Martirio de San Ignacio de Antioquía


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Martirio de San Ignacio de Antioquía

Francisco Rizi (Madrid, 1614-San Lorenzo de El Escorial, 1685)

Entre 1670 y 1680

Óleo sobre lienzo. 334 x 229 cm

Inscripción en el ángulo inferior derecho: etiqueta de papel con el número 86, correspondiente al Inventario de los efectos existentes en el edificio del Noviciado en 1857

Número de catálogo: CUC000797


El Martirio de San Ignacio de Antioquía, atribuido a la etapa madura del pintor madrileño Francisco de Rizi, se encontró originalmente en el crucero de la iglesia de los Jesuitas del Noviciado, en Madrid, junto a su pareja, los Desposorios de Santa Catalina de Alejandría; probablemente fueron concebidos como sermones pintados dirigidos a los novicios de la institución jesuítica.

El estudio de la composición, estilo, técnica y fuentes literarias del Martirio, revelan una clara inspiración de Rizi en una estampa del grabador manierista flamenco Hieronymus Wierix, realizada en fecha desconocida. En el cuadro de Rizi el grupo principal de san Ignacio es atacado por los dos leones rampantes; en el anfiteatro semicircular donde se encuentra hay hornacinas y esculturas, una de Hércules y la Hidra. Concebido con una gran frontalidad, la iluminación contribuye a dar profundidad al espacio, manteniendo en el primer plano un fuerte contraste de luces mediante fragmentos de arquitectura a contraluz y el fondo de luz suave y tonalidades más claras. Llama la atención la expresiva anatomía del torso desnudo del santo y sus ropas rasgadas, mientras a sus pies reposan las vestiduras episcopales, la mitra y el báculo. Su expresión es serena. Sobre su cabeza hay dos ángeles que portan la palma y la corona de laurel del triunfo martirial, y señalan el anagrama del nombre de Jesús (IHS) y el corazón, símbolos oficiales de la Compañía de Jesús. La factura pictórica muestra el contraste entre zonas muy diferentes: unas realizadas con una gran soltura de pincel y toques muy empastados que rozan la incorrección, como en la anatomía del mártir; y otras, como en los ángeles, ejecutadas delicadamente a base de pinceladas más cortas y controladas. Como dato curioso indicar, que se puede apreciar a simple vista lo que los estudiosos detectaron en el trabajo de Rizi. El pintor acometía sus obras sin que mediara un dibujo previo muy elaborado, incurriendo en frecuentes torpezas que no corregía, a pesar de que fue un gran dibujante y muy cuidadoso inventor.