Proyectos de Investigación

Propuesta de Ana Pol

Desde los desarrollos reflexivos que se enfocan en la historia del pensamiento sobre las emociones uno de los debates más prolíficos es el que está (desde un periodo muy reciente) trabajando las relaciones e intersecciones entre emoción, sensación corporal y cognición. Dentro de este marco que es muy extenso nos interesa, siguiendo la línea de investigación de Sara Ahmed (2015) como el contacto involucra al sujeto. En tanto que las emociones adquieren forma a través del contacto con los objetos, y no son causadas por ellos, se sigue que las emociones no están simplemente “en” el sujeto o el objeto. Las emociones moldean las superficies del cuerpo en relación a los objetos. Y tal y como Ahmed ha subrayado: las emociones son por tanto relacionales y por ello involucran (re)acciones de acercamiento o alejamiento con respecto a los objetos, es decir, involucran formas afectivas de reorientación.

La cuestión de la orientación entronca con la noción de espacialidad. Desde estos planteamientos la espacialidad que define a lo vivido no se define por la localización, sino por la posibilidad de acción; es decir, el cuerpo propio, así como la intercorporeidad, se despliega bajo la paradoja de ser condicionado y a la vez condicionante: nuestro comportamiento se va estilizando por el hábito y las relaciones con los otros, formando un modo de ligarse al mundo. Como ya había señalado Merleau Ponty desde la fenomenología, en primer lugar, la orientación determina el sentido que damos a las cosas; y, del mismo modo, se produce una distribución, no sólo de las cosas, sino de los otros de acuerdo con nuestras orientaciones. En segundo lugar, la operación de la orientación tiene impacto sobre los cuerpos. Es decir, las distintas orientaciones dan forma a nuestros cuerpos, creando y a la vez circunscribiendo nuestro campo de acción (Ahmed, 2010:235). El cuerpo no es meramente un objeto en el mundo, sino nuestro punto de vista en el mundo. Los cuerpos presentan también cierta capacidad de reversibilidad ya que además de ser tocados, también tocan; las piel nos contiene pero al mismo tiempo nos conecta. Así los cuerpos son conformados por historias que “actúan” en sus comportamientos, gestos, posturas. Desde estos planteamientos provenientes del campo de la fenomenología los vínculos con los procesos cognitivos son cada vez más fuertes y extensos.

En mi aportación específica, estos vínculos pasan a:

1º. Implicarse en el análisis que integran la teoría de género, teoría queer, y en general en toda una dimensión más amplia que comprende los aspectos políticos de las emociones.

2º. Incidir y fomentar aquellas prácticas pedagógicas que indagan en cuestiones perceptivas y espaciales. Las relaciones establecidas entre cuerpo, espacio y movimiento tuvieron un especial auge en los años sesenta del pasado siglo y consecuencia de ello fue también el contagio interdisplinar que se produjo en ese momento. Las relaciones que se establecieron entre las prácticas espaciales y corporales cambiaron por completo el trascurso de las praxis artísticas del siglo XX. Ese momento de expansión de las artes repercutió además en un replanteamiento de la pedagogía del arte. Tanto la interdisciplinaridad como las indagaciones en torno a las posibilidades pedagógicas continúan siendo aspectos fundamentales en el ámbito artístico contemporáneo. Estas prácticas consolidaron entre otras: la desmaterilización del objeto artístico; la reflexión, consciencia y uso de la comunicación en la obra de arte de manera explícita, la expansión al cuerpo y al espacio como soportes artísticos, la exploración de las relaciones con la gravedad y la orientación.

3. Revisar, actualizar y poner en práctica modelos pedagógicos que puedan servir a los estudiantes para expandir sus praxis artísticas en diferentes territorios relacionados con cuestiones fenomenológicas fundamentales (espacio, tiempo, movimiento, gravedad, contacto, propiocepción). Dichos aspectos relativos al campo fenomenológico nos interesan en su modo de afectación a la construcción de la subjetividad del individuo contemporáneo (memoria, formas biográficas, afectos, emociones, trauma).