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Rom Harré in memoriam

En memoria de Rom Harré (por José Luís Rodríguez López)

José Luis Rodríguez López, Doctor en Psicología y ex Profesor Titular de Psicología Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM.

Hace unas semanas falleció en Oxford, el profesor Rom Harré, una mente prodigiosa con un bagaje intelectual de gran envergadura. Aunque cuando yo le conocí estaba incursionando en la psicología social, sin embargo, es menester destacar el amplio elenco de ciencias que llegó a dominar.

Rom Harré estudió ingeniería química en su Nueva Zelanda natal y se graduó con una licenciatura en matemáticas y una maestría en filosofía, mostrando así el inicio de una sabiduría que tanto cultivó. Mas tarde, ya en la Universidad de Oxford, estudió con Austin, cuya influencia le acompañó durante toda su vida. Recibió cinco doctorados honoríficos y un premio por su trayectoria de la American Psychological Association.

Fue un escritor extremadamente prolífico en una amplia gama de temas, incluida la filosofía de las matemáticas y de la química, la  filosofía de la ciencia, la ontología. Fue una influencia temprana importante en el realismo crítico del movimiento filosófico. Es impresionante el catálogo de libros, artículos y ponencias de Rom a lo largo y ancho del mundo, de Estados Unidos a UK, pasando por Perú, Nueva Zelanda (su país natal), la India o China. Pero sobremanera impresiona los campos científicos abordados,  mostrando así la amplísima gama de intereses e inquietudes que mostró a lo largo de toda su vida y la necesidad de encontrar explicaciones, versiones, de todo lo que sucedía a su alrededor. En los últimos años se vinculó con el departamento de Psicología de la Universidad de Georgetown.

Fue en la década de los 80 cuando a conocí al profesor Harré a través de la publicación de su obra Social Being, que iba a inaugurar una etapa de reflexión intelectual y de amistad con su autor. El libro llegó a mis manos a través de un alumno de Psicología Social en la Facultad de CC. Políticas y Sociología de la Complutense, y me pareció un trabajo muy interesante y sugerente sobre la psicología social, desarrollado por parte de un profesor de Oxford, que provenía del campo de las ciencias y de la filosofía. Una editorial que se mostró dispuesta a su publicación en español, me ofreció la posibilidad de traducir ese magnífico trabajo que significó un honor para mí.

La traducción ofrecía algunas dificultades para encontrar las expresiones correctas en castellano de los términos utilizados por Harré, recuerdo en particular la palabra “account” (con diversos significados en castellano que finalmente decidimos optar por “versión”), y por ello mantuve una intensa relación por carta. Mi sorpresa fue que el profesor iba a participar en un seminario en Santander, en la Universidad Menéndez y Pelayo organizado por el Profesor José Ramón Torregrosa, director del departamento al que yo pertenecía. En aquel momento Harré era muy conocido ya en la psicología social al haber publicado unos años antes, en 1973, una obra junto a Paul Secord, “The explanation of social behaviour” que tuvo un gran impacto en el mundo de las ciencias sociales, pues ambos autores criticaban la psicología experimental y positivista que dominaba una parte muy importante del campo de la psicología social.

Hicimos juntos el viaje de Madrid a Santander, acompañados por su esposa Hettie y allí se inició una amistad que duraría hasta su fallecimiento. En el seminario de la Menéndez Pelayo, pude apreciar las diferencias entre los psicólogos sociales experimentales y Harré, surgidas a raíz de la publicación antes mencionada con Secord. Además, aprendí algo muy importante en la vida científica, y en la vida en general, saber separar las ideas personales de la persona que las sustentaba. Durante la ponencia de Harré surgió una dura polémica con un psicólogo social de corte experimental, Henry Tajfel, quien atacó fuertemente las posiciones científicas de Harré. La reacción del público español, compuesto en su mayoría por profesores y un grupo de alumnos, no se hizo esperar y así se organizó una bronca monumental del público contra Tajfel. La enseñanza que aprendí llegó cuando vi cómo Harré y Tajfel compartían cena amistosamente y en palabras de Hettie, su mujer, era algo que sucedía con cierta frecuencia.

