Másteres oficiales

Noticias - Máster Universitario en Acceso al Ejercicio de la Abogacía y de la Procura

Discurso de bienvenida del Director del MAB, Juan Sánchez-Calero

2 oct 2018 - 11:30 CET

Damos hoy comienzo a la sexta edición de nuestro Master de Acceso a la Profesión de Abogado (MAB).

Dar la bienvenida implica siempre invitar a compartir ilusiones. Nuestra Facultad mantiene y renueva en cada edición del MAB la ilusión por ofrecer a sus alumnos la mejor formación para su posterior ejercicio profesional. Muchos de los mejores abogados españoles han salido de nuestras aulas y queremos que así continúe sucediendo ante cada nueva edición.

Formar a los futuros abogados de la mejor forma posible es nuestra obligación social y, por supuesto, nuestro compromiso con nuestros alumnos. Les van a detallar en este acto el desarrollo del MAB, que es un programa en el que la Facultad implica a un cuadro docente destacado (combinando nuestro claustro con las aportaciones de profesores procedentes del ejercicio profesional) y que pone a su disposición importantes recursos que les animo a que utilicen desde el primer momento.

El MAB es una puerta a una profesión que sigue siendo atractiva. Como tantas otras profesiones, la del abogado no está exenta de dificultades y de la necesidad de atender a los cambios sociales y de otro tipo que la afectan. Teniendo en cuenta esa realidad, queremos fomentar en cada alumno de nuestro MAB la ilusión por acceder a la profesión de abogado con una buena preparación.

Suele decirse que la abogacía española es una profesión masificada. Es un hecho incontestable pero que, sin embargo, no está reñido con destacar distintas características positivas que deben exponerse a quien aspira a convertirse en abogado. Les animo a que comiencen a pensar como el futuro abogado que pretenden ser. En su ejercicio profesional afrontarán Uds. una competencia cotidiana, intensa y constante, pero no deben verla sólo como una dificultad, sino como un incentivo para mejorar. Aprenderemos de los buenos colegas lo que debe hacerse y de los malos lo que no.

Descubrirán que la abogacía es una profesión exigente, lo que se traduce, como principal consecuencia, en la especial responsabilidad de todo abogado. De éste no se espera que realice su trabajo, sino que lo haga con la diligencia debida. Esa responsabilidad del abogado, cuya valoración social y jurídica adopta perfiles cada vez más severos, debe ser otro acicate para intentar hacer las cosas de la mejor forma posible. Porque cuando se exige una determinada responsabilidad a una profesión, ello obedece a la importancia que se atribuye a la actuación de todo abogado, a quien corresponde gestionar y defender intereses ajenos, entre los que figuran los más valiosos derechos de los clientes. Por algo el abogado aparece expresamente mencionado en la Constitución cuando se reconocen los derechos fundamentales.  

Al abogado le corresponde defender esos derechos, pero también otros que pueden parecer de menor o escasa relevancia. Sin embargo, asuman que no hay asunto pequeño. En todos los casos al abogado se le exige el mismo esfuerzo y una actuación honesta e íntegra. Es así en términos de responsabilidad y diligencia no hay asunto pequeño.

El ejercicio de la abogacía reclama una especial humildad. No sólo al comienzo, sino en todo momento. Cualquier abogado debe entender que el juego del Derecho se traduce en la mayoría de las ocasiones en un enfrentamiento o contradicción –ante un tribunal o fuera de él- en el que se puede ganar o perder. La derrota o el vencimiento en un asunto debemos asumirla con la misma normalidad que la victoria. El resultado de un caso no condicionará la valoración de la actuación profesional del abogado, ni desanimarnos cara a siguientes casos. Asuman que lo decisivo será el esfuerzo y la diligencia con la que se asume y cumple un encargo. Si son los adecuados, sus futuros clientes quedarán satisfechos. Esa será, a la vez, su propia satisfacción. Esto será así en todos los casos: grandes y pequeños y al margen de la forma en que se practique la abogacía.

En la abogacía también la experiencia es un grado. No se asusten ante ese círculo fatal que dice que sin experiencia no hay trabajo y que es imposible adquirir la experiencia si no se trabaja. Aprovechen el MAB para aprender de la experiencia ajena, para reclamar de sus profesores que compartan con Uds. su experiencia, sus aciertos y sus errores. Esto reclama que den un paso en su comportamiento como alumnos. En el tránsito hacia un acceso profesional cercano, les recomiendo que adopten una posición activa. La conducta pasiva que se observa en muchos estudiantes durante el grado es un error. Mantenerla en el MAB lo será aún mayor. Les animo a que durante su preparación para la abogacía pregunten, discrepen y debatan. Lo que en poco tiempo se convertirá en parte esencial de su profesión.

Pretendemos que nuestro programa depare a todos una adecuada preparación para esa aventura y, por ello, me pongo a su entera disposición. Agradeceré que me trasladen su experiencia en nuestra Facultad durante los próximos meses y, en especial, que nos ayuden a mejorar cualquier error o deficiencia que adviertan mientras cursan esta nueva edición del MAB.

Muchas gracias.

Juan Sánchez-Calero

 

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