Estado de la cuestión

San Pedro de Siresa: estado de la cuestión

Esther Lozano López

 

Tradicionalmente se ha aceptado que este emblemático monasterio de singulares dimensiones tiene vínculos directos con la monarquía, pero ya desde los primeros estudios no hay acuerdo sobre el alcance de esta relación ni sobre quien pudo contribuir a la construcción de la monumental iglesia que se conserva en la actualidad. La comprensión de la promoción y, por tanto, de la cronología es, a fecha de hoy, un tema pendiente[1]. Tampoco hay consenso acerca de las etapas constructivas, las vinculaciones arquitectónicas, la función del cuerpo occidental, el aspecto original de la cubierta del crucero, la presencia de la cripta y la tradición a la que corresponden los restos del edificio encontrado en las excavaciones de 1991[2].

Parte de la confusión y la dificultad de análisis nace de las reformas de los siglos XIII y XVI y de las exageradas restauraciones a las que se ha sometido la fábrica[3] (especialmente en la segunda mitad del siglo XX), pero la falta de una sistemática revisión de las fuentes y la carencia de un profundo análisis de los vestigios arquitectónicos en su contexto artístico han impedido proponer una explicación satisfactoria para el conjunto. Aunque en general prevalece la opinión de que se trata de una edificación románica de finales de la undécima centuria, algunos autores, al otorgar más importancia a los documentos escritos que a las consideraciones artísticas, avanzan su cronología y establecen una discutida propuesta de datación en época carolingia.

Desde los siglos XVI, XVII y XVIII, con Gerónimo Blancas, Juan Bautista Labaña, Domingo Larripa, José Pellicer, Lamberto de Zaragoza o Joaquín Traggia, aparecen breves menciones sobre el edificio y se destaca tanto su fundación en tiempos de los visigodos como su esplendor en el siglo IX[4]. No obstante, hay que esperar hasta principios del siglo XIX para que las referencias sean algo más detalladas. Precisamente Ramón de Huesca es uno de los primeros en ofrecer las medidas del templo, apoyarse en los documentos para rebatir la antigüedad visigoda, suponer que la iglesia actual fue construida en época de Ramiro I y Sancho Ramírez, y destacar la secularización y el comienzo de su decadencia a partir de 1063[5].

En dos artículos publicados en 1914 y 1919, Ricardo del Arco recoge estas ideas y aporta noticias de archivo para afianzar la teoría de que el templo se erige en el siglo XI[6]. En 1914 escribe “fue levantada en tiempos del rey D. Ramiro I”, mientras que en 1919 se desdice “yo descarto al rey Ramiro I y me inclino a Sancho Ramírez”, y por tanto data la construcción hacia momento en que se le concede el título de capilla real y se somete a la regla de San Agustín (1082). En la primera mitad del siglo XX no aparecen demasiadas referencias al margen de estos estudios y de la debatida propuesta de Walter Muir Whitehill en la que se formula un acercamiento de Siresa al grupo de iglesias del Serrablo (que para él derivan en lo esencial del románico catalán)[7]. Esta hipótesis de vinculación será recogida más tarde por José Gudiol, Juan Antonio Gaya Nuño y Fernando Galtier (quien la adopta con matices como el cambio de denominación por el de románico-lombardo y la negación del reflejo de lo catalán).

Entre los años 50 y 70 las interpretaciones se multiplican[8]. Y de esta época cabe destacar la propuesta poco concreta de Kenneth John Conant de establecer afinidades languedocianas y la problemática acerca de la función de la tribuna planteada por René Crozet. También resultan interesantes las aportaciones de Ángel Canellas y Ángel San Vicente quienes, a diferencia de Del Arco, consideran que la “obra prerrománica” se empieza por el “corredor de entrada”, señalan que en 1077 se introduce la comunidad de canónigos regulares agustinianos y consideran que a comienzos del siglo XII “la anteiglesia de tipo post-carolingio fue alterada”.

Llegada la década de los 80, etapa de la publicación ampliada y revisada del cartulario de Siresa, aparece el análisis más extenso del monumento[9]. Pese a que el título de la obra escrita en 1989 por Antonio Durán hace referencia a una monografía, en ella se estudian principalmente las iglesias del Serrablo (a las que considera de carácter mozárabe, tal y como publicó ya en 1973) y se incluye el monasterio por cronología. Durán enfatiza el esplendor monástico de la mitad del siglo IX e imagina que el edificio actual, dotado de tres naves en origen, es carolingio (realizado entre 833-840), de manera que explica las peculiaridades del alzado (tribuna y supuesto cimborrio) en relación con los modelos europeos. Además, la revisión documental le convence de que durante la sumisión al poder laico (del 921 al 1145) la iglesia no pudo prosperar.En esta misma línea, Antonio Ubieto acota las fechas de la fundación a los años 809-814 “seguramente para conmemorar la derrota de Roldán en sus proximidades”. Por su parte Carol Heitz afirma que la reconstrucción de la iglesia en tiempos de Sancho Ramírez con su peculiar cuerpo occidental “denota una influencia carolingia indiscutible”.

Desde 1990, a raíz de las restauraciones más recientes, comienza un periodo de polémica exacerbada y se enfatizan interpretaciones diametralmente opuestas[10]. Aunque la contestación de Bernabé Cabañero, Juan Francisco Esteban y Manuel García a la tesis formulada por Durán adolece de una contradicción (Cabañero y García Guatas datan la cabecera como inicio de la fábrica en tiempos de Ramiro I, mientras Esteban cree que el edificio no puede ser anterior a finales del siglo XI), hay unanimidad al analizar y criticar las restauraciones efectuadas en el siglo XX, concretamente la de 1990 en la que se proporcionó un “falso aspecto de construcción carolingia”[11].

Si bien en este siglo resulta sorprendente el escaso interés por el conjunto[12], destacan algunas reflexiones como las de Luis García-Guijarro, quien considera que la reactivación monárquica del centro sirense “pudo servir de freno a las protestas del prelado de Jaca, García, por merma de su jurisdicción”[13], las de Javier Martínez de Aguirre, quien desde un profundo análisis histórico-artístico rechaza que la iglesia actual sea de tiempos de Ramiro I o Sancho Ramírez[14], y las de Milagros Guardia quien ha reivindicado el protagonismo del Alfonso I en su terminación[15].

El repaso a la historiografía permite subrayar que muchas referencias están en la línea de lo publicado a principios del siglo XX y que apenas se ha prestado atención a esta obra desde el ámbito internacional[16]. Sin duda, es el momento de revisar los datos materiales y documentales de esta iglesia que no cuenta con paralelos en el marco peninsular, aspecto que se ha llevado a cabo en el más reciente estudio sobre San Pedro de Siresa realizado por Javier Martínez de Aguirre, Esther Lozano y Diana Lucía[17].


[1] Esta investigación se enmarca en las actividades del proyecto de investigación Arte y monarquía en el nacimiento y consolidación del reino de Aragón (1035-1134), HAR2009-08110, perteneciente al Programa Nacional de Proyectos de Investigación Fundamental del VI Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2008-2011, financiado inicialmente por el Ministerio de Ciencia e Innovación y posteriormente por el Ministerio de Economía y Competitividad.

