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Ubik. Biblioteca de creación de Tabakalera (Donostia)

Javier Pérez Iglesias 16 de Octubre de 2017 a las 13:24 h

Llevaba tiempo deseando conocer Ubik, una biblioteca que ha nacido dentro de un centro cultural de reciente creación, Tabakalera, que ha estado años gestándose, sin prisas. Si Ubik fuera una receta de cocina sería una en la que se da mucha importancia a esas partes de la preparación que quedan ocultas (el sofrito, el caldo hecho con productos naturales y buenos) pero que son la base de cualquier buen plato.

 

Por fin, este verano, a comienzos de septiembre, aproveché un viaje a San Sebastián para concertar una cita y ver la biblioteca acompañado de quienes trabajan allí.

Habíamos quedado a las 11 de la mañana con Arantza Mariskal Balerdi, la directora de Ubik, y cuando llegamos la biblioteca llevaba una hora abierta y todavía estaba tranquila. Pero yo me había pasado de incógnito la tarde anterior. Quería comprobar cuánto tardaría en llegar desde el hotel. También me pareció interesante pasear y observar por mi cuenta para contrastar mis impresiones solitarias con la contextualización que iba a tener durante la visita guiada. Así que, esa tarde, pude ver la biblioteca convertida en un hervidero de gente. Algunas cosas no llegué a entenderlas bien y no sabía qué pasaba con los grupos de personas que veía aquí y allá, reunidos en torno a una mesa o alrededor de una especie de carritos repletos de artefactos y cachivaches.

Aquella mañana, a medida que fue avanzando la visita guiada, la biblioteca se fue llenando y nos fuimos encontrando con gente que utilizaba las distintas salas y los diferentes recursos que aparecían aquí y allá. Poco a poco pude ir encajando las piezas del mosaico. Ubik tiene una manera de funcionar en la que las colecciones (documentos bibliográficos pero también herramientas y tecnologías) cobran sentido en el momento en el que se utilizan y ese uso puede ocurrir en otro lugar (hay préstamo domiciliario para casi todo) pero también allí. La biblioteca ofrece experiencias que sólo ocurren en sus salas y esos encuentros se desarrollan en presencia de todo el mundo. No hay espacios cerrados para los talleres y cualquiera puede acercarse a ellos y preguntar o participar.

Hay algo sorprendente en ese espacio amplio y diáfano porque no se puede abarcar todo con la vista. Ubik se va descubriendo poco a poco y, a pesar de ser tan grande, en muchos momentos te encuentras con rincones recoletos, en los que puedes estar tranquilamente, casi escondido. Es una gran biblioteca que cada una puede convertir en su particular escritorio. Como esas representaciones de San Jerónimo que le muestran dentro de un artefacto de estudio (y pensamiento) que, a su vez, está dentro de otra arquitectura.

 

 

El santo en su estudio. Antonello de Messina (1475). National Gallery (Londres)

 

 

Si existe algo así como "un espacio para el aprendizaje" Ubik lo ha sabido materializar. Es una demostración muy clara de cómo las bibliotecas, en la era digital, siguen siendo lugares de encuentro presencial, en donde la gente aprende y hace o aprende haciendo. Por cierto, que los mismos lugares y las mismas herramientas que sirven para aprender pueden hacernos disfrutar o entretenernos, no perdamos esto de vista. Es algo que va más allá del aprender jugando y que me parece que es uno de los retos de las bibliotecas académicas actuales. Lo mismo que debemos dar respuesta a las necesidades de trabajo en grupo y a los espacios que cada usuario, individualmente, puede convertir en propios.

Somos bibliotecas del siglo XXI, decimos, pero nuestros espacios y el diseño de los muebles y la manera de mostrar nuestra oferta de recursos es muy del siglo pasado... ¡O del propio siglo XIX pero sin el glamour de lo antiguo!

Pero volvamos a la "experiencia Ubik" en donde encontramos unos 20.000 documentos (libros, revistas, fanzines, etc.) en libre acceso. No hay depósitos, no existe el concepto de depósito. Es verdad que es una biblioteca muy joven, se abrió al público el 18 de marzo de 2016, pero es muy interesante que nazca con ese espíritu que debería ser el nuestro como bibliotecas académicas. No tiene ningún sentido que lo que creemos que es útil para la gente, y lo que más nos demandan, esté en un espacio al que no pueden acceder directamente. Bueno, ese es un temazo, en sí mismo, que desde luego la BUC no tiene resuelto.

A pesar de que 20.000 documentos son muchos, en algunos momentos del recorrido, visual o caminando, ves otras cosas que llaman más la atención: máquinas, juegos de mesa, carros cargados de dispositivos, instrumentos musicales, impresoras 3D, ordenadores, máquinas de escribir (que los niños llaman "ordenadores sin pantalla"), materiales de edición, pantallas para ver cine... Sí, Ubik es un makerspace. Pero no tiene vergüenza de su nombre y se llama "Biblioteca de creación" después de ese "Ubik" que es un nombre propio (mucha gente piensa en un acrónimo de palabras en euskera) y que tiene reminiscencias de ciencia ficción.

