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X. Como Velazquez assistio de orden de su Majestad al Embajador Extraordinario de Francia que vino a tratar las Bodas con la Serenísima Señora Infanta de España, Doña Maria Teresa de Austria, y de algunos Retratos que hizo Velazquez en este tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diego Velázquez, Retrato del príncipe Felipe Próspero, 1659. Viena, Kunsthistorisches Museum.

 

 

 

 

 

 

Diego Velázquez, Retrato de la infanta Margarita, de azul, 1659. Viena, Kunsthistorisches Museum.


[Volver a IX. En que se trata de la imagen del Santo Christo del Panteón y de la Venida de Moreli a España.]

 

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X. Como Velazquez assistio de orden de su Majestad al Embajador Extraordinario de Francia que vino a tratar las Bodas con la Serenísima Señora Infanta de España, Doña Maria Teresa de Austria, y de algunos Retratos que hizo Velazquez en este tiempo.

 

Volviendo pues al año de 1659, en el día 16 de octubre entró en Madrid el Mariscal Duque de Agramont, Gobernador de Verne, Burdeos y Bayona, Embajador Extraordinario del Cristianísimo Rey Luis Decimoquarto, cerca de las felices nupcias de aquella Majestad con la Serenísima Señora Doña Maria Theresa Bibiana de Austria y Borbon (entonces Infanta de España). Entró en Palacio apadrinado del Señor Almirante de Castilla. Recibióle Su Majestad en el Salón, arrimado a un bufete y en pie; y así estuvo todo el tiempo que duró la función. Estaba la Pieza de los Espejos adornada espléndida y ricamente; y debajo del dosel una silla de inestimable precio. Este adorno estuvo a cargo de Don Diego Velazquez como Aposentador Mayor, y del Tapicero Mayor. Y habiendo gustado el Monsieur Mariscal de ver de espacio el Cuarto del Rey, mandó Su Majestad a Don Diego Velazquez le asistiese con mucho cuidado, mostrándole lo más precioso y notable de Palacio. Lunes veinte de octubre, a las dos de la tarde, entró el Monsieur Mariscal en Palacio por la escalera secreta que sale al Jardín del Parque. Venía acompañado de sus dos hijos, el Conde de Guiche, Maestre de Campo de uno de los regimientos de las Guardias del Rey Cristianísimo, y el Conde de Lovini, y otros Señores. Fue Don Diego Velazquez mostrándoles todas las pie[349]zas del Palacio, en que tuvieron mucho que admirar por la multitud de pinturas originales, estatuas, pórfidos y demás riquezas de que se adorna su gran fábrica.

 

Asimismo, tuvo mucho que admirar en el adorno de las casas que visitó; y singularmente en la del Almirante de Castilla, la de Don Luis de Haro, y Duque de Medina de las Torres, Conde de Oñate, que tienen excelentísimas pinturas originales. Cuando se fue el Monsieur Mariscal a Francia, le dejó a Don Christoval de Gaviria, de la Orden de Santiago, Teniente de Capitán de las Guardias Españolas y Conductor de Embajadores, un reloj de ojo riquísimo para que se lo diese a Don Diego Velazquez.

 

Este año de 1659 ejecutó Velazquez dos retratos que su Majestad mandó hiciese para enviarlos a Alemania al Señor Emperador; el uno fue del Serenísimo Principe de las Asturias Don Phelipe Prospero, que nació el año de 1651, miércoles 28 de noviembre, a las once y media de la mañana. Es uno de los más excelentes retratos que pintó, con ser tan dificultosos los de los niños por la viveza e inquietud que tienen. Pintóle en pie y con el traje que requerían tan pocos años. Tiene junto a sí la montera con un plumaje blanco sobre un taburete raso; al otro lado una silla carmesí y sobre ella descarga blandamente la mano derecha. En la parte superior del cuadro hay una cortina; en lo distante de la pieza en que se finge, una puerta abierta, todo con extremada gracia y arte, y con aquella belleza de color y manera grande de este ilustre pintor. Sobre la silla está una perrilla que parece viva y es retrato de una que estimaba mucho Velazquez. Parece que le sucedió lo mismo que a Plubio, excelente pintor, que retrató a su querida perrilla Isa para hacerla inmortal, como lo dijo agudamente Marcial (20), y lo pudo también decir de Velazquez.

