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Día Mundial de la Fibromialgia

12 MAY 2016 - 10:03 CET

El 12 de abril se celebra el Día Mundial de la Fibroomialgia y del Síndrome de Fatiga Crónica. Nosotros hemos querido participar y preguntarnos qué sabemos sobre una afección tan compleja y estigmatizada como es la Fibromialgia.

Gracias a la entrevista realizada al Profesor Miguel A. Vallejo Pareja, Catedrático de Terapia Cognitivo Conductual.

 

¿Qué es un tratamiento psicológico?

Un tratamiento psicológico es una ayuda profesional temporal. Busca potenciar nuestras propias habilidades que, ordinariamente, nos bastan para resolver o sortear problemas vitales. Se trata de problemas relativos a nuestros afectos, emociones, nuestro nivel de actividad, objetivos, deseos, etc., en suma: problemas de la vida.

 

¿Qué personas precisan de tratamiento psicológico?

Quienes no han logrado, por su propio esfuerzo, superar una determinada situación o problema tras un periodo razonable de tiempo, y siempre que dicho problema o situación les afecte de forma significativa en su vida. En otras palabras, que el problema se haga dueño de su vida y la altere de forma sustancial.

 

¿Por qué un tratamiento psicológico para los pacientes de fibromialgia o del síndrome de fatiga crónica?

Porque ambos trastornos afectan de forma clara a elementos significativos de la vida de los pacientes: estado de ánimo, relaciones interpersonales, nivel de actividad, fatiga, dolor, alteraciones del sueño, etc. Este impacto excede, frecuentemente, a las habilidades del paciente para afrontarlos por lo que el tratamiento psicológico está claramente indicado.

 

¿Significa esto que la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica tienen una causa psicológica?

No. A día de hoy no está científicamente determinada la causa de dichos síndromes. Los factores están aún por determinar, aunque todo parece indicar que éstos sean múltiples y diversos. No obstante, los factores psicológicos influyen en el curso de la enfermedad, con independencia del origen de ésta.

 

¿El tratamiento psicológico considera que los pacientes de fibromialgia o del síndrome de fatiga crónica no tienen motivos reales para su padecimiento?

En absoluto. Las quejas y sