Grupos de investigación

Martín Rodríguez Gaona



Martín Rodríguez-Gaona es un poeta, ensayista y traductor hispanoperuano. Entre sus libros están Pista de baile (1997), Parque infantil (Pre-Textos, 2005), Códex de los poderes y los encantos (Olifante, 2011),  Madrid, línea circular (La Oficina, 2013, Premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad) y Motivos fuera del tiempo: las ruinas (Pre-Textos, 2020) y los ensayos Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2010) y La lira de las masas. Internet y la crisis de la ciudad letrada (Páginas de espuma, 2019, X Premio Málaga). También ha publicado la antología Decir mi nombre. Muestra de poetas contemporáneas desde el entorno digital (Milenio, 2019).                                                                                     

Instagram: rodgao13 


LA DUEÑA Y LOS ALTOS OFICIOS

 

Componían en verso las hazañas y proezas

de sus Héctores y Aquiles.

Y como el mundo da vueltas, también

da vueltas la luz.

 

Historias de batallas y supervivencia, registros

de muertes

y nacimientos, amores perdidos. Invocaciones

de caza y cosecha,

aventuras increíbles,

la voz de antiguos códices, aquella mujer

se te va de la boca.

Fábulas,

rondas de espejos quebrando espejismos,

predicciones recientes

sobre el clima. Tenebrosos relatos

que fascinan a los débiles.

Alguna canción.

 

Historias:

el hilo que hilvana a las diferentes tribus.

 

Y sobre los poemas que le mostré, ¿tendría

la amabilidad de entregármelos? Y sin molestarse

en comentarlos,

pues fue la situación humana y no la literaria

la que motivó mi llamada y posterior visita.

 

Por lo demás,

cada día estoy más consciente de que mi preocupación

real es ser mujer

antes que poeta, y así me importa mucho menos

publicar que tener una vida digna,

mínimamente.

 

El cementerio Highgate,

36 acres de extensión,

fue inaugurado en 1839 y contiene la arquitectura

funeraria

más importante de la era victoriana.

 

La primera esposa de Charles Dickens está allí,

y también la hermana de Dante

       Gabriel Rossetti

Christina, poeta de méritos propios.

 

El más célebre de todos los residentes de Highgate

es Karl Marx (died 1883, aged 63),

quien solicitó una tumba modesta,

acorde

con sus ideales proletarios. Marx está enterrado

al lado de su ama de llaves, Helene Demuth,

a quien dejó embarazada.

 

Aunque sólo admitió el asunto

desde su lecho de muerte a Eleonor, la hija

de Marx, en 1895,

Friedrich Engels

asumió la paternidad.

 

Dic nobis, Maria,

quid vidisti in via?

 

Años después,

al descubrir que su marido se había casado

con otra mujer,

Eleonor se suicidó. Sus cenizas descansan

en Highgate, junto a las del ama de llaves.

 

Cansada de buscar en los hombres aquello

que no soy,

observo en mi interior para intentar hallarme.

 

Mítines,

revoluciones, golpes de estado,

escándalos agitándose en ropas de baño:

nínfulas que animaban una aburrida ciudad.

 

Los últimos exponentes de la burocracia ilustrada.

 

En el Sayumi,

bar-chifa-oficina del congreso,

los amigos ´componían´ el mundo:

Tácticas para el apoyo de Fidel

en la Guerra del Golfo

 

“Preferible bombardear Miami y esperar

una muerte digna”.

 

Sin lugar para el humor

los modernizaron,

los hicieron avergonzarse

de sus sueños juveniles.

 

Terminaron buscando gestos

para explicar que ellos no robaron,

que ellos no mataron,

que sólo tomaban cerveza

y tenían familia,

solitarios amantes de las frases bellas

y de las sonrisas amigas.

 

–Mal nacional desde el tiempo

de los encomenderos.

 

Entre guindas, maracuyas y legumbres

pienso en Panchita,

la empleada que cuidaba de mí y de mi hermana.

Ella nos hacía bailar la danza de los Negritos de Huánuco,

¿o nosotros la hacíamos bailar a ella?

Siempre terminaba lavándonos la cara

después de que nosotros se la habíamos manchado,

todo con nuestro fantástico

Mango-jabón.

 

Nunca más he vuelto a escuchar esa música,

no sé qué sentiría si lo hago ahora.

 

Thoughts of a dry brain in a dry season.

 

Mi pasado es una lista de amigos

a los que aburrí por ser muy noble,

chicas a las que espanté por tímido

e intenso,

errores que me costaron una mujer

y cuatro cicatrices en el brazo.

 

En otro lugar la gente baila, el mar

rodea cuerpos elásticos

en una sombra proyectada hacia la luz-

 

Detesto la suerte,

creo en la voluntad y sin embargo

no puedo reír.