Es una biblioteca especializada en arte y cultura contemporánea con unas líneas claras de trabajo: el pensamiento contemporáneo, las artes, la tecnología, el audiovisual, el sonido y los videojuegos. Esas grandes áreas conforman la organización de los materiales pero también la especialización de quienes trabajan allí. Por supuesto que hay bibliotecarias, especialistas en catalogación y en organización de la información, pero conviven con otros profesionales especializados en creación de audiovisuales, en arte sonoro, en programación de videojuegos, en autoedición... Y es que Ubik no sólo ofrece herramientas y documentos sino que permite reservar tiempo de esas personas que te enseñan, individualmente o en grupo, lo que tú quieras aprender. Claro, nosotros somos una biblioteca universitaria, de titularidad pública, y la institución no permite contratar perfiles variados. Bueno, en la actualidad hasta la propia contratación de bibliotecarios está limitadísima. Pero la rigidez de la administración tiene sus fisuras y podemos hacer que, temporalmente, haya gente ofreciendo servicios en la biblioteca a los que pagamos para hacer talleres o dar cursos, por ejemplo.

Volvamos a la biblioteca de Tabakalera, en donde tanto los materiales bibliográficos como la tecnología que se ofrece alcanzan muchos niveles de complejidad y especialización. Podría ser una biblioteca académica del área de humanidades y artes plásticas. De hecho, me encontré con una artista, profesora e investigadora en nuestra Facultad, que está haciendo la tesis y que, como tiene familia en Donostia, utiliza Ubik como biblioteca de investigación cuando está allí.

La particularidad de esta biblioteca de creación es que está abierta a todo el mundo. No hay distinciones de edad ni de formación. Puedes ir allí a aprender algo que te interesa o a utilizar las colecciones y los recursos tecnológicos para hacer algo que ya conoces y dominas. Un aspecto muy interesante es que no hay diferenciación de espacios entre niños y adultos. Esos usuarios se mezclan por todas las salas y secciones. Es algo que nos debería hacer que repensáramos nuestra biblioteca, en la que todavía se conservan algunos espacios cerrados sólo para investigadores/profesores.

Tampoco hay una delimitación clara entre las zonas de trabajo de quienes forman la plantilla de Ubik y los espacios para usuarios. Es verdad que nada más entrar hay una gran cubo de cristal (sin puertas) en donde hay mesas para el trabajo de los bibliotecarios pero está abierto a quienes quieran transitar por allí. No es que se utilice de manera preferente para ir de un lado a otro del espacio central pero a veces la gente entra y lo atraviesa o se acerca a preguntar. Aunque la verdad, una gran parte del personal de Ubik está en las salas y se les distingue porque llevan un delantal o un chaleco con un gran bolsillo en el que guardan su principal herramienta de trabajo: una tablet.

Dicen en su web que "el conocimiento compartido, la colaboración y la co­creación conforman la base de Ubik" y así es porque todo propicia el encuentro entre las personas y el intercambio de saberes.

Una anécdota que nos contaron esa mañana puede ilustrar mejor las cosas que allí ocurren. Un usuario llegó un día interesado en consultar la prensa diaria. Le tuvieron que informar que ya no la tenían en papel pero que había tablets y ordenadores para que pudiera verla en ellos. Aunque la primera reacción fue de cierto disgusto, "ya soy mayor para dejar de leer la prensa en papel", regresó otro día pidiendo ayuda para aprender. Cuando llevaba un tiempo viniendo por la biblioteca, convertido ya en un lector de prensa digital, descubrió una de las actividades que se desarrollan allí. Consiste en que todas los meses se reúne gente para aprender/enseñar a reparar cosas de la vida cotidiana. Desde pequeños electrodomésticos a otros materiales del hogar que a veces tiramos porque se han estropeado pero que podrían tener arreglo. "El señor de la prensa" se fijó en cómo funcionaba y se ofreció a enseñar a arreglar paraguas porque él había trabajado en un negocio que los arreglaba durante toda su vida laboral. Este taller, que se hace todos los segundos sábados de mes, de 10 a 14, se llama "Horkonpon" y es una de las muchas actividades prácticas y participativas que ofrece Ubik.

 

 

 

Yo me pregunto si, como biblioteca académica, no deberíamos estar ofreciendo la posibilidad de aprender practicando. Las carreras de carácter práctico cuentan con laboratorios, talleres, etc., pero la biblioteca debería proporcionar sus propios espacios de experimentación.

