Páginas personales

Diálogo con Nadia Anjuman


Diálogo con Nadia Anjuman[1]

Devir. Revista ibero-americana de cultura, 8 (2022), pp. 36-39.

Publicado en Kabul (Crónica de un silencio), Madrid, Huerga y Fierro, 2023

I


No tengo ganas de abrir la boca
¿Qué debo cantar?

NADIA Anjuman


¿Y qué debo hacer, entonces?
                                                   

¿Qué debemos hacer, Nadia?

Hay poco que cantar hoy en Kabul.
Hay poco que cantar entre las hogueras
Y los pasos controlados al aeropuerto.

¿Cantar la desesperación de agarrarse
Al tren de aterrizaje de un avión extranjero
Que comienza su ascensión por un cielo suicida?

¿Cantar las lágrimas medidas de los discursos
Y las negociaciones secretas de los despachos

Que dejan a su paso toneladas de noticias falsas?


¿Cantar los abrazos rotos de los estudiantes de español
Que habían comenzado a practicar el alfabeto
De los saludos y de las calles madrileñas?

¿Cantar acaso la risa infantil de los talibanes
En el gimnasio del palacio presidencial

Mientras se escuchan los gritos de las balas perdidas?

¿Cantar las bolsas de las ventas de armas
Que han vuelto a llenar de minas los caminos

Y de fortunas las cuentas secretas de Suiza?

Tampoco tengo ganas de abrir la boca, Nadia.

¿Qué debo cantar a miles de kilómetros de distancia?


Pero hay que hacerlo. Debemos cantar
Convertir en jardín de palabras este ni estar ni ser.
Hacer de vuestros nombres un racimo

de cerezas,

una trenza de recuerdos.


Hemos de ser vuestra voz ante tanto silencio.
Cantar. Llenar de versos, risas, canciones
Donde solo quieren que crezca el negro del asfalto.

Debemos cantar,

 abrir las bocas.

Todas las bocas.

 

Las hemos de llenar de flores rojas... y de esperanza.

 

Y hacerlo sin tener ganas de abrir los labios.

Y solo hacerlo para iluminar vuestras sombras,

Darle la vuelta al oscuro oráculo de los lugares comunes.

 

Devolverle al cielo sus cometas

Y a los labios la silueta voladora de una sonrisa.

 

II

 En los ojos de los peces fatigados por las inundaciones

y temerosos de la lluvia de la opresión,
¿se refleja la esperanza?

Nadia Anjuman



El oasis de la esperanza queda demasiado lejos.


Siempre demasiado lejos, en el horizonte.


Las caravanas de hace siglos siguen cruzando
Los caminos que llegan a Herat,
Que desembocan en la cuenca de Kabul.


Hace siglos el burka protegía de los vientos desérticos
A los hombres y mujeres que se adentraban en  la ruta de la seda.
Hoy, ese mismo burka es una cárcel azul
Que desorienta los ojos fatigados y cuadriculados
De las mujeres por las calles inacabadas de Kabul.

Llueve pero como si no lloviera para todos.

Los fusiles de los talibanes compiten con los rayos
Y sus gritos se confunden con los truenos
Que enmudecen toda canción,

 todo dibujo, toda sonrisa.


Así día tras día.

Así desde ese día

en que los talibanes de siempre volvieron
A ocupar los sillones y el Palacio presidencial.


Gritos y fusiles,

truenos y rayos

Que hoy inundan las  calles de las redes sociales

Como hace décadas lo hicieron las tropas rusas.


No importa la geografía.

No importa el tiempo.

 

Las calles de Kabul son toda una en las inundaciones
De las puertas señaladas esperando un disparo de gracia.

Y todos, hombres y mujeres, y niños y ancianos
Con los ojos fatigados de tanta historia
Deambulan temerosos por las aceras enrojecidas

Por el adobe que se avergüenza de su geometría.

¿Acaso pueden ver en nuestros ojos inundados
De fatigas inútiles el reflejo de su esperanza?

(marzo, 2022)

 

[1] Nadia Anjuman es una poeta afgana que nació en Herat en 1980. En el 2005 publicó su libro de versos Gol-e dudi (‘flor ahumada’), que daba voz a las mujeres afganas, tanto tiempo silenciadas. Unos meses después su marido, un profesor de Filología de la Universidad, la mató a golpes. Ni él ni su familia ha tenido que pagar por su crimen. Estos diálogos con sus versos son un homenaje. Un homenaje a Nadia Anjuman. Un homenaje a la mujer afgana. Un homenaje al pueblo afgano.