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Tercera parte: El primer viaje a Italia

 

 

 

Johannes Janssonius, Totius ITALIÆ nova et accurata Descriptio, 1636

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cornelis Cort, según Federico Zuccaro, Moisés y Aarón ante el faraón, 1567. 


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[TERCERA PARTE: El primer viaje a Italia]

[57r] Tenía grande deseo de ver Italia y sus grandezas, y con licencia de Su Majestad que le animó mucho y le dio 400 escudos de oro. Mandándole pagar dos años de su salario, dispuso su jornada, y despidiéndose del Conde Duque de Olivares, le dio otros 200 escudos de oro y una medalla con el retrato de Su Majestad y cartas de favor. Partió de Madrid, por orden de Su Majestad, con el Marqués Espinola, embarcándose en Barcelona día de San Lorenzo año 1629, aportó a Venecia y fue a posar en casa del embajador de España que le honró mucho y lo sentaba a su mesa, y cuando salía a ver la ciudad enviaba sus criados que fuesen con él y guardasen su persona por las guerras que había. Yendo de Venecia para Roma pasó por la ciudad de Ferrara, donde estaba por orden de Su Santidad, gobernando, el cardenal Saquete que había sido nuncio en España, a quien fue a dar unas cartas y besar la mano, del cual fue muy bien recibido, favorecido y agasajado, haciendo grande instancia que había de estar en su Palacio y comer con él. Mas usando Diego Velazquez de su acostumbrada modestia se excusó diciendo que no comía a las horas ordinarias, pero que si su eminencia era servido le obedecería y mudaría de costumbre. Oyendo esto el cardenal mandó a un gentilhombre español que le hiciese aderezar aposento para él y su criado, y con mucho cuidado le regalasen con los mismos platos que se hacían para su mesa, y que le mostrasen las cosas más particulares de la ciudad. Estuvo en Ferrara sólo dos días y la noche última que se fue a despedir del cardenal estuvo hablando con él por espacio de 3 horas, tratando de diferentes cosas, y mandó al gentilhombre que le previniese caballos para el día siguiente y que le fuese acompañando hasta un lugar llamado Cento, que dista 16 millas de Ferrara. Siguió el camino a Roma por Nuestra Señora de Loreto y Bolonia. Llegó a Roma, donde estuvo un año muy favorecido del cardenal Barberino, sobrino del Pontífice, por cuya orden fue hospedado en el Palacio Vaticano. Diéronle las llaves de algunas piezas. La principal de ellas estaba pintada al fresco todo lo alto, sobre las colgaduras de historias [58r] de la Sagrada Escritura de mano de Federico Zucaro, y entre ellas la de Moisés delante de faraón, que anda cortada de Cornelio. Dejó aquella estancia por estar muy a trasmano, y por no estar tan solo, contentándose con que le diesen lugar los guardas para entrar cuando quisiese a dibujar del Juicio de Michael Angel, o de las cosas de Raphael de Urbino, sin ninguna dificultad. Asistió allí algunos días con grande aprovechamiento, después viendo el Palacio o Villa de los Medices, que está en la Trinidad del Monte, y pareciéndole el sitio a propósito para estudiar, y pasar allí el verano por ser la parte más alta y más airosa de Roma, y haber allí excelentísimas estatuas antiguas de que contrahacer. Pidió al conde de Monterey, embajador de España, negociase con el de Florencia, le diesen lugar, y aunque fue menester escribir al mismo Duque, se facilitó esto, y estuvo allí más de dos meses, hasta que unas tercianas le obligaron a bajarse cerca de la casa del conde, el cual en los días que estuvo indispuesto le hizo grandes favores enviándole su médico y medicinas por su cuenta, mandándosele aderezase todo lo que quisiese en su casa después de regalarle mucho y con frecuentes recaudos de su parte.

Entre los demás estudios que hizo en Roma, fue un retrato suyo, que envió a su suegro Francisco Pacheco a Sevilla. Este retrato, he oído decir, que es honra de la pintura. Determinóse de volver a España por la grande falta que hacía, y a la vuelta de Roma paró en Nápoles, donde pintó un famoso retrato de la Reina de Hungría para traérselo a Su Majestad. 

 

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Diego Velázquez, Vista del jardín de Villa Medici en Roma, h. 1630. Madrid, Museo Nacional del Prado

 

Diego Velázquez, Vista del jardín de Villa Medici en Roma, con la estatua de Ariadna, h. 1630. Madrid, Museo Nacional del Prado

 

 

Diego Velázquez, Retrato de María de Austria, reina de Hungría, h. 1630. Madrid, Museo Nacional del Prado