De Codex de los poderes y los encantos (Olifante, 2011)

 

FINAL DE LA JORNADA: ATOCHA RENFE

 

 

Nadie puede decir qué hora es. Sólo el ojo

y su frío fluir digital. La luz aplasta.

Maletines, bolsas, mochilas: el duro trabajo

            de transportar la nada.

 

Haces rojos

hienden la vista al recorrer

            la arquitectura.

Un parpadeo -escaleras,

túneles, pasadizos- todo

es gris.

 

Adónde van a dar tus pasos,

cuánto silencio retumba en la asepsia

            de estas paredes.

 

En los alrededores se escucha

aquel amor que canta en tiempos difíciles:

 

Murmullos entre cajas de cartón.

 

LA PREPOTENCIA DE LOS SENTIDOS

Otro más ha entregado su cuerpo

en el intento estival de cruzar

            el Estrecho.

Piensa en el Palacio de Oriente:

Tiempo para el recogimiento

y la dictadura de lo hermoso.

 

            Querías una foto

para probar qué lejos has llegado

-la tarde naranja y un camino

            de cruces-

pero la estación cubre de polen

            la villa: ve a casa,

no quedan aquí medallas

y hoy estornudan cientos de gatos.

 

No hubo ojos para el fulgor

en la Catedral de la Almudena:

Tu rostro solo sin mar y el fuego.

 

 

DIOS ES UN DEEJAY Y APENAS BAILA SU PROPIA MÚSICA

 

Carteles de los años veinte, versiones

recién bajadas y distintos compañeros de piso.

Comparten conciertos –Rufus Wainwright,

Franz Ferdinand,

La Habitación Roja- que, como una voluta de humo,

ponen en marcha el desfile habitual

de colores espontáneos, bien definidos.

Los amigos preparan bebidas intensas

con hierbas aromáticas y azúcar.

 

Mirando postales y fotografías de ciudades

hoy lejanas, celebran nacimientos, contratos por obra,

                        amores canallas.

 

No tienen corazón para decir a sus padres

que la guerra continúa y nuevamente

están muy cerca de los que han perdido.

de Madrid, línea circular (La Oficina de Arte y Ediciones, 2013)

 

 

CUALQUIERA PUEDE ENTRAR EN EL OCÉANO PERO NO SIEMPRE ES FÁCIL SALIR DE ÉL

 

Me preguntaste si no tenía un poema manuscrito

aunque fuese malo. 

Entonces comprendí que tú también

querías la versión tangible y perdurable

            de aquella línea confusa

que algunas noches dibujé

con esmero

sobre el lienzo infinito e imaginario

            de tu espalda-

 

El resplandor lunar trazando con lentitud

            un sinsentido

sobre la hoja en blanco: sub specie aeternitatis.

.

Debo, por lo tanto, seguir paso a paso

la vieja doctrina, recuperar cada gesto, cada aroma,

            cada espasmo,

entregado fugazmente

cuando decías que no podías

o que no se debía hacer.

 

“Tócame

de nuevo, Carmen, cántame

en la boca, Eurídice:

Los poemas

no se escriben solos”.        

 

Ves, en este asunto, lo interesante

siempre surge cuando ya lo has dado todo

            por perdido.

 

Pronto ambos nos haremos expertos

en el laberinto doble

            de palabras pétreas

y una frágil memoria. Civilizadamente,

            protegidos por la distancia

o la profundidad del océano,

evocaremos

el deseo de amanecer desnudos

y abrazados

al pie de una ventana.

 

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Pero, quién sabe, quizá

algún día regresemos a esa orilla

            húmedos y exhaustos.

 

PEQUEÑO TRATADO SOBRE EL CONOCIMIENTO Y EL SUEÑO

 

Tus labios para besar y el abrazo que acompaña siempre

            el descanso de tu cuerpo.

El descanso tras el descenso.

Debería de haber alguna forma de atrapar los instantes,

            de hacer perdurar

el aroma de tu piel en mis poros, perder al fin toda posibilidad

            de dialéctica y movimiento

y que el horizonte sea de pronto algo definitivo,

            un pozo plácido y oscuro

varado entre tus piernas.

 

Así casi valdría la pena no despertar jamás, pero

            ambos sabemos que sería imposible

porque nuestra naturaleza es efímera

            y, aún peor, indistinta, poco fiable.

 

Mentimos, pues nuestra única y auténtica pasión

            es el conocimiento.

Esa curiosidad, al principio compartida y amable,

pero que también, tarde o temprano,

nos llevará a otro cuerpo.

 

MNEMOSINE

 

Dulce sería dormir bajo las sombras.

Friedrich Hölderlin.

 

El pasado regresa mejor y más ungido,

      el brillo sigue siendo un desnudo

 si en el calmo frescor de la noche

lentamente cierras los párpados.

