V. Dase noticia del segundo viaje que hizo a Italia Don Diego Velazquez de orden de su Majestad.
Hércules Farnesio, ss. II-III d.C. Nápoles, Museo Archeologico Nazionale.
Jacopo y Domenico Tintoretto, Purificación del botín de las vírgenes madianitas, último cuarto del s. XVI. Madrid, Museo Nacional del Prado.
Paolo Veronese, Venus y Adonis, h. 1580. Madrid, Museo Nacional del Prado.
Angelo Michele Colonna y Agostino Mitelli, frescos del Palacio Ducal de Sassuolo.
Diego Velázquez, Retrato de Inocencio X, 1650. Roma, Galleria Doria Pamphilj.
Diego Velázquez, Retrato de Juan de Pareja, 1650. Nueva York, Metropolitan Museum.
Girolamo Ferreri, copia de Hércules Farnesio, 1652. Madrid, Real Academia de San Fernando.
Copia de Ariadna del Belvedere, h. 1650. Madrid, Real Academia de San Fernando.
Girolamo Ferreri, copia de Hermes Ludovisi, h. 1650. Madrid, Real Academia de San Fernando.
Copia de Germánico, h 1650. Madrid, Palacio Real.
Matteo Bonuccelli, copia de Hermafrodito Borghese, 1652. Madrid, Museo Nacional del Prado.
Girolamo Ferreri, copia de Gladiador Borguese, h. 1650. Madrid, Real Academia de San Fernando.
Girolamo Ferreri, copia de Flora Farnesio, h. 1650. Madrid, Real Academia de San Fernando.
[Volver a IV. Cómo Velazquez fue sirviendo a su Majestad en la jornada que hizo al Reino de Aragón.]
[335]
V. Dase noticia del segundo viaje que hizo a Italia Don Diego Velazquez de orden de su Majestad.
El año de 1648 fue Don Diego Velazquez enviado por Su Majestad a Italia con embajada extraordinaria al Pontífice Inocencio Décimo, y para comprar pinturas originales y estatuas antiguas, y vaciar algunas de las más celebradas que en diversos lugares de Roma se hallan, así de artífices romanos como de griegos; distinguiéndolos en el modo de obrar y de vestir, porque los romanos usaban esculpir los simulacros vestidos y los griegos desnudos, por descubrir el primor del arte, como lo demuestran las obras de Glicon Ateniense en la estatua de Hercules, Praxiteles y Fidias en el Buzefalo de Alexandro Magno, Apolonio Nestor en el torso de Hercules tan celebrado de Michael Angel y otras muchas estatuas griegas.
Partió, pues, de Madrid Don Diego Velazquez por el mes de noviembre del dicho año de 1648. Embarcóse en Málaga con Don Jayme Manuel de Cardenas, Duque de Najera, que iba a Trento a esperar a la Reina nuestra señora Doña María Ana de Austria, hija del señor Emperador Ferdinando Tercero y de la señora Emperatriz Doña María, Infanta de España.
Fueron a parar a Génova, donde vio de paso algunas obras de Lazaro Calvo, y en la Plaza Mayor del Consejo el retrato de Andrea Doria, Capitán de Mar famosísimo, esculpido en mármol de mano de Fray Angelo Montorsoli, de alto de seis brazas, armado a lo antiguo con un bastón en la mano y con algunos turcos a los pies, sobre un gran pedestal; que todo junto hace un espectáculo formidable en magnitud.
Pasó a Milán y, aunque no se detuvo a ver la entrada de la Reina que se prevenía con gran ostentación, no dejó de ver algunas de las excelentes obras de escultura y pintura que hay en esta ciudad, como la maravillosa Cena de Cristo y de sus Apóstoles, obra de la feliz mano de Leonardo de Vinci; y últimamente vio todas las pinturas y templos que hay en aquella ilustre ciudad.
Pasó a Padua; y de allí a Venecia, a cuya república era muy aficionado por ser la oficina donde se han labrado tan excelentes artífices. Vio muchas obras de Ticiano, de Tintoreto, de Paulo Beronés, que son los autores a quien procuró seguir e imitar desde el año de 1629, que estuvo en Venecia la primera vez.
