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DÍA INTERNACIONAL PARA LA PREVENCIÓN DE LA EXPLOTACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN LA GUERRA Y LOS CONFLICTOS ARMADOS.

8 NOV 2022 - 11:51 CET

6 de noviembre de 2022, por Pablo González López.

La guerra y el medio ambiente se afectan mutuamente de dos formas distintas: por un lado, además de víctimas humanas, la guerra suele dejar tras de sí importantes destrozos ambientales tales como pozos de agua contaminados, cultivos quemados o suelos envenenados; por otra, se ha demostrado que buena parte (un 40% o más) de los conflictos interestatales de los últimos 60 años han estado vinculados a los recursos naturales, ya sea por su gran valor, como la madera, los diamantes o el petróleo, o por su escasez, como la tierra fértil y el agua. Aunque los factores ambientales no son nunca la única causa de un conflicto violento, sí pueden influir en él ya sea contribuyendo a la aparición y perpetuación de la violencia o debilitando las perspectivas de lograr la paz. Por el contrario, unos ecosistemas saludables y unos recursos naturales gestionados de manera sostenible contribuyen a reducir el riesgo de conflictos armados, así como una cooperación internacional en materias medioambientales puede proporcionar nuevas oportunidades para alcanzar la paz.
Con el objetivo de promover la reflexión sobre estos riesgos y oportunidades del medio ambiente en su relación con la guerra, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró, en 2001, el 6 de noviembre de cada año como Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados. Quince años más tarde, en 2016, la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente volvió a incidir en la importancia decisiva de la protección del medio ambiente en todo momento, especialmente en tiempos de conflicto armado o inmediatamente después de éstos.
Sin embargo, los avances en relación a la reducción del impacto medioambiental de los conflictos armados han resultado ser especialmente difíciles de sostener. El derecho internacional vigente ya contiene protecciones explícitas para el medio ambiente en contextos de guerra, pero en la práctica estas provisiones no siempre han podido ser implementadas de manera efectiva. Más aún, los intentos por parte de la comunidad internacional orientados a que los estados y demás actores se responsabilicen de los daños causados en el medio ambiente durante conflictos armados han obtenido generalmente pocos resultados, con la excepción notable de Iraq tras la Primera Guerra del Golfo.
Sin ir más lejos, la autoridad ambiental dentro del sistema de las NN.UU., el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), ya ha alertado sobre la “herencia ambiental tóxica” que está dejando el conflicto armado en Ucrania. Aunque los datos obtenidos aún requieren de mayor verificación y evaluación, parece claro que el grado de contaminación de la atmósfera y de las aguas subterráneas y superficiales derivado de esta guerra es ya preocupante. Otros riesgos registrados van desde la liberación de sustancias peligrosas tras las explosiones en instalaciones agroindustriales hasta la deforestación inducida por el significativo aumento de incendios en reservas naturales y zonas protegidas.
Este 6 de noviembre, en definitiva, no puede ser ocasión de júbilo pero tampoco de desidia: en palabras de Inger Andersen, directora ejecutiva de la UNEP, “tenemos una sola opción: aumentar nuestra ambición de proteger el medio ambiente, incluso en los escenarios más complejos y desafiantes”.

Relación con los ODS.
El Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados está directamente relacionado con dos Objetivos de Desarrollo Sostenible: el ODS 13 de “acción por el clima”, y el ODS 16 de “paz, justicia e instituciones sólidas”. Como hemos podido ver, ambos están íntimamente relacionados, y así como el desgaste del clima puede derivar en guerras y las guerras en desgaste climático, también el cuidado del clima puede promocionar la paz y la promoción de la paz puede suponer el cuidado el clima. Por tanto, es remarcable que las metas propuestas, como la de “fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países” (meta 13.1) o la de “reducir significativamente todas las formas de violencia y las correspondientes tasas de mortalidad en todo el mundo” (meta 16.1), son en la mayor parte de los casos complementarias y, en caso de avanzarse en ellas, podrían llegar a retroalimentarse positivamente.

Para saber más…
Andersen, I., 2019. Frenar los impactos de la guerra y los conflictos armados en el medio ambiente. [En línea]
Disponible en: https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/declaraciones/frenar-los-impactos-de-la-guerra-y-los-conflictos-armados-en-el
UNEP, 2009. Del conflicto a la consolidación de la paz. La función de los recursos naturales y el medio ambiente. [En línea]
Disponible en: https://postconflict.unep.ch/publications/ES_pcdmb_policy_01_s.pdf
UNEP, 2022. La ONU alerta sobre una herencia ambiental tóxica para Ucrania y su región. [En línea]
Disponible en: https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/comunicado-de-prensa/la-onu-alerta-sobre-una-herencia-ambiental-toxica-para

 

DÍA INTERNACIONAL PARA LA PREVENCIÓN DE LA EXPLOTACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN LA GUERRA Y LOS CONFLICTOS ARMADOS. - 1

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