Hanc, nè lux rapiat suprema, totam;

Picta Publius exprimit tabella;

Inquà, tàm similem videbis, Issam,

Ut sit tàm similis sibi, nec ipsa.

Issam denique pone cum tabella:

Aut utramque putabis, esse pictam;

Aut utramque putabis, esse veram.

 

El otro retrato fue de la Serenísima Infanta Doña Margarita Maria de Austria, muy excelentemente pintado y con aquella Majestad y hermosura de su original. A la mano derecha está sobre un bufetillo un reloj de ébano con figuras y animales de bronce, y con muy garbosa forma. En medio tiene un círculo donde está pintado el Carro del Sol; y en el mismo círculo hay otro pequeño en el cual están compartidas las horas.

 

En este tiempo hizo otro retrato de la Reina nuestra Señora en una lámina de plata redonda, del diámetro de un real de a ocho segoviano, en que se mostró no menos ingenioso que sutil por ser muy pequeño, muy acabado y parecido en extremo, y pintado con gran destreza, fuerza y suavidad. Y cierto que quien en tan pequeño espacio infunde tanto espíritu, como se ve en este retrato, que parece (si pudieran caber celos en la naturaleza) los tuviera de él. Merece nombre inmortal con más justa razón que alabanza Merceli, de escultor famoso por haber esculpido en un hueso de una guinda un navío con todas sus jarcias, de suerte que, puesta una abeja sobre la entena, le encubría todo con sus alas, causando tanto asombro esta obra que dice Ciceron que por ella le quisieron poner en el número de los dioses; siendo así, que esto lo consigue quien tiene, junto con perspicaz vista un gran lago de flema y una delicada pintura, que [350] parezca tiene alma, la consigue el que tiene profundo ingenio con muy largo estudio, y práctica de muchos años.

 

Pocas veces tomó los pinceles Diego Velazquez después; y así podemos decir fueron estos retratos las últimas obras, y última en perfección de su eminente mano que le elevó a tan superior estimación y aprecio, habiéndole favorecido tanto a la fortuna, la naturaleza, y el ingenio, que sobre ser muy envidiado, se conservó nunca envidioso. Era muy agudo en sus dichos y respuestas. Díjole un día su Majestad que no faltaba quien dijese que toda su habilidad se reducía a saber pintar una cabeza; a que respondió: Señor, mucho me favorecen, porque yo no sé que haya quien la sepa pintar. ¡Notable efecto de la emulación en un hombre que con tan soberanos testimonios de cuadros historiados había acreditado su universal comprensión del arte, en que dejó otros tantos documentos a la posterioridad!

 

[Seguir a XI. De la merced más singular que hizo su Majestad a Don Diego Velazquez en premio de su virtud y servicios.]


 

 

 

 

 

 

 

 

Viene el Duque de Agramont a tratar las nupcias del Rey Cristianísimo con la Señora Infanta Doña Maria Theresa.

 

 

 

 

Asiste Velazquez a el Embajador de Francia, de orden del Rey.

 

 

 

 

 

 

Casas de Señores que visitó el Embajador de Francia.

 

A la despedida le dejó el Embajador un reloj de oro a Velazquez.

 

 

Retrato del Principe Prospero de mano de Velazquez.

 

Retratos de los niños muy difíciles.

 

 

 

 

Célebre reflexión sobre el retrato de una perrilla

(20) Marcial. lib. 5. Epigr.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Retrato de la Infanta Doña Margarita de Austria.

 

 

 

 

Retrato pequeño de la Reina de mano de Velazquez.

 

 

Merceli grande escultor en lo pequeño.

 

 

 

 

 

 

 

Mordacidad de los pintores.

 

Respuesta ingeniosa de Velazquez.