Aquí halló ocasión de comprar las pinturas de un techo de historias del Testamento Viejo de mano de Jacobo Tintoreto. La principal [336] de ellas tiene su forma aovada y en ella están pintados los hijos de Israel cogiendo el Maná como lo escribe el Éxodo, todo maravillosamente conducido. Otro cuadro de la Conversión de San Pablo y otro de la Gloria que llaman de Tintoreto, copiosísimo de figuras, con grande armonía y disposición, y obrado con suma facilidad y soltura; por lo cual se juzga ser de mano de Tintoretto, como lo es el grande que pintó en Venecia, para el cual debió de hacer este diseño; obra, de las suyas, la más digna de celebrarse por su perfección y grandeza estupenda.
Compró también un Adonis y Venus abrazados, con un Cupido a los pies, de mano de Pablo Beronés, y algunos retratos.
Del mismo Beronés halló dos cuadros grandes de historias de la Vida de Cristo; el uno era el milagro de aquel ciego a quien dio vista Su Majestad, y ambos milagros del arte; mas por estar pintados al temple, no se atrevió a traerlos, teniendo por más acertado carecer de ellos que ponerlos al riesgo de su deslustre en la embarcación.
Tomó el camino de Bolonia para ver en San Juan del Monte la singular tabla de Santa Cecilia, que con otros cuatro santos fue pintada de Rafael de Urbino, y el San Petronio de mármol de mano de Miguel Angel; y sobre la Puerta de San Petronio el retrato del Papa Julio segundo de bronce.
Vióse con Miguel Colona y Agustin Miteli, bolonienses, insignes pintores a fresco, de quien hay muchas obras en Italia que dan testimonio de su excelencia, para tratar con ellos de traerlos a España.
Estuvo aposentado en casa del Conde de Sena, de quien fue muy agasajado el tiempo que se detuvo en Bolonia. Y cuando entró en ella, le salió recibir con otros caballeros en coches más de una milla de la ciudad.
Fue a Florencia, donde halló mucho que admirar por haber favorecido tanto los duques siempre las artes del dibujo, que de su ilustre academia han salido tan excelentes ingenios, como lo fue Dante Aligero, no menos pintor que poeta; y el divino Michael Angel Bonarrona, el cual solo es bastante a hacerla famosa en el mundo. Y habiendo visto lo más célebre de aquella excelsa oficina de las artes y de ingenios, pasó a Modena, donde estuvo muy favorecido del Duque: mostróle su palacio y las cosas curiosas y de estimación que tenía, y entre ellas el retrato que Diego Velazquez pintó del Duque cuando estuvo en Madrid.
Envióle a que viese el Palacio y Casa de Recreación que tiene siete leguas de Módena, pintada al fresco por Colona y Miteli; todas las paredes de figuras, compartimentos, cartelas y adornos con artificio tanto, que se persuade dificultosamente el que lo mira a que es pintura.
Pasó a Parma a ver la cúpula de Antonio Coregio, tan celebrada en el mundo, y las pinturas que hizo Mazzolino el Parmesano (que aunque dijimos en el tomo primero se llama Lactancio Gambera, fue siniestro informe), siendo cada uno nuevo lustre de su patria.
De aquí partió a Roma y, en llegando, fue preciso el ir a Nápoles a verse con el Conde de Oñate, Virrey de aquel reino en aquella sazón; el cual tenía orden de Su Majestad para asistirle larga y profusamente de todo lo necesario para su intento. Visitó a José de Ribera, del Hábito de Cristo, que en Nápoles acreditaba con sus obras a la nación española, llamado en Italia il Spañoleto.
Volvió a Roma, donde fue muy favorecido del Cardenal Patron Astali Pamphilio Romano, sobrino del Papa Inocencio Décimo, y del Cardenal Antonio Barberino, del Abad Pereti, del Príncipe Ludovisio y de monseñor Camilo Máximo, y de otros muchos señores, [337] como también de los más excelentes pintores, como el Caballero Mathias, del hábito de San Juan, de Pedro de Cortona, de Monseñor Pusino y del Caballero Alexandro Algardi boloñés, y del Caballero Juan Lorenzo Bernini, ambos estatuarios famosísimos.
Sin faltar a sus negocios pintó muchas cosas, y la principal fue el retrato de la Santidad de Inocencio Décimo, de quien recibió grandes y señaladísimas mercedes. Y en remuneración, queriendo el Santo Padre honrarle, reconociendo su gran virtud y merecimiento, le envió una medalla de oro con la efigie de Su Santidad de medio relieve, pendiente de una cadena. Trajo copia a España de este retrato. De él se cuenta que, habiéndole acabado, y teniéndole una pieza más adentro de la Antecámara de aquel Palacio, fue a entrar el camarero de su Santidad y, viendo el retrato (que estaba a luz escasa), pensando ser el original, se volvió a salir, diciendo a diferentes cortesanos que estaban en la Antecámara que hablasen bajo, porque Su Santidad estaba en la pieza inmediata.
Retrató al Cardenal Pamphilio; a la Ilustrísima Señora Doña Olimpia; a Monseñor Camilo Maximo, camarero de su Santidad, insigne pintor; a Monseñor Abad Hypolito, camarero también del Papa; a Monseñor, mayordomo de su Santidad; y Monseñor Michael Angelo, barbero del Papa; a Ferdinando Brandano, oficial mayor de la secretaría del Papa; a Geronimo Bibaldo; a Flaminia Triunfi, excelente pintora. Otros retratos hizo, de los cuales no hago mención por haberse quedado en bosquejo, aunque no carecían de semejanza a sus originales. Todos estos retratos pintó con asta largas y con la manera valiente del gran Ticiano, y no inferior a sus cabezas, lo cual no lo dudará quien viere las que hay de su mano en Madrid.
Cuando se determinó retratase al Sumo Pontífice, quiso prevenirse antes con el ejercicio de pintar una cabeza del natural. Hizo la de Juan de Pareja, esclavo suyo y agudo pintor, tan semejante y con tanta viveza que, habiéndolo enviado con el mismo Pareja a la censura de algunos amigos, se quedaban mirando el retrato pintado y al original con admiración y asombro, sin saber con quién habían de hablar o quién les había de responder. Este retrato (que era de medio cuerpo del natural) contaba Andrés Esmit (pintor flamenco en esta Corte, que a la sazón estaba en Roma) que, siendo estilo que el día de San Joseph se adorne el Claustro de la Rotunda (donde está enterrado Rafael de Urbino) con pinturas insignes antiguas y modernas, se puso este retrato con tan universal aplauso en dicho sitio, que, a voto de todos los pintores de diferentes naciones, todo lo demás parecía pintura, pero éste solo verdad, en cuya atención fue recibido Velazquez por académico romano año de 1650.
Determinó volver a España por las repetidas cartas que recibía de Don Fernando Ruiz de Contreras, en que Su Majestad le ordenaba se volviese.
Las estatuas que entresacó de tan gran número fueron principalmente la del troyano Laoconte, que está en Belvedere, sus dos hijos rodeados con intrincadas vueltas de dos serpientes, que los ciñen con admirables enlazaduras. De estas tres estaturas, la una está en acto de gran dolor, la otra de morir, la tercera de haber compasión. Dice Plinio que es obra que se puede preferir y anteponer a todas las demás de pintura y de la estatuaria, y que fue hecha de una sola pieza, con acuerdo y consejo del Senado de Atenas, de mano de tres excelentes artífices que fueron Agesandro, Polidoro y Athenodoro Rodianos. Refiérelo Plinio con elegantes palabras y notable encarecimiento. (14)
También un bello coloso de Hercules desnudo (que llaman el Hercules Viejo) puesto sobre un tronco del mismo mármol y la piel [338] del león nemeo sobre él, y con la clava en la mano. Las piernas y las manos son modernas, de mano de Jacobo de la Porta di Porlez, raro escultor y arquitecto; en el tronco están esculpidas unas letras griegas que quieren decir que Glicon Atheniense hizo aquella Estatua.
