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Kabul (homenaje a Nadia Anjuman)


Kabul (homenaje a Nadia Anjuman)

La Revista Áurea, 14-15 (invierno, 2022), pp. 34-36.

Publicado en Kabul (Crónica de un silencio), Madrid, Huerga y Fierro, 2023

 

No tengo ganas de abrir la boca
¿Qué debo cantar?

NADIA Anjuman


¿Y qué debo hacer, entonces?
                                                   

¿Qué debemos hacer, Nadia?

Hay poco que cantar hoy en Kabul.
Hay poco que cantar entre las hogueras
Y los pasos controlados al aeropuerto.

¿Cantar la desesperación de agarrarse
Al tren de aterrizaje de un avión extranjero
Que comienza su ascensión por un cielo suicida?

¿Cantar las lágrimas medidas de los discursos
Y las negociaciones secretas de los despachos

Que dejan a su paso toneladas de noticias falsas?


¿Cantar los abrazos rotos de los estudiantes de español
Que habían comenzado a practicar el alfabeto
De los saludos y de las calles madrileñas?

¿Cantar acaso la risa infantil de los talibanes
En el gimnasio del palacio presidencial

Mientras se escuchan los gritos de las balas perdidas?

¿Cantar las bolsas de las ventas de armas
Que han vuelto a llenar de minas los caminos

Y de fortunas las cuentas secretas de Suiza?

Tampoco tengo ganas de abrir la boca, Nadia.

¿Qué debo cantar a miles de kilómetros de distancia?


Pero hay que hacerlo. Debemos cantar
Convertir en jardín de palabras este ni estar ni ser.
Hacer de vuestros nombres un racimo

de cerezas,

una trenza de recuerdos.


Hemos de ser vuestra voz ante tanto silencio.
Cantar. Llenar de versos, risas, canciones
Donde solo quieren que crezca el negro del asfalto.

Debemos cantar,

 abrir las bocas.

Todas las bocas.

 

Las hemos de llenar de flores rojas... y de esperanza.

 

Y hacerlo sin tener ganas de abrir los labios.

Y solo hacerlo para iluminar vuestras sombras,

Darle la vuelta al oscuro oráculo de los lugares comunes.

 

Devolverle al cielo sus cometas

Y a los labios la silueta voladora de una sonrisa.

 

 

(Homenaje a Nadia Anjuman)

Cambió la aguja por la pluma.
Escribió lienzos de vida
Sin dedal, hilvanando el hilo
De sus recuerdos con sus sueños.

*****

Recibió tantos golpes
Como versos había publicado.
Los más hermosos, los más necesarios
Se los llevó dentro de su cuerpo.

*****

Todas las tardes acudía a la aguja de oro.
Todas las tardes se sentaba a su lado
Y todas las tardes escuchaba de sus labios
Los versos que le devolvían la vida.

****

Nadie en su familia lloró su muerte.
Todos creyeron la mentira del suicidio.
Todos habían firmado su sentencia
En el momento de firmar su matrimonio.

*****

¿Cuándo escribías, mi niña?
¿Cuándo no estabas en realidad escribiendo?

******

Te obligaron a llevar el velo.
Y tú te lo quitabas con palabras.
Te obligaron a llevar el burka.
Y tú lo volvías transparente con versos.
Te obligaron a salir con tu marido.
Y tú volabas a su lado con poemas.
Te obligaron a renunciar a la risa.
Y tú llenaste de muecas sus rezos.
Te obligaron a renunciar a escribir.
Y tú renunciaste a seguir viviendo.

******
 
Y los cuadernos te siguen esperando.
Y los libros de la Universidad.
Y los versos que sigues escribiendo.