 

La memoria es también movimiento,

una súbita sensación de inasibilidad

        e incertidumbre,

los pasos se parecen a los cantos,

melifluos meandros, conciertos concéntricos,

voces atroces

        de pronto sublimes

por una espontánea combustión.

 

Los dioses están vivos y son invisibles, renacen

en gestos imperceptibles por un instante,

sagrado es lo efímero

compartido al punto de la comunión,

los cuerpos trascienden, las palabras se elevan,

la luz inunda las olas

que revientan contra las rocas-

 

Una y otra vez estar vivos vuelve a ser

un privilegio de los cielos…

 

BROT UND WEIN

 

Dame la paz para perdonar

a la belleza

que nada perdona. A la inconmovible

satisfacción

de sus apetitos

ella dedica la noche: dedícale tú

el olvido

que todo nivela.

 

Donde sea que habite

la luz

deja que esté hoy

entre nosotros.

 

No

somos hermosos

y lo agradecemos

porque has hecho nuestra

la canción.

 

 

 

Y LAS MIRÍADAS QUE SU CENTRO, CUAL IMÁN, PROPICIABA: ORFEO SIN EURÍDICE

 

 

Silba la música que hace

que todo lo demás se mueva

y siempre agua tiene

para los que, de una u otra manera,

respiran.

 

Déjame que cante con las

Ménades,

a la izquierda, para vernos

más o menos pronto.

 

Los destinos son indescifrables,

sólo perceptibles

al hartazgo y la emoción.

 

PORTBOU: LA GANANCIA DE LO PERDIDO

 

De haber alguien llamado a su puerta, esa noche,

o  haberlo abrazado…

Marshall Berman

 

 

Si sólo pudiera asegurar

la continuidad de aquellos instantes

en los que una sonrisa

da sentido

a todo lo que existe.

 

Tiene que haber algo que diga

que aún es posible

la entrega

espontánea, aunque quizá ya no

inocente,

porque el tiempo

ha concluido

y en la ansiedad y en la timidez

he logrado

plasmar esperanzas,

promesas

hechas precariamente

y

a mí mismo.

 

El verano

está a la vuelta de la esquina,

en aquello que aún

desconocemos y que, así parece,

llega

alegremente a buscarnos.

 

Quiero decir tu nombre

al final del día.

 

 

 FRANCESCO MOROSINI, FUTURO DUX PELOPONESÍACO, DIVAGA MIENTRAS BOMBARDEA EL PARTENÓN

 

26  de septiembre  de 1687, tras días

de ataque sistemático a la Acrópolis.

 

Será una desgracia para tres mil años de historia, pero no puedo

permitir que también lo sea

en mis ambiciones personales. La destrucción de lo que amamos

sucede porque no sabemos

lo que somos: el poder logra siempre obtener

beneficios ante cualquier turbación.

 

Imagino ahora,

desterrados nuevamente, a los nobles atenienses, su ilusión

al pedirnos combatir contra los turcos. 

 

Cuando la tragedia se aproxima lo sensato es mantenerse

a buen recaudo, salvar lo que se pueda.

 

Porque muy pocos tesoros quedan bajo el imperio

del miedo, el egoísmo y la ambición.

 

Así es como somos y, sin embargo, ¿qué es lo que somos?

 

Sé que este hecho ominoso

no será importante y, por lo tanto, esta lucha es un error:

una pobre estrategia mal planteada. 

 

O quizá no, y el fruto de nuestra destrucción pronto

se torne generoso, pues sólo puede producir

parálisis, desencanto, perversión, por lo que muchos

morirán manchados

después del estruendo y la sangre.

 

Y ese hedor probablemente sea

difícil de quitar.

 

Otros, anticipándose a su derrota

 –el éxtasis del vacío por sus venas-

buscando una supuesta dignidad, confirmarán ingenuamente

la dominación:

 

Yo he de volver a un lugar

todavía más grande, desde el cual celebraré fastos

en honor a los vencidos.

 

Yo, Francesco Morosini, navegante y militar

veneciano, sé lo que es perder

–desde mi niñez ahogada aún pienso en ti, madre-

pero no puedo llorar por la belleza rota,

pues de alguna manera supe que no nací para ella,

y no la busqué nunca de la forma en que se encuentra

en el calor de los lares familiares o en la piel

que se atesora como una estatua.

 

Yo, Francesco Morosini, comandante en jefe

de la Liga Santa, admirador de Temístocles, marino

por linaje y oficio, al frente de un ejército cosmopolita

y multilingüe,

he ordenado a la artillería cumplir mi misión

más inmediata:

 

Donde hubo grandeza crear horror y mercancías

–robo de leones

de mármol pentélico, pagos con monedas devaluadas,

peste, frisos derruidos, silencio- 

triunfos de muerte y confusión.

de Motivos fuera del tiempo: las ruinas (Pre-Textos, 2020)