Ciencia y sociedad

Carlos Andradas


Jose Ignacio Fernández Vera


Gonzalo Remiro


Álvaro Morales


Ciencia: en la agenda social y fuera de la agenda política


En ciencia y sociedad no es todo lo que parece, los datos están ahí, en la encuesta Fecyt, pero el análisis desmonta muchas creencias. Ya sea en forma de monólogo: no tenemos tiempo para informarnos de ciencia y sí para ver seis temporadas de “Juego de Tronos”- nos preguntaba Alvaro Morales- o de dura y actual realidad: “casi ningún partido le dedica tiempo a explicar sus políticas en I+D”, denunciaba el rector Carlos Andradas.

Lo que esperas y lo que te da

Partíamos de los datos del libro “Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología”, publicado recientemente con el análisis de los expertos sobre los datos de la encuesta FECYT y lo recorrimos a fondo con algunos de sus autores. “La ciencia y la tecnología es el principal factor productivo, es la palanca de la riqueza y uno de los problemas políticos centrales”, reivindica Cristóbal Torres (UAM). Si en los primeros estudios “esos conceptos eran desconocidos para la sociedad española –continúa-. Nos preguntaban: ¿I más qué?”, ahora la preocupación es estimular el interés porque “a mayor conocimiento: más interés por la ciencia, no está del todo claro”, plantea Torres. “Tendemos a pensar, de una manera ilustrada, que la valoración de la ciencia va a ser mejor, pero con más desarrollo la actitud es más ambivalente; un distanciamiento por esa tensión entre lo que esperas y lo que te da”, concluye.

Manuel Fernández Esquinas (CSIC), que considera que en el caso español “la opinión pública es muy importante”, más incluso que los grupos de presión de científicos, tecnólogos, empresas y medios de comunicación, ve el verdadero problema en que esa “opinión pública no permea a la decisión política”. “El conocimiento rebota en los partidos y la clase política. ¿Cómo lo podemos cambiar? No podemos trasladar la responsabilidad a la sociedad. Hay que mostrar las conexiones. Tenemos que hacer un esfuerzo en mostrar, por ejemplo, que tener estudios universitarios evita el desempleo, correlaciona con el nivel de vida, que la I+D aguanta el tejido productivo y sobrevive a la crisis”, añade F. Esquinas

Ni tiempo ni agenda política

En esta línea, el rector Carlos Andradas sostenía que aunque a menudo se solicita “tenéis que lograr poner la ciencia en la agenda política, casi ningún partido le dedica tiempo. Hay que exigir a los partidos políticos que nos pongan en sus programas qué quieren hacer en I+D”. Andradas reconoce que “en la universidad vivimos en una esquizofrenia. Por una parte, el prestigio de la universidad se basa en la ciencia y, por otra, la financiación depende de otros factores” y apuesta por implicar a los ciudadanos “tenemos que transmitirles que la ciencia es útil para resolver problemas y un motor económico fundamental”, concluye.

Nichos y brechas

Si acudimos a la encuesta Gonzalo Remiro, técnico del Departamento de cultura científica de Fecyt, indica que “la valoración de la profesión científica, de las universidades,… es muy positiva. Pero los ciudadanos no lo consideran en los cuatro pilares del estado del bienestar”.

Y en estas ambivalencias, el género juega también su papel. “Hay muchas más mujeres que hombres en ciencias y en ciencias de la salud y mayor porcentaje de tituladas”, nos recuerda Lucila Finkel (UCM), pero también “más infraempleo en mujeres, menores ingresos brutos”. De esta manera se explican las diferencias en los niveles de información, si las mujeres están excluidas de ámbitos científicos, del progreso de su carrera “¿por qué van a estar igualmente informadas?” y, añade Finkel, “cuando pensamos en ciencia, el hecho de que no se mencione no quiere decir que no esté presente –continúa- ¿Qué significa eso de que las mujeres estén más interesadas por salud, medicina, alimentación? ¿Acaso eso no es científico?”.

Y si prestamos atención a los niveles educativos, María Fernández Mellizo nos explica los avances: “se han reducido las brechas entre grupos en alfabetización científica, sobre todo en la edad”. Pero lanza una advertencia a tener en cuenta, aunque se salven los que tienen estudios universitarios: “al abandonar la escuela hay un efecto olvido de lo aprendido”.

La esperanza está no obstante en estas nuevas generaciones. “Entre los 15 y los 24 años la población española se sitúa en el mismo interés que otros países. Casi uno de cada 3 chavales manifiesta estar interesado por la ciencia”, afirma José Ignacio Fernández Vera, director de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología que realiza la encuesta y ha publicado el libro “Percepción social de la CyT”. Y eso que la “divulgación de la ciencia tiene apenas 10 años”, nos explicaba. Quizá por ello “cada vez se consume más información científica en Internet y en redes sociales”, reconoce Gonzalo Remiro “y trabajamos en ello de forma muy activa”. Un ejemplo son los fenómenos de divulgación de jóvenes científicos de Famelab y Big Van y sus monólogos con humor y con rigor.

En este encuentro contamos con Alvaro Morales, ganador de Famelab 2015, y su monólogo mezcló Juego de Tronos con las células madres y dejo caer también que “en la ciencia hay mucho amor, como en las series”.

31 de mayo 2016, Jardin Botánico UCM



Lucila Finkel


Manuel Fernández Esquinas


María Fernández-Mellizo


Cristóbal Torres