Talla dulce

La talla dulce no es, en el sentido estricto, un procedimiento sino, más bien, un tipo de lenguaje visual que caracteriza a la estampa* europea de los siglos XVII y XVIII, resultado de la conjunción de dos técnicas de grabado calcográfico* —el aguafuerte* y el buril*— y de un método normalizado para el trazado de líneas —la teoría de trazos—. Solo la imbricación de todos estos aspectos, unos de índole técnica otros de carácter estético, permiten entender el concepto de talla dulce. Obviamente, la talla dulce se sustenta sobre un sistema visual ajeno a la estética contemporánea, de manera que el término solo es aplicable en la catalogación de estampas antiguas. Aunque se tiende a confundir con el grabado a buril, por ser éste el procedimiento dominante, las láminas de cobre comenzaban a grabarse al aguafuerte. En efecto, en aguafuerte se trazaban las líneas generales de la composición, los contornos de las figuras y los paisajes de fondo. Sobre estas líneas, el burilista introducía las colecciones de buriladas* para crear sombras y conseguir efectos de volumen y profundidad. La talla dulce permitía obtener imágenes infinitamente más naturalistas que las conseguidas con la entalladura*, y con una extraordinaria riqueza en matices tonales y en aproximación de líneas. Porque, al fin y al cabo, un taco de madera solo tiene dosplanos posibles: la zona en relieve o zona de negro y la parte rebajada o zona de blanco. Poco importa la profundidad de la talla ya que siempre provocará el mismo efecto de blanco. Por el contrario, las líneas abiertas en hueco en el metal pueden dar una impresión de mayor o menor oscuridad dependiendo de la cantidad de tinta que contengan, lo que equivale a decir, dependiendo de su profundidad: aquí existe un único plano de blanco, la superficie de la lámina, y múltiples niveles de negro, tantos como profundidades diferentes tengan las tallas. La talla dulce se convertirá en la técnica dominante de arte gráfico desde el siglo XVI hasta finales del XVIII, estando vinculada a una de las funciones básicas de la estampa en estos momentos: la reproducción de pinturas.


Para garantizar una producción masiva de estampas, cuya imagen estuviera construida conforme a los mismos cánones visuales, el grabado de reproducción impuso una sintaxis del trazado de líneas. He aquí la teoría de trazos. La teoría de trazos se basa en el elemental principio de que las líneas próximas entre sí provocan mayor sensación de oscuridad que las distantes. Así se consiguen todos los tonos de la escala cromática. Las calidades y texturas de los objetos se alcanzan mediante el entrecruzamiento de líneas. El resultado de esta sintaxis es una increíble malla de rombos: una red de rombos —a los que Manuel de Rueda llama plazas [Rejón de Silva (1788: 168)]—. La mayor parte de las estampas en talla dulce de los siglos XVII y XVIII presentan inequívocamente estas plazas.


Ref.: Berthiaud y Boitard (1837), Bosse (1645), Browne (1660), Browne (1669), Carrete (1986), Carrete (1989), Durupt (1951), Frerebeau (1974), Ivins (1953), L'atelier (1989), Laran (1938), Rueda (1761) La bibliografía sobre la talla dulce se complementa con la proporcionada bajo Buril

*Definición de Arte Gráfico del DICCIONARIO DEL ARTE GRÁFICO

[Javier Blas (coord.), Ascensión Ciruelos y Clemente Barrena, Diccionario del dibujo y de la estampa. Vocabulario y tesauro sobre las artes del dibujo, grabado, litografía y serigrafía, Madrid: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Calcografía Nacional, 1996, p. 77-212].