[2] De hecho, la falta de acuerdo se amplía a los orígenes del monasterio y a la identificación de la comunidad de “cien hermanos” visitada por Eulogio de Córdoba. Autores como Lacarra, J. M., “Aragón en el pasado”, Aragón. Cuatro ensayos, Zaragoza, 1960, I, pp. 136 y 141-143 explican que se trata de una fundación carolingia, mientras otros como Corral, J. L., “El proceso de centralización de los monasterios aragoneses entre los siglos IX y X”, Homenaje a D. Antonio Durán Gudiol, Huesca, 1995, pp. 229-242, consideran que su creación se debió a la iniciativa del conde Galindo Garcés y sirvió de refugio a clérigos que abandonaban las tierras ocupadas por los musulmanes. La espléndida biblioteca (mencionada por Eulogio) que contaba con obras de Virgilio, Avieno, Porfirio, Juvenal, Horacio, San Agustín o Adelhelmo ha sido identificada por algunos autores como la de Braulio traída desde Zaragoza. Sobre la polémica véase, entre otros: Madoz, J., “El viaje de San Eulogio a Navarra y la cronología en el epistolario de Eulogio de Córdoba”, Príncipe de Viana, 6 (1945), pp. 415-423; Vázquez de Parga, L., Textos históricos en latín medieval, siglos VIII-XIII, Madrid, 1952; Lambert, E., “Le voyage de saint Euloge dans les Pyréneés en 848”, Homenaje a Ramón Menéndez Pidal, vol. IV, Madrid, 1953, pp. 557-567; Elgorria, C. L, “Una difícil cuestión histórica y artística solucionada por la paleografía la carta de san Eulogio a Wilesindo: no serasiensis, sino sacariensis o seburiensis”, Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 43-44 (1982), pp. 221-228; y Aillet, C., Les mozarabes. Christianisme, islamisation et arabisation en Péninsule Ibérique (IXè-XIIè siècle), Madrid, 2010.

[3] Recién entrado el siglo XIX consta que “se han derruido enteramente las obras que habia enlazadas con la Iglesia, y esta amenaza ruina si no se acude luego á repararla”: Huesca, R. de, Teatro historico de las Iglesias del reyno de Aragón. De la santa iglesia de Jaca, vol. VIII, Pamplona, 1802, p. 429.

[4] Blancas, G., Aragonensium rerum commentarii, Zaragoza, 1588 (traducción 1878), pp. 50, 82, 93; Labaña, J. B., Descripción del Reino de Aragón, Zaragoza, 1619, jornada del lunes 22 de noviembre de 1610 (facsímil de 2006, pp. 38-39); Larripa, D., Defensa historica por la antiguedad del reino de Sobrarbe, Zaragoza, 1675, pp. 482-493; Pellicer de Ossau Salas, J., Anales de España, vol. V, Madrid, 1681, 52-53, p. 233; Larripa, D., Corona Real del Pireneo establecida y disputada, Zaragoza, 1685, lib. I, pp. 112, 115, 117, 118, 132; idem, lib. III, pp. 150, 152, 153, 156, 170, 171, 198, 210, 268, 279, 295; Zaragoza, L. de, Teatro historico de las iglesias del reyno de Aragón, vol. II, Pamplona, 1782, p. 215; y Traggia, J., Aparato a la Historia Eclesiástica de Aragón, vol. I, Madrid, 1791, p. 60, quien lamentablemente de sus seis días pasados en el monasterio sólo dice “ví lo que había de ver”; en idem, vol. II, Madrid, 1792, p. 218 escribe “monasterio célebre en tiempos de San Eulogio, en el valle de Hecho, es San Pedro de Siresa, patria de Don Alonso el batallador”.

[5] Huesca, R. de, Teatro historico de las Iglesias del reyno de Aragón. De la santa iglesia de Jaca, vol. VIII, Pamplona, 1802, pp. 423-429 y 488-495; Fernández González, J., Crónica de la provincia de Huesca, Madrid, 1866, pp. 29-30, 61-62; e Ibarra y Rodríguez, Documentos correspondientes al reinado de Ramiro I desde 1034 hasta 1063, Zaragoza, 1904, pp. 38-41. Esta cronología acepta la tradición del siglo XV recogida en un documento en el que se menciona per Reimundum et Sancium reges Aragonum illustres digne recordationis herecta et fabricata fuerit: Madrid, BN, m. 746, f. 130, siglo XVII.

[6] Del Arco, R., “El monasterio de Siresa”, Linajes de Aragón,5 (1914), pp. 317-334; idem, “El real monasterio de San Pedro de Siresa, capilla real de Aragón. Una iglesia inédita del siglo XI”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 27 (1919), pp. 270-305 (cronología en p. 300-301). Este autor, además propone tres etapas correspondientes a la cabecera, la nave y el pórtico (con tribuna y campanario del siglo XVIII).

