21 abr 2020 - 16:46 CET

A MIGUEL ANGEL TROITIÑO. IN MEMORIAM

MERCEDES MOLINA IBÁÑEZ

Redactar esta breve pero sentida semblanza, de la trayectoria académica de nuestro querido amigo y compañero, Profesor Miguel Angel Troitiño, me produce un sentimiento contradictorio. De rechazo, es muy pronto para asimilar su ausencia, pero a la vez, siento la necesidad de hacer un reconocimiento público, a quien ha demostrado, a lo largo de una vida dedicada a la Universidad Pública, un comportamiento ejemplar. Numerosas personas han manifestado no sólo su sentimiento, sino la admiración y el respeto académico que merecía y merecerá Miguel Angel. He querido sumarme a ellas.

Nuestra Comunidad Universitaria diversa y compleja, es la que verdaderamente ha sostenido, sostiene y sostendrá el prestigio de la Universidad Complutense y la que determina nuestras cotas de calidad exigibles en cada momento, transmitiéndolas a las generaciones futuras.

La Institución permanece, las personas estamos de paso, pero nuestra responsabilidad es grande, ya que esa permanencia, está en íntima relación con nuestros comportamientos y nuestras actuaciones personales y colectivas. La memoria de los otros ha sido determinante para construir nuestra historia y la nuestra el presente complutense. 

Propercio decía que no acaba todo con la muerte. Añado, si permanecemos en la memoria colectiva, por nuestras actitudes y nuestro ejemplo. Miguel Angel, sin darnos cuenta, ha pasado a formar parte de esa memoria, desgraciadamente ya en pasado, de la UCM, de la Facultad de Geografía e Historia y del Departamento de Geografía, por su ejemplar dedicación académica y compromiso institucional.

No vivimos tiempos fáciles, convivimos con deterioros institucionales, fruto de actitudes personales poco ejemplares; apenas se piden responsabilidades y a veces se alaba y valora a quien no merece consideración alguna. Pero en este contexto, siempre hay versos sueltos, personas que donde estén y ocupando diferentes puestos, diferentes responsabilidades, siempre han tenido una conducta y una actitud de vida intachable, que debe ser conocida y esencialmente por los más jóvenes. Miguel Angel es uno de esos versos sueltos y ahora hablo en presente, porque a lo largo de su vida universitaria, ha demostrado su vocación, su espíritu de servicio público, su honradez y su coherencia de vida, cualidades imprescindibles para ser un buen estudiante, un gran investigador y profesor, un buen gestor y por supuesto una excelente persona.

Siempre dio un gran valor al conocimiento y por ello respetaba a quien lo tenía, una cualidad imprescindible para reconocer a los maestros en cualquier campo, en su caso al profesor Manuel de Terán. Creó conocimiento mediante una investigación rigurosa y sólida, que se visibilizará en otro momento, sustentada esencialmente en turismo y patrimonio, en el valor de las ciudades históricas y en el paisaje; germen del Grupo de Investigación que él configuró y dirigió magistralmente sobre Turismo, Patrimonio y Desarrollo. Transfirió conocimiento, no en vano su trabajo, fue fundamental, entre otros, para la consideración de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad; para ordenar el turismo de la Alhambra de Granada o su colaboración en el informe que sirvió de base, para la aprobación del Parque Natural de Guadarrama. En 2014 recibió el primer premio de Transferencia de Tecnología y Conocimiento, sección de Humanidades y Ciencias Sociales de la UCM. Destacó como Profesor, son numerosos los discípulos que ha formado, capaces de desempeñar puestos relevantes y asumió con gran honestidad y sentido institucional, tareas propias de la gestión universitaria.  

Miguel Angel fue un gran universitario, destacó por sus aportaciones, fruto de una investigación rigurosa e innovadora, en el ámbito de la Geografía, capaz de ser transferida con gran reconocimiento sociopolítico. Concibió la docencia con la dimensión social que implica formar ciudadanos, aptos para ejercer profesiones diversas, con responsabilidad y honestidad. Tuvo una vida coherente e íntegra, cualidades posibles que emanaban de una gran persona. Por ello ha honrado a nuestra Universidad, ha contribuido y contribuirá a su prestigio y si como decía Cicerón “la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos”, Miguel Angel seguirá entre nosotros y su legado permanecerá por su obra y por la de sus excelentes discípulos, María García, Manuel de la Calle, Carmen Mínguez y Libertad Troitiño. Recojo un epitafio antiguo: “No murió, se fue”.

Mercedes Molina Ibáñez

Catedrática Emérita del Departamento de Geografía de la UCM