencia de esta hormona es imprescindible para amamantar a las crías, tanto en animales como en seres humanos.

“Cuando el lactante succiona el pezón, las neuronas del hipotálamo en respuesta a un reflejo nervioso liberan en la neurohipófisis la oxitocina. Esta hormona va por la sangre y en las células mioepiteliales de la glándula mamaria induce su contracción, lo que aumenta la presión dentro de los conductos alveolares que permite la salida de la leche”, explica la profesora de Fisiología de la UCM. Sin oxitocina, la leche materna no puede salir al exterior.

El otro órgano diana de la oxitocina es el útero.  Cuando el parto está a punto de comenzar, el cuerpo del feto presiona el músculo del útero, el miometrio, y estos movimientos estimulan la producción de oxitocina, que ayuda al desarrollo del parto. A diferencia con lo que ocurre en el proceso de lactancia, que una mujer no produzca oxitocina no impide que pueda dar a luz.

Y los hombres, ¿producen oxitocina? “También, y favorece la salida de los espermatozoides en el coito”, añade López-Calderón.

De los topillos de la pradera a los lazos sociales

El efecto de la oxitocina en los abrazos está relacionado con la segunda función de la oxitocina: como neurotransmisor -se libera en una neurona y va dirigido a otra neurona-, si bien es importante en este punto recordar que “estudiar el comportamiento en los seres humanos es mucho más complicado que en animales, pues está condicionado por más factores, como la educación y el entorno, no solo a nivel fisiológico”, según la investigadora de la UCM.

Una línea de investigación a la que hace referencia la Fisióloga está directamente relacionada con la conmemoración de hoy, los abrazos, y un colectivo al que le resulta muy difícil manifestar esta muestra de cariño: personas que padecen trastorno del espectro autista: “Según un metaanálisis, la administración de oxitocina por la nariz a pacientes con autismo mejoraba su comportamiento social”.

Por otra parte, en los estudios con animales se ha demostrado que la oxitocina está relacionada con el comportamiento maternal. Mediante la inyección de oxitocina a ratas que no habían parido, las primeras desarrollaban comportamiento maternal frente a unas crías que no eran suyas, cosa que en los roedores no ocurre normalmente. Este y otros resultados llevaron a los investigadores a relacionar el parto y el amamantamiento con la liberación de oxitocina y el comportamiento maternal.

Gustavo Romanillos coordina la primera edición del Máster en Ciudades Inteligentes y Sostenibles - Smart Cities. / G. R.

Microtus ochrogaster. / Tallgrass Prairie National Preserve.

Otra hipótesis en torno a la oxitocina es la de que establece vínculos emocionales entre las parejas que se aparean, y vino de la mano de los topillos de la pradera (Microtus ochrogaster), ratones campestres. En ellos se observó que la población que tenía mayores niveles de oxitocina era monógama, se emparejaban y permanecían con su pareja toda la vida. Sin embargo, otra población diferente, que tenía menores concentraciones de oxitocina no tenía ese comportamiento monógamo.

“De ahí surgió la hipótesis de que la oxitocina, en el apareamiento establece un vínculo entre las parejas: liberas más oxitocina, te encuentras más a gusto y hace que sientas apego por esa pareja”. Otros estudios vinculan a la oxitocina con la reducción del estrés y de la ansiedad y el establecimiento de lazos sociales y empatía, apunta López-Calderón.

Mientras la “hormona del abrazo” espera a que el virus reduzca su incidencia, cada vez nos queda menos para volver a abrazarnos. Reservaremos elevadas dosis de oxitocina para entonces.

 


 

      
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