La familia del anarquista el día de la ejecución


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La familia del anarquista el día de la ejecución

Manuel Benedito y Vives (Valencia, 1875-Madrid, 1963)

1899

Óleo sobre lienzo. 113 x 148 cm 

Inscripción en el reverso: fragmento de una etiqueta que indica que estuvo en una exposición dedicada a Manuel Benedito

Número de catálogo: CUC000687


Este oleo del valenciano Manuel Benedito y Vives, de 1899, es una de las tres obras que bajo el mismo enunciado también elaboraron Eduardo Chicharro Agüera y Fernando Álvarez de Sotomayor, para conseguir los tres pensionados otorgados por la Academia de Roma en Madrid, estancia formativa de cuatro años en la Ciudad Eterna. Las tres obras forman parte del patrimonio de la Universidad Complutense de Madrid.

 

El proceso de creación de la obra de Benedito puede ser analizado con detalle gracias a los diferentes dibujos, bocetos y correspondencia conservada. Existen al menos un boceto y un estudio, ambos sobre lienzo. El boceto presenta diferencias importantes con la obra definitiva, pues el artista decidió reducir finalmente el número de personajes –suprimiendo algunos de la parte izquierda– y desplazó el grupo de la madre, su hija, la abuela y el sacerdote a la izquierda. Esta decisión dotó a la composición de una mayor originalidad. Con todo, tanto la disposición y actitudes de los miembros de este grupo, como la del compuesto por el anarquista y el abuelo con su nieto al fondo, están ya perfectamente fijados en el boceto y apenas presentan cambios. En la obra definitiva la figura de la madre adquiere un protagonismo esencial, junto con la presencia de dos niños de diferentes edades, el mayor de los cuales es en estos casos una niña. Se enfatiza así el desamparo en el que la familia del reo quedará tras la ejecución. Además, la obra de Benedito, y también la de Sotomayor, subrayan, a través de la presencia del sacerdote, la importancia de la Iglesia, en perfecta consonancia con el catolicismo social, impulsado a partir de 1891 por León XIII. 


Aunque la acción transcurre en la puerta de la capilla, Benedito no ha recurrido a una ambientación tan marcada como hizo Sotomayor en su obra, pues no hay crucifijo ni altar. Hay un carácter conmovedor de las miradas entre el anarquista y su mujer, aunque lo cierto es que la actitud orgullosa y su mirada altiva lo muestran muy lejos del arrepentimiento.