Otra de Antinoo, desnuda, que otros dicen ser Milon. Está en pie, entera, mas sin un brazo; y fue tan venerada de Michael Angel Bonarroti, que no se atrevió a suplirlo. Tiene una banda revuelta sobre el hombro izquierdo. Fue Antinoo un bellísimo mancebo, amigo impúdicamente del Emperador Adriano.
Trajo otra estatua o simulacro maravilloso del Nilo, río de Egypto, que descansa el lado izquierdo sobre una esfinge. Tiene con la mano izquierda la cornucopia de la Abundancia y sobre sí tiene diecisiete niños del mármol mismo; y la basa, en que se ven esculpidos cocodrilos y varias suertes de animales de Egypto que en el mismo Nilo se esconden. Fue esta admirable estatua hallada cerca de San Estevan, por sobrenombre de Caco, y hace mención de ella Plinio (15).
También trajo la estatua de Cleopatra que tiene el brazo derecho sobre la cabeza y parece que está amortecida y desmayada del veneno introducido en el pecho por la mordedura del áspid que, para quitarse la vida, eligió por no venir a manos de su enemigo Augusto, ya triunfante de ella, y de su amante Marco Antonio.
Otra de un Apolo en pie, y desnudo, con un paño a las espaldas y sobre el brazo izquierdo. Está en acto de haber disparado la flecha, mas el arco está roto. Tiene la aljaba al cuello, pendiente de una cinta, y la mano derecha sobre un tronco de mármol, en el cual se ve una sierpe revuelta. Es celebrada por de algún excelente estatuario griego.
También un Mercurio desnudo bellísimo, que tiene en la cabeza la gorrilla con alas, en la mano izquierda el caduceo y en la derecha una bolsa, porque los antiguos hicieron a Mercurio Dios de la Elocuencia y de las Mercancías y Ganancias, y Embajador de los Dioses.
Trajo también otra estatua de Niobe en acto de correr y vestida de una camisa sutilísima, que parece que la mueve el aire; tiene el brazo derecho levantado y con el izquierdo recoge un manto que tiene revuelto en él.
También compró la estatua de Pan, Dios de los Pastores, desnudo, solo con una piel de animal revuelta; está puesto en un tronco, en el cual se ve esculpido un albogue. Un fauno viejo, Dios de las selvas y de los bosques, con un niño en los brazos; está en pie, y desnudo arrimado a un tronco, y revuelto en una piel de tigre.
Trajo también otra estatua de Baco, desnudo, arrimado a un tronco, y a los pies un perro comiendo uvas; una Venus desnuda cuando nace de la espuma del mar; tiene un delfín abajo con la espuma en la boca, y sobre sí algunos Cupidillos. Es famosísima estatua, y menor que el natural y de singular hermosura, pues no le hace falta el alma para parecer viva.
También otra estatua de un hombre desnudo con el brazo derecho levantado y cerrada la mano, y con la izquierda tiene la ropa, y al pie una tortuga; dicen que es un jugador de la morra, y el que tiene la original en Roma la tiene por tal. Otros dicen ser Bruto Cónsul, el cual fue cabeza de los conjurados contra Julio Cesar.
También trajo una estatua pequeña de una ninfa, medio vestida, reclinada sobre el brazo izquierdo en una peña; y en ella esculpida una concha marina. Creese, que es la Diosa Venus.
Otra estatua de un hombre desnudo, que cae en tierra como des[339]mayado; tiene una herida en el lado derecho y el semblante de gran dolor. Tiene un cordel al cuello y las armas caídas en tierra, y tiénese por un Gladiator sentenciado a muerte. Otros creen que será uno de los tres hermanos Curiacios de Albania, que combatieron con los tres Horacios Romanos por la libertad de la patria; y fueron vencidos y muertos, dejando a Albania sujeta a los Romanos.
También trajo un Hermafrodita desnudo que descansa sobre un colchón, aquel que los poetas fingen ser coagulado de la unión de la Ninfa Salmacis (compañera de las Náyades) y del hijo de Mercurio y Venus, mancebo de singular perfección, que, habiendo los Dioses por ruegos de la Ninfa Salmacis convertídolos en un sujeto, quedó con demonstración de entrambos sexos. Es la más bella estatua que se puede pensar.
Otro Hermafrodita en pie y una estatua pequeña de la Diosa Vesta. Otra de una Ninfa desnuda, sentada, con una concha en la mano, como que vierte el agua; tiénenla por Diana.
Una lucha de dos hombres desnudos, menores que el natural, de valiente artífice, que sin duda son gladiatores.
También un gladiator en pie, con feroz y fortísimo movimiento; es obra de griegos, como lo muestra la inscripción griega que tiene esculpida en un tronco marmóreo, que quiere decir en nuestro idioma que Agasias Dositeo lo hizo colocar.
Tiene este Gladiator contra sí a un hombre desnudo y sentado con la espada en la mano, y a los pies un pequeño muchacho con el arco en la mano, y un escudo y un yelmo en tierra. Es muy bella estatua, y muy carnosa, tanto, que parece que respira. Créese que sea un gladiator de aquellos que antiguamente de su voluntad se conducían a la palestra con las armas en la mano y se exponían por un vil precio a peligro de la vida.
Trajo también una estatua de Marte desnudo, solo con el yelmo en la cabeza; está en pie y con la espada en la mano. Y un Narciso desnudo, en pie, con los brazos abiertos, enamorado de sí mismo y de la hermosa forma que ve debajo del agua, la cual piensa que sea cuerpo animado, costándole la vida esta loca pasión, por lo cual fue convertido en una flor, llamada de su propio nombre, cumpliéndose la profecía del Adivino Tiresias. (16)
Trajo también Velazquez el simulacro de una diosa de grandeza gigantea. Tiene en la mano siniestra una corona de hojas atadas con una cinta; con la otra levanta la vestidura, que es delgada y sutil y descubre los pies. Tiene los brazos desnudos, y parte del pecho; y sobre los hombros, unos botoncillos que detienen la vestidura. Y está ceñida de una cinta con un lacillo. Es de mármol y de mano de noble artífice, y tiénese en reputación de la Diosa Flora.
También un Baco mozo, desnudo, arrimado a un tronco en que tiene una vestidura. Tiene el brazo derecho levantado y, en la mano, un racimo de uvas. También una figura desnuda sacándose una espina de un pie con extremada atención y cuidado. Una Diosa incógnita vestida; tiénenla por Ceres, mas no tiene insignias propias.
Un león grande, con el cuello y espaldas vestidas de crecida greña, que muestra su ferocidad y nobleza. Asimismo, muchos retratos, vestidos, armados y desnudos, como el de Adriano, sucesor de Trajano, que fue excelente príncipe, y gustó de todas las Artes tanto que fue arquitecto, escultor y músico, y en la disciplina militar famosísimo, más que en otra cosa; el de Marco Aurelio filósofo y emperador; el de Julia, hija de Julio Cesar y mujer del Gran Pompeyo; el de Faustina; el de Numa Pompilio; el de Septimio Severo; el de Antonino Pio; el de Germanico; el de Domiciano; el de [340] Scipion Africano; el de Tito, hijo de Vespasiano, cortés príncipe, y el que venció a los judíos y arruinó la ciudad de Jerusalen en venganza de la muerte de Cristo; y otros muchos emperadores, cónsules, y grandísimo número de cabezas, solo con cuello, de hombres y mujeres; y la cabeza del Moyses de Michael Angel, que está en el sepulcro de Julio Segundo en San Pedro Advíncula: de quien dijo el Cardenal de Mantua que esta figura sola bastaba a honrar a el Papa Julio Segundo. Tanta es su grandeza y majestad. (17)
El deseo de ver a París le obligó a Diego Velazquez a intentar venir por tierra a España, mas no se determinó por la inquietud de las guerras, aunque tuvo pasaporte del embajador de Francia.
Embarcóse en Genova año de 1651 cumpliendo con la puntualidad con que siempre obedeció las órdenes de su Majestad. Y aunque combatido de grandes borrascas, que fueron muchas, llegó al puerto de Barcelona por el mes de junio. Pasó a Madrid y, habiéndose puesto a los pies del Rey, le honró de suerte que, escribiendo Su Majestad de Su Real mano una carta a Don Luis Mendez de Haro, decía entre otras cosas: El señor Velazquez ha llegado y traído unas pinturas, etc. Refiérelo Don Bernardino Tirado de Leiva en la deposición del pleito del soldado de esta villa, de que se hizo mención, Libro 2. cap.3 en el Tomo I. fol. 93.
