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Una mirada al horror. Pablo Gómez Alameda

REFLEXIÓN SOBRE LA EXPOSICION ‘UN DIA CUALQUIERA’

 

El museo Neomudejar de Madrid acoge estos días la exposición ‘Un día cualquiera’ del fotoperiodista Manu Brabo. El espacio, un edificio que pertenecía a la antigua estación de Atocha, en primera instancia inspira vanguardia, recordándome a esos centros de reunión de artistas de la parte antigua de Berlín. Pero a medida que te vas adentrando en sus instalaciones, el frío se instala y parece presagiar lo duro de las fotografías que dentro vamos a encontrar.

 

La exposición, nada fácil de digerir, recorre el trabajo del fotoperiodista en zonas de guerra como Siria, Libia e Irak. Las duras imágenes que allí se muestran trasladan al espectador a un día cualquiera en la vida de las personas que se ven afectadas por conflictos bélicos.

 

El silencio se aloja en el edificio de estilo neomudejar durante los días de la exposición, pocas palabras de los que allí transitan, quizás porque no exista ninguna palabra que pueda describir tanto terror. Gente de brazos cruzados, con miradas de horror y una expresión difícil de describir. El espacio también ayuda a empatizar con aquellos que han sido fotografiados a través del objetivo de Brabo, un edificio antiguo, casi en ruinas, como todos aquellos que pasan por nuestros ojos durante la exposición.

 

Me impresionó ver a varios niños acompañados de sus progenitores, creo que no es un buen lugar donde acudir con menores compañías, pero ¿acaso aquello que allí se muestra no es realidad?. Dolor, mucho dolor reflejan las instantáneas que han sido captadas, muertos, heridos, mayores y niños, nada escapa al señor de la guerra.

 

Si tuviera que recomendar esta exposición lo haría sin duda, pero siempre advirtiendo que lo que allí vas a encontrar es algo más que una simple exhibición de fotos, es algo que cambiará tu manera de mirar el mundo, o por lo menos los ojos por donde lo observas.

 

Una vez escuché una cita que venía a decir algo así como ‘Las fotografías son momentos congelados en el tiempo’ , y después de salir de allí con la cabeza dando vueltas, pensé, ojalá no existieran estos momentos.

 

Pablo Gómez Alameda - Fotoperiodismo