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Día Mundial de la Justicia Social

20 FEB 2023 - 08:38 CET

20 de febrero. Día Mundial de la Justicia Social

Por Celia Sánchez Villarejo.

Nos encontramos en un mundo en constante cambio y movimiento donde la sociedad se transforma igualmente, pero ¿lo hace de una manera justa y equitativa? Los procesos y modelos económicos evolucionan del mismo modo, pero de nuevo ¿lo hacen de una manera justa e inclusiva? En este punto encontramos la necesidad y la relevancia de la justicia social.

Primeramente, para alcanzar una verdadera situación de bienestar para todos los seres humanos resulta imprescindible atender a las relaciones sociales, las cuales se encuentran asimismo interrelacionadas con la equidad social, la situación de pobreza, la igualdad de género o la concienciación medioambiental.

En segundo lugar, la justicia social engloba una convivencia pacífica y favorable entre todos los individuos del mundo. Por ello, la razón de ser del Día Mundial de la Justicia Social radica precisamente en la búsqueda de los principales valores de la comunidad internacional, los cuales son la eliminación de la pobreza, la igualdad entre géneros, el desarrollo de empleo y trabajos dignos o el acceso a una situación de bienestar y justicia social. Más concretamente, fue el pasado 26 de noviembre de 2007 cuando la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 20 de febrero de cada año la celebración del Día Mundial de la Justicia Social, lo cual quedó recogido en la Resolución 62/10.

De este modo, Naciones Unidas plantea alcanzar la justicia social a través del empleo formal. La organización ha prestado especial atención a esta cuestión a raíz de la Covid19 declarando que la pandemia ha evidenciado la situación vulnerable de los trabajadores informales, quienes carecen de muchos beneficios y derechos relacionados con el empleo. Asimismo, se plantea la idea de que entender esta cuestión requiere ser conscientes de que estos trabajadores se encuentran sumergidos en la dinámica del trabajo informal no por elección propia sino porque no son capaces de participar en la economía formal, debido a las debilidades y a las faltas de oportunidad de la última. Por lo tanto, se recalca la importancia de incidir en la transición al empleo formal centrando también la mirada de una manera especial hacia la perspectiva de género.

Sin embargo, incidir en el desarrollo de la economía formal resulta bastante complejo y requiere un monitoreo del proceso en su conjunto. Recientemente, en algunos países que poseen los recursos necesarios para ello, se ha hecho uso de las nuevas tecnologías -las llamadas TIC- para acelerar la formalización del empleo informal. Todo ello resulta posible en un mundo altamente digitalizado, lo cual no tiene por qué ser necesariamente perjudicial o desventajoso, sino que, por el contrario, puede ser utilizado como una herramienta más; por ejemplo, con el uso de sistemas de bases de datos electrónicas sobre el empleo y los empleados.

Entretanto, lograr una pronta y eficaz transición a la economía formal constituye una de las prioridades de la Agenda 2030, en la cual se incide en la necesaria participación plena de la mujer en el mundo laboral, entre otros objetivos. Así, la Organización Internacional del Trabajado (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han tratado de desarrollar de manera conjunta un programa donde se analizan las diversas formas de alcanzar la formalidad del empleo; así como apoyaron el “Acelerador para el Empleo y la Protección Social”.

Por otro lado, atendiendo a la Declaración de Filadelfia de 1944, actual carta de la OIT, relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo; esta se vio ampliada en 2008 con una visión contemporánea debido a la actual era de globalización. Quizá la sociedad contemporánea no es aun consciente de las consecuencias de este proceso globalizador, sin embargo, en esta declaración se esgrime la idea de que este proceso lleva consigo la necesidad del fomento de la dimensión social en el mismo. Esto permitiría, entre otras cosas, la obtención de unos mejores resultados, pero, sobre todo, que estos resultados se vean reflejados y divididos de manera más equitativa.

En esta línea, la globalización ha generado importantes consecuencias para la situación de los trabajadores donde, de nuevo, aquellos inmersos en una economía informal resultan especialmente perjudicados. Un ejemplo de esta dinámica sería el traslado de alguna de las fases de la llamada cadena de valor a aquellos lugares con un menor nivel de desarrollo, alterando así los propios ritmos de trabajo de esas zonas.

El actual proceso globalizador está asimismo generando novedosas oportunidades además de una supuesta mejora del nivel de vida de la sociedad, sin embargo cabe reflexionar sobre si esto último ocurre verdaderamente y, en caso de que ocurra, si ocurre de manera equitativa para todos. En este sentido, la globalización ha dado lugar a ciertas situaciones de exclusión, pobreza, desigualdad; llegando incluso a desarrollar obstáculos e impedimentos a los llamados países en transición hacia su participación en la economía global.

Finalmente, la justicia social, además del desarrollo social, es un peldaño imprescindible para lograr el establecimiento de una situación de paz y de seguridad para todas las naciones, la cual será imposible de alcanzar sin un respeto hacia los derechos y las libertades fundamentales. De hecho, esto queda reflejado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos donde el artículo 23 se refiere exclusivamente al “derecho de toda persona al trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo”, además de declarar que “toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual”. En definitiva, se requiere una economía que respete los límites del planeta y atienda al bienestar humano real no solo al progreso del consumo material, de manera que la justicia social debe ser accesible a todos los ciudadanos.

Relación con los ODS

En primer lugar, el Día Mundial de la Justicia Social guarda una estrecha relación con Objetivo 8 relativo al Trabajo decente y crecimiento económico, el cual busca precisamente lograr un crecimiento inclusivo y accesible basado en empleos decentes para todos los ciudadanos. De hecho, en este objetivo Naciones Unidas ofrece datos concisos sobre esta problemática, declarando que en el año 2016 el 61% de los trabajadores tenía un empleo no regulado; además del hecho de que los hombres ganan un 12,5% más que las mujeres (gracias a los países de los que se obtienen datos). Es por ello por lo que no solo es importante reducir la cifra de desempleados sino también mejorar las condiciones de los empleados.

Siguiendo la línea que se ha ido analizando en el presente texto, entre las metas del octavo objetivo de desarrollo sostenible se encuentra el objetivo de configurar una situación de empleabilidad formal y segura para todos los hombres y mujeres, prestando especial atención a los trabajadores migrantes y la eliminación de toda situación de riesgo.

En segundo lugar y atendiendo al Objetivo 10 es necesario acabar con las desigualdades existentes o, al menos, reducirlas en aquellas poblaciones que se encuentran especialmente vulnerables, donde es evidente que hay fragilidades económicas, políticas y de seguridad. Es por ello por lo que estas comunidades acaban relegadas a una situación más desfavorable que les impide participar en la dimensión económica al mismo nivel que lo hacen las comunidades con más recursos, tal y como ejemplifica Naciones Unidas a la perfección “en 2016, más del 64,4% de los productos que los países en desarrollo exportaban a los mercados mundiales se encontraron con aranceles nulos, un aumento del 20% desde 2010”.

En tercer y último lugar es inevitable e imprescindible relacionar la justicia social con el Objetivo 5 relativo a la igualdad de género. De nuevo, las mujeres y niñas son un colectivo fuertemente marginado y ello es igualmente observable en el campo laboral. Así, existe una clara brecha salarial que perpetua el hecho de que el porcentaje de empleados informales sea mayor en mujeres o que una de las situaciones más vulnerables sea la de las trabajadoras migrantes; siendo esto último una prioridad recogida en las metas del Objetivo 8.

 

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 infografía justicia social

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