La anécdota del lector de prensa convertido en lector digital y que arreglaba paraguas es una de las muchas que pude conocer en la visita pero ilustra muy bien cómo funciona Ubik y lo que podemos aprender allí como bibliotecarias. Están atentos a lo que la gente pide y también a poner en relación a unas personas con otras. No sólo se puede aprender de los libros y de los documentos que ofrecemos sino que podemos propiciar espacios de aprendizaje en donde las unas aprendamos de las otras. Relacionado con esto está su organización de "Bibliotecas humanas". Esta iniciativa surgió en los países nórdicos a comienzos de los dos miles y se ha extendido por otros países. En estas bibliotecas lo que los usuarios encuentran son personas con algo que contar sobre sus vida y con las que pueden disponer de un tiempo para sentarse, escuchar y conversar. Las personas son los libros pero no a la manera de Fahrenheit 451, en donde se aprendían de memoria los textos, sino contando cosas de su propia vida. Hay una experiencia muy interesante en la Biblioteca Vasconcelos de Ciudad de México.

En esta cuestión de las Bibliotecas humanas creo que, como biblioteca académica, podemos aportar mucho ofreciendo a la comunidad universitaria la posibilidad de conocerse, de descubrir en su seno vidas e historias insospechadas. También podemos contribuir a que entren en la universidad vidas y experiencias de otros ámbitos o para que la gente, cualquiera, pueda venir al campus, pueda acercarse a nuestras bibliotecas, y conocer, a través de otras personas, de qué va la vida universitaria.

¿No molaría una gran Biblioteca humana organizada por toda la BUC? Es algo que serviría para cualquier disciplina y área de conocimiento porque estas prácticas apelan a unas formas de conocimiento transversales. En todo caso, aún en las disciplinas más "duramente" científicas se está viendo la necesidad de que haya emoción para transmitir el conocimiento.

¿No podrían las bibliotecas de ciencias organizar encuentros de "humor científico"? ¿O talleres sobre eso? Si las bibliotecas son para toda la vida deberíamos ser capaces de propiciar experiencias que hagan que nuestros usuarios las sientan así. Que recuerden lo que aprendieron, experimentaron y vivieron en la biblioteca como algo que les acompañará siempre. También para que nos vean y utilicen como lugares que ellos mismos contribuyen a construir.

Conocer Ubik ha sido para mi una experiencia muy especial. Me ha hecho pensar y ha removido mis ideas sobre cómo organizar la biblioteca más que ninguna visita reciente a otras bibliotecas académicas. Creo que debemos mirar lo que está ocurriendo en lugares como este que, sin ser bibliotecas universitarias, dan servicios de calidad, muy especializados, a una amplia franja de la sociedad. En principio nuestra comunidad de usuarios es muy concreta (PDI, estudiantes y PAS de nuestra universidad) pero sus necesidades son más diversas y complejas de lo que en principio podríamos pensar. Además, abrirnos a otros públicos no sería algo descabellado cuando podemos comprobar que nuestros espacios, salvo algunos y en determinadas épocas del año, no tienen un uso intensivo. Algo similar sucede con nuestros servicios. Algunos se usan cada vez menos y otros tienen una demanda creciente (o podrían tenerla) y no somos capaces de dar una respuesta adecuada.

Me gustaría recomendaros a todos, bibliotecarios complutenses, una visita a Ubik. Mientras tanto, como complemento de esta crónica apresurada, os dejo aquí unos enlaces en donde se desarrolla mucho más, y mejor, lo que se puede encontrar y experimentar en esa biblioteca: "Ubik, Biblioteca de creación de Tabakalera" y "Primer aniversario de Ubik".

¡Ah! Y el 15 de noviembre, en las XIX Jornadas de Gestión de la Información que organiza SEDIC, participará Arantza Mariskal Balerdi. ¡No se la pierdan!

 

 

 

 

 

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Comentarios - 3

Raquel Gañán

3
Raquel Gañán - 17-10-2017 - 09:36:21h

Gracias Javier por acercarnos a Ubik y enseñarnos cómo lo hacen otros compañeros.
Estoy totalmente de acuerdo con ofrecer a nuestros usuarios biblotecas distintas a las actuales, donde se aprenda haciendo y disfrutando.
Tendremos que trabajar para ello. Un abrazo bibliotecario

Segun

2
Segun - 16-10-2017 - 20:31:13h

Muy bonita tu experiencia en Ubik, gracias por compartirla.Colaborar, compartir y disfrutar. Iremos a visitarla en cuanto podamos.

Oliver

1
Oliver - 16-10-2017 - 17:00:50h

Estupendo post. Sin duda necesitamos repensar los espacios, ahora más que nunca y antes de que sea tarde.
Ya tenía en mente esa visita, prometo acercarme en mi próximo viaje a tierras euskaldunas ;)

 

Gracias Javier, muy inspirador.


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