A partir de aquí la relación profesional de Harré con la psicología social española aumentó, y dio varias conferencias y seminarios para el departamento de Psicología Social en la Facultad de CC. Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, donde presidió un tribunal de tesis doctoral. Además, impartió cursos en la Universidad de Santiago de Compostela. Sin embargo, su relación personal con España era anterior, pues algunos años atrás el matrimonio había comprado una casa en Jávea donde pasaba algunas semanas en el verano.

Rom Harré causaba un gran impacto entre colegas, alumnos y amigos, su sencillez y afabilidad le convertía en un ser muy cercano. Era un maestro que facilitaba el desarrollo del pensamiento en sus alumnos, destacaría sus jornadas de debate interminables, su inquietud por conocer las posturas de sus contertulios; su mirada era muy sincera, observadora, nunca te sentías incómodo con él, bien al contrario, estimulaba el debate abierto y enriquecedor.

Recuerdo con mucho cariño una jornada en su casa de Jávea donde nos homenajeó con una paella elaborada con auténticos criterios científicos, controlando la intensidad del fuego y los tiempos de cocción con el termómetro y el cronómetro siempre cerca de él, al mismo tiempo que Hettie se ocupaba de toda la intendencia para hacernos sentir como en casa.

Con motivo de su 65 aniversario, la editorial Blackwell publicó un libro de homenaje a Harré donde se me ofreció la oportunidad de participar colaborando con importantes académicos europeos como Roy Bhaskar, Paul Secord, Shotter, o Roger Lamb, entre otros.

La publicación de “The explanation of social behavior” resultó provocadora e incitante, tanto por su aguda crítica, como hemos dicho antes, de la investigación de corte puramente experimental, como por la incorporación de nuevos modelos y metodologías para el estudio de la génesis de las normas y reglas sociales que estructuran la acción social, es el enfoque que él mismo denominó “etogenia”.

El ser social fue la primera parte de una trilogía que incluiría El ser personal y El ser natural.

El ser social desde la primera página nos enfrenta a una importante toma de posición: la necesidad de toda psicología social o Sociopsicología, como defendía el Profesor Torregrosa, de desvelar sus valores implícitos y la deducción de las consecuencias que para la acción política posee cualquier enfoque teórico que se adopte en las ciencias sociales. Con esta declaración Harré se posicionaba frente a la pretendida objetividad de las ciencias sociales y la neutralidad del científico social.

La obsesión por la legitimidad social había permitido a los psicólogos positivistas encontrar un lugar al resguardo dentro del establecimiento académico y científico, aunque a veces al precio de una concepción manipuladora donde la persona moderna era resultado de su propia tecnología.

Resulta interesante constatar que la aportación de Harré para renovar la psicología social procedía de un saber científico que dominaba a la vez los paradigmas de las ciencias naturales junto con las ciencias sociales, haciendo ver el provecho de fomentar el debate entre ambas ramas científicas. El intercambio y la confrontación entre ambas daba lugar a un enriquecimiento mutuo.

La etogenia, el nombre que dio Harré a su perspectiva de la psicología social, insiste en estudiar la acción social en su propio ambiente, en la vida cotidiana.

Las personas no sólo obran de manera instrumental para conseguir un fin, un objetivo o un resultado, sino que también existe lo que el llamaba el aspecto expresivo del comportamiento. Hacemos las cosas para que se nos considere como un tipo determinado de persona, de manera que no solo diseñamos acciones para conseguir resultados, sino que esas acciones se acompañan de emociones y comportamientos para dar a entender el tipo de persona que queremos que los demás vean. Este enfoque supone estudiar también la vida cotidiana en los momentos que la interacción social se quiebra, enmascara o altera, posibilitando así las estructuras que tácitamente lo sustentan, como lo muestran los comportamientos de los hinchas en los partidos de futbol o los estudiantes en los conflictos en escuelas e institutos.

El ser social muestra así su enraizamiento con la filosofía analítica de la Escuela de Oxford donde Harré trabajó muchos años. De ahí su interés por el estructuralismo lingüístico, y su tesis básica de que la acción social se estructura como un lenguaje.

La deuda de la Psicología Social con Harré es importante por lo que hay que lamentar su fallecimiento.  Además, Rom era una persona sencilla, muy afable, amable y atenta con todas las personas que se le acercaban. Yo aprecio mucho que me considerara como un buen amigo hasta el final.