Confinadas en el infierno del maltrato

Casi tres semanas con la mayoría de la población en casa y sin fecha cercana de vuelta a la normalidad por la crisis del coronavirus. Sin duda, una situación difícil en todos los hogares, pero insufrible especialmente en unos: aquellos en los que víctima y maltratador conviven entre cuatro paredes. Begoña Leyra Fatou, Directora de la Unidad de Género de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid y profesora del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales analiza la situación de la violencia de género y los recursos disponibles para su asistencia.

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Las llamadas al 016 han aumentado un 18% desde el inicio del estado de alarma.  /Kat Jayne.

Las llamadas al 016 han aumentado un 18% desde el inicio del estado de alarma.  /Kat Jayne.

MARÍA MILÁN | Antonia, nombre ficticio pero caso real, acude a un centro de atención integral a víctimas de violencia de género de uno de los gobiernos regionales del territorio nacional. Pero lo hace, con tan mala suerte, solo cuatro días antes de decretarse el estado de alarma por la crisis sanitaria del SARS-CoV-2.

Aunque su caso se trató como urgente, no dio tiempo a avanzar en la intervención para que la mujer superara el miedo y abandonara a su pareja. Desde entonces, Antonia vive confinada con su maltratador pero, ¿está abandonada a su suerte?

“Las mujeres víctimas de violencia de género tienen que tener clarísimo que no están solas, que tienen un respaldo profesional, institucional y gubernamental y no gubernamental que las acompañan y que están a su disposición ante cualquier situación. La red está activa y el sistema está operando para la ciudadanía y para ser utilizada”, explica Begoña Leyra Fatou, Directora de la Unidad de Género de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). 

La experta, que además es Vicedecana de Estudios y Calidad de la Facultad de Trabajo Social, cataloga esta situación de confinamiento de “riesgo más extremo que otras circunstancias de la vida cotidiana”, en las que las mujeres disponen de otras vías de escape con más libertad y prevención.

“No tienen que esperar, en el mismo momento en que se produzca una situación, deben ir raudas a poner la denuncia. Está permitido salir a la calle a poner a salvo su vida y la de sus hijos e hijas”, insiste.

Un servicio esencial abierto a los recursos

En el Real Decreto-ley 10/2020, de 29 de marzo, por el que se regula un permiso retribuido recuperable para los trabajadores por cuenta ajena que no presten servicios esenciales, quedan excluidas las personas trabajadoras “que prestan servicios relacionados con la protección y atención de víctimas de violencia de género”. En otras palabras, se considera un servicio esencial que tiene que seguir ofreciéndose. Tanto para la persona agredida como para sus hijos e hijas, también considerados víctimas de violencia de género.

“Tenemos unas garantías del Estado que tienen que dar tranquilidad, ya que los sistemas están funcionando a pesar de la situación excepcional. Se están articulando bien los recursos que ya existían y todo el mundo está en sobre aviso de que estas situaciones pueden darse. La atención profesional sigue haciéndose”, señala Leyra Fatou.  

Begoña Leyra.es Vicedecana en la Facultad de Trabajo Social. / B. L.

Begoña Leyra.es Vicedecana en la Facultad de Trabajo Social. / B. L.

¿Qué recursos están disponibles para mujeres como Antonia, que viven entre las mismas paredes que el hombre que hace de sus vidas un infierno? Aunque el teléfono 016, el 112 de emergencias o los de la Policía y la Guardia Civil están activos, “es complicado a veces tener que llamar si tienes cerca a quien te está controlando, hay cierto peligro en determinados casos dependiendo de cómo sea el domicilio, pero hay otras alternativas operativas y vigentes”, recuerda la trabajadora social.

Algunos de esos recursos son digitales, la página web del Ministerio de Igualdad, que no deja rastros de cookies o la aplicación para dispositivos electrónicos AlertCops, un servicio de alertas de seguridad ciudadana de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en el que también pueden contactar. Además, se ha promovido el uso de la expresión “mascarilla-19” para poder utilizarla como clave en las farmacias para pedir ayuda.   

“El Trabajo Social ha aprendido a trabajar en situaciones de crisis porque es el propio fundamento de la disciplina, acompañamos en situaciones que generan condiciones de vulnerabilidad”, añade la experta de la UCM, haciendo hincapié en la importancia del análisis de género en este tipo de crisis que afecta a todos y a todas, pero está claro que no por igual.

Escenario para el debut de la violencia

Ante unas semanas de total incertidumbre y sin fecha de caducidad marcada, ¿esto puede ser un detonante para que se produzcan las primeras escenas de violencia en un hogar?

“Totalmente. La situación de confinamiento no ayuda a nada, estresa y lleva al límite a todas las familias. Si hay algo latente en un maltratador, esto puede ser un detonante. En realidad, en cualquier momento el maltratador siempre encuentra una excusa”, apunta Leyra Fatou.  

Para la experta en Igualdad de Género, aún es pronto para hacer un análisis. Mientras que algunos estudios en China reportan el aumento de violencia, las autoridades nacionales mantienen que las denuncias se han reducido en algunos casos, sin saber hasta qué punto el factor miedo juega ahí su papel. Mientras, el 016 ha registrado durante los primeros quince días de confinamiento un 18% más de llamadas de mujeres.

Por eso, insiste la experta, es importante ahora más que nunca el sentimiento de comunidad creado por esta situación. Además, amarillismos aparte, “el papel de los medios de comunicación está siendo fundamental como aliado para dar información y transmitir calma, esperanza y recursos”.

Una esperanza que a veces no es fácil encontrar en el seno de un hogar donde circula libremente la violencia. Por eso, es tan importante, quizá ahora más que nunca, que la sociedad tenga sus cinco sentidos alerta. Todos y todas podemos ayudar a quien necesita una “mascarilla-19”.


 

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