En este entretiempo de la ausencia de Velazquez. murió la Reina Doña Isabel de Borbon y el rey casó de segundas nupcias con la Serenísima Reina Doña María Ana de Austria, que aportó en Denia. Y habiendo el Rey celebrado sus bodas en la villa de Navalcarnero, entró en Madrid año de 1649, con que no se halló Velazquez a estas funciones, pues volvió de Italia el año de 51 habiendo salido el de 48.
Tratóse luego de ir vaciando las estatuas, lo cual hizo Geronimo Ferrer, que vino de Roma para este efecto, en lo cual era eminente, y Domingo de la Rioja, excelente escultor de Madrid. De bronce se vaciaron algunas estatuas para la pieza ochavada, que fue traza y disposición de Velázquez, como también el ornato del salón grande y la escalera del Rubinejo, por donde Sus Majestades bajan a tomar los coches, que fue elección como de su ingenio. Porque antes bajaban Sus Majestades a tomarlos por los corredores y escalera principal hasta los zaguanes. Las demás estatuas se vaciaron de estuco y se colocaron en la bóveda del Tigre y galería baja del Cierzo, y otros sitios.
Parte Velazquez, segunda vez a Italia.
Estatuarios célebres de los griegos.
Célebres cosas que notó Velazquez en Génova.
Célebres cosas que observó Velazquez en Milán.
Otras particularidades que notó en Venecia.
Diseño de la gloria de Tintoreto.
Varias pinturas que encontró Velazquez para feriarlas.
Singularidades de Bolonia.
Comunicación Velazquez en Bolonia con Miteli y Colona.
En Florencia halló Velazquez mucho que admirar.
Palacio del Duque de Módena.
Pinturas célebres de Parma.
Llega Velazquez a Nápoles, donde es muy festejado del Virrey.
Llega Velazquez a Roma, donde es muy favorecido del Papa y de algunos cardenales, y otros príncipes y artífices.
Retrata Velazquez a el Papa Inocencio X
Otros retratos que hizo en Roma Velazquez
Retrato de Pareja de mano de Velazquez
Andres Esmit pintor flamenco
Velazquez fue académico romano
Estatuas que recogió Velazquez para el Rey en la segunda jornada de Italia
(14) Sicuti Laoconte, qui est in TitiImperatoris domo, opus omnibus, & Picturae, & Statuariae Arti preponendum. Ex uno lapide, cum & liberos, draconum que mirabiles nexus de consilii setenttia fecère summi Artifices, Agesander, Polidorus, & Athenodorus Rhodis. Plin. nat. hist. lib. 36. cap. 5.
Estatua de Antinoo.
Estatua del Nilo.
(15) Plin. lib. 35. cap. 7.
Estatua de Cleopatra.
Estatua de Apolo.
Estatua de Mercurio.
Estatua de Niobe.
Estatua del Dios Pan.
Estatua de un fauno.
Estatua de Baco.
Estatua de Venus.
Estatua de un hombre desnudo.
Estatua de una ninfa.
Estatua de un Gladiator.
Estatua de un Hermafrodita.
Estatua de otro Hermafrodita, y de la diosa Vesta, y otra de Diana.
Otros dos Gladiatores.
Otra Estatua de Gladiator.
Otro Gladiator sentado.
Estatua de Marte.
(16) Ovid. lib. 3 Methamor.
Estatua de Flora.
Otra Estatua de Baco.
Estatua desnuda sacando una espina de un pio, y otra de Ceres.
Retratos varios de medios cuerpos de mármol, que trajo Velazquez de Italia.
(17) Giorgio Vasari ultimo volumen de la 3. p.
Vuélvese a España Velazquez despues de la segunda jornada a Italia.
Llegó a Madrid por el mes de Junio de 1651.
Muerte de la reina y segundo casamiento de el Señor Phelipe Quarto.
Geronimo Ferrer vació las Estatuas en los moldes, que trajo Velazquez.