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Palabras de presentación de Francisco Peña (2017)


Palabras de presentación

(22 de noviembre de 2017)

 

El único silencio

(Poesía reunida, 1998-2017)

 

 

Le conozco desde siempre.

Sus ojos abiertos en la clase de COU, su mente como una esponja.

Dinámico, siempre con la iniciativa a flor de piel.

Le encargué la redacción de una revista que alcanzó un digno nivel y recibió varios premios.

José Manuel es el tesón, la capacidad inmensa de trabajo,

Yo le pregunto qué cuántas horas tiene su día.

Tuve el placer de prologar Cuaderno de bitácora, un magnífico libro de viajes incluido en esta recopilación.

Ya en ese libro, hay poemas dedicados a Roma. La ciudad se despliega casi entera desde la mirada de José Manuel.

Pero a Roma le acompañan, Salamanca, Helsinki, Buenos Aires, Ginebra, Azul, Beirut, México, y varios dedicados a China. Y esto era en el 2007.

Desde entonces, no ha parado un segundo.

Y no falta Torreiglesias, desde donde lleva impreso el marchamo segoviano.

Su poesía es un proceso de desnudamiento donde cada experiencia vital adquiere en la palabra poética la dimensión de lo trascendente pero sin perder el impulso vital que la inspira.

En cada poema se puede ver al poeta, al hombre,

Tuve el placer de asistir al estreno de Los llamaban Mahmud y Ayaz, un diálogo poético sobre dos homosexuales ajusticiados en Irán. En el teatro Fernán Gómez, bajo la experta mano de Carlos Jiménez, los versos suenan en el escenario con la fuerza de la protesta y de la vida. Ya lo había visto en el Ateneo, pero cada vez impresiona más porque descubres nuevos matices de esa protesta y de esas vidas truncadas.

Ahora se ha volcado con Cervantes. Comisario de la exposición de la Biblioteca Nacional, miembro de la comisión del ministerio de cultura para el IV Cebtenario... y he tenido el placer de colaborar con él en la constitución de la Red de Ciudades Cervantinas. Un proyecto que será, seguramente, un hito en la historia de la proyección nacional e internacional de la figura de Cervantes.

Y cierro con la lectura de un poema basado en una frase de Cervantes que le he oído decir repetidas veces.

 

Yo sé quien soy

(inventario de una utopía cervantina)

 

Dos caras que se retan en una mirada

en el horizonte ansioso de una aventura.

 

Una mano que empuña una lanza

con la destreza de ser herida de futuro.

 

Una venta que abre sus puertas de madera

a los pozos nocturnos de las gargantas sedientas.

 

Un camino que imagina gestos y caricias

en la cuadriculada lectura caballaresca.

 

Y una sonrisa imaginada bajo la celada,

una sonrisa velada que todo lo ilumina.

 

Y un golpe tras otro golpe, tras otro golpe

sobre una espalda anónima y envejecida.

 

Y un grito, un grito que es una esperanza

por más que surja sin dientes de la boca.

 

Unas manos temblorosas que limpian

el rostro amenazante de victorias perdidas.

 

Unas manos que se convierten en ojos temblorosos

cuando descubren al amigo tras la sangre.

 

Unas manos que se vuelven puños como verdades

para así socavar los muros de la vergüenza.

 

Dos caras que se encuentran en el camino

abierto por los saludos invisibles de todos los días.

 

Dos labios que terminan siendo un espejo,

reflejos de infancias casi olvidadas.

 

“Yo sé quien soy”, dice uno de los labios.

“Yo sé quien puedo llegar a ser”, susurra el otro.

 

Dos susurros que terminan siendo un grito

en el amanecer que justo ahora empieza,

por más que hace siglos que sea de noche.

 

[2015]