[7] Torres Balbás, L., “La escultura románica aragonesa y el crismón de los tímpanos de las iglesias de la región pirenaica”, Archivo Español de Arte, 2 (1926), pp. 287-291 (espec. p. 290); Lampérez, V., Historia de la Arquitectura cristiana española en la Edad Media, vol. I, Valladolid, 1999 (1930), p. 685; Del Arco, R., El arte románico en la región pirenaica especialmente en Aragón, Zaragoza, 1932, pp. 75-77, 79, 81, 88, 89, 122, 125, 132, 135, 136; Íñiguez, F. y Sánchez Ventura, R., “Un grupo de iglesias del alto Aragón”, Archivo Español de Arte, 9 (1933), pp. 215-235 (espec. p. 217); Whitehill, W. M., Spanish Romanesque Architecture of the Eleventh Century, Oxford, 1941, pp. 259-262; Del Arco, R., Catálogo monumental de España. Huesca, Madrid, 1942, pp. 71 y 327-335; Canellas, Á., “Un documento original de Sancho Garcés II Abarca”, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, I (1945), p. 149; y Gudiol Ricart, J. y Gaya Nuño, J. A., Arquitectura y escultura románicas, vol. V de Ars Hispaniae, Madrid, 1948, pp. 117-119.

[8] Del Arco, R., “Fundaciones monásticas del Pirineo de Aragón”, Príncipe de Viana, 13 (1952), pp. 263-338 (espec. pp. 265, 270, 279, 281, 286-287, 290-291, 294, 300, 308-310, 315, 327 y 336); Durán Gudiol, A., “Notas de archivo”, Argensola, 25 (1956), pp. 93-99; Albareda, J. y Blasco, J., Monumentos declarados histórico-artísticos en Huesca y su provincia, Zaragoza, 1957, p. 60; Conant, K. J., Arquitectura carolingia y románica (800-1200), Madrid, 1995 (1959), p. 339; Ubieto, A., Cartulario de Siresa, Zaragoza, 1960; Durán Gudiol, A., La iglesia de Aragón durante los reinados de Sancho Ramírez y Pedro I (1062?-1104), Roma, 1962, pp. 131 y 179-181; idem, “Las bibliotecas esclesiásticas de la Diócesis de Jaca a finales del siglo XV”, Argensola, 49-50 (1962), pp. 63 y 94; Ubieto, A., Cartulario de San Juan de la Peña, vol. I, Valencia, 1962, pp. 19-21, 25, 29 y 92; idem, vol II, Valencia, 1963, p. 190; Durliat, M., L’art roman en Espagne, París, 1962, p. 63; Ubieto, A., “La derrota de Carlomagno y la ‘Chanson de Roland”, Hispania, 23 (1963), pp. 3-28; Crozet, R., “L’église abbatiale de Siresa (Huesca)”, Bulletin Monumental, 122 (1964), pp. 161-169; Durán Gudiol, A., Colección Diplomática de la Catedral de Huesca, vol. I, Zaragoza, 1965, pp. 8, 20-25, 35, 38, 62-63, 80-82, 138 y 144-145; Chueca, F., Historia de la Arquitectura Española. Edad Antigua y Edad Media, Madrid, 1965, p. 185; Íñiguez, F., “El monasterio de San Salvador de Leyre”, Príncipe de Viana, 104-105 (1966), pp. 189-211 (espec. pp. 196 y 201); Canellas, Á. y San Vicente, Á., Aragón románico, Madrid, 1979 (1971), pp. 273-281; Buesa, T., “En torno a un inventario siresano de 1266 (dudas léxicas aclaradas por Berceo), Berceo, 94-95 (1978), pp. 191-232; y Ubieto, A., Los "tenentes" en Aragón y Navarra en los siglos XI y XII, Valencia, 1973, pp. 161, 190, 272 y 234.

[9] Momento que coincide con la proliferación de estudios que, de manera directa o tangencial, se ocupan de Siresa: Heitz, C., “Éléments carolingiens dans l’architecture méditerranéenne”, Les Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 12 (1981), pp. 111-121 (espec. 119); Martín Duque, A. J., Documentación medieval de Leire (s. IX A XII), Pamplona, 1983, p. 30, 44-45, 168, 172, 231, 269, 301 y 317; Domínguez, A., Magallón, M. A., y Casado, M. P., Carta arqueológica de España. Huesca, Huesca, 1984; Ubieto, A., La chanson de Roland y algunos problemas históricos, Zaragoza, 1985; idem, Cartulario de Siresa, Zaragoza, 1986 (revisa la publicación de 1960); Enríquez de Salamanca, C., Rutas del románico en la provincia de Huesca, Madrid, 1987, pp. 55-57; Ubieto, A., “La documentación relativa a construcciones de iglesias en Aragón durante los siglos IX y X”, Homenaje a D. Federico Balaguer Sánchez, Huesca, 1987, pp. 37-42; Cobreros, J., Itinerarios románicos por el Alto Aragón. El símbolo como expresión de lo sagrado, Madrid, 1989, pp. 99-100; y Durán Gudiol, A., El monasterio de San Pedro de Siresa, Zaragoza, 1989 (espec. 9-24 y 30-49).

[10] Cabañero, B., Esteban Lorente, J. F., y García Guatas, M., “Siresa. Crónica de una restauración polémica”, Artigrama, 6-7 (1989-1990), pp. 241-296; Durán Gudiol, A., “El cimborrio de San Pedro de Siresa”, El Día, 9 de agosto de 1990; Alcubierre, A. y Durán Gudiol, A., “La restauración de la iglesia de Siresa”, Diario del Altoaragón, 4 de octubre de 1990; idem, “La restauración de Siresa”, El Día, 5 de octubre de 1990; Lema, J. Á., Colección diplomática de Alfonso I de Aragón y Pamplona (1104-1134), San Sebastián, 1990, pp. 100-102, 159, 197, 328, 331, 333 y 407-408; Durán Gudiol, A., “Dos cuestiones sobre el monasterio de San Pedro de Siresa”, Príncipe de Viana, 193 (1991), pp. 7-13; idem, “Monasterios y monasteriolos en los obispados de Pamplona y Aragón en el siglo XI”, Príncipe de Viana, 193 (1991), pp. 69-88; Laliena, C. y Sénac, P., Musulmans et chrétiens dans le haut Moyen Âge : aux origines de la Reconquête aragonaise, París, 1991, pp. 78-80, 82 y 84-85; Galtier, F., “Le corps occidental des églises dans l’art roman espagnol du XIème siècle : problèmes de réception d’un modèle septentrional”, La Façade romane. Actes du Colloque international. Poitiers, 26-29 septembre 1990, Cahiers de Civilisation Médiévale,34 (1991), pp. 297-307 (espec. 304, 305 y 307); Puertas, R., Excavaciones arqueológicas en San Pedro de Siresa, Huesca, 1991; Durán Gudiol, A., “Una polémica sobre la iglesia de San Pedro de Siresa”, Heraldo de Aragón, 7 de enero de 1992; idem, “Descubierto el primitivo claustro de la iglesia de San Pedro de Siresa”, Heraldo de Aragón, 2 de febrero de 1992; Puertas, R., Excavación de San Pedro de Siresa, Huesca, 1993; idem, “Planteamiento general de las excavaciones de San Pedro de Siresa”, Arqueología Aragonesa. 1991, Zaragoza, 1994, pp. 171-179; Yarza, J., Arte y Arquitectura en España. 500-1250, Madrid, 1994 (1979), p. 216; Esteban Lorente, J. F., “El laberinto de la iglesia de San Pedro de Siresa”, Artigrama, 11 (1994-1995), pp. 511-516; Corral, J. L., “El proceso de centralización de los monasterios aragoneses entre los siglos IX y X”, Homenaje a D. Antonio Durán Gudiol, Huesca, 1995, pp. 229-242; Lacarra, M. C., “El Cristo de San Pedro de Siresa (aproximación a su estudio)”, Homenaje a D. Antonio Durán Gudiol, Huesca, 1995, pp. 483-498; Canellas, Á. y San Vicente, Á., Rutas románicas en Aragón, Madrid, 1996, pp. 106-113; Español, F., “Massifs occidentaux dans l’architecture romane catalane”, Les Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 27 (1996), pp. 57-77 (espec. 57); Sénac, P., “Estudio sobre los primeros condes aragoneses”, Aragón en la Edad Media, 14-15 (1999), pp. 1501-1506 (espec. 1504-1505); Ubeira, J. L., Siresa: el lugar, la historia, la leyenda, Huesca, 1999; y Puertas, R., “Iglesias prerrománicas hispánicas (siglos VIII al XI). Ensayo de tipología arquitectónica”, Mainaké, 22 (1999-2000), pp. 139-198 (espec. 143, 148, 166 y 190- 191).

[11] Todos coinciden en que el primitivo edificio desapareció en la razzia del 999 y en 2007 Cabañero escribe que los restos encontrados en las excavaciones de 1991 corresponden a la iglesia erigida entre los años 1020 y 1030 tras la destrucción del monasterio por al-Mansur: Cabañero, B., “Precedentes musulmanes y primer arte cristiano”, Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII, Zaragoza, 2007, pp. 207-247 (espec. 226, 229 y 235).

[12] Aramendía, J. L., El románico en Aragón. Cuenca del Aragón y el Arba, vol. V, Zaragoza, 2001, pp. 85-90; Pérez Monzón, O., Rutas del románico en Aragón, Madrid, 2001, pp. 81-83; García Guatas, M., El arte románico en el Alto Aragón, Zaragoza, 2002 (1997), pp. 72-75; Laliena, C., “Problemas historiográficos de la Alta Edad Media aragonesa: una revisión crítica”, Argensola, 113 (2003), pp. 13-35; Lema, J. Á., Alfonso I el Batallador rey de Aragón y Pamplona (1104-1134), Gijón, 2008, pp. 101, 165, 168, 343, 384; y Buesa, D., “La iglesia de San Pedro de Siresa”, Diario del Alto Aragón, 22 de junio de 2008.

[13] García-Guijarro, L., “El papado y el reino de Aragón en la segunda mitad del siglo XI”, Aragón en la Edad Media, 18 (2004), pp. 245-264 (espec. 261-262).

[14] Martínez de Aguirre, J., “En torno a la arquitectura de las canónicas románicas hispanas no episcopales”, Entre el claustro y el mundo. Canónigos regulares y monjes premonstratenses en la Edad Media, Aguilar de Campoo, 2009, pp. 91-124 (espec. 93-94 y 96); e idem, “Arquitectura y soberanía: la catedral de Jaca y otras empresas constructivas de Sancho Ramírez”, Anales de Historia del Arte,181 (2011), vol. extr. (2), pp. 181-248 (espec. 185, 191, 198-200, 209, 238, 239 y 243).

[15] Guardia, M., San Baudelio de Berlanga, una encrucijada, Barcelona, 2011, pp. 115, 151 y 152

[16] De hecho, de los últimos años solo destaca: Mann, J., Romanesque architecture and its sculptural decoration in Christian Spain 1000-1120. Exploring frontiers and defining identities, Toronto, 2009, pp. 79 y 109.

[17] Martínez de Aguirre, J., Lozano, E., y Lucía, D., “San Pedro de Siresa y Alfonso el Batallador”, en Monumentos singulares del románico. Nuevas lecturas sobre formas y usos, Aguilar de Campoo, 2012, pp. 137-177. Este texto (que se presenta en la web del proyecto) es el que se ha reducido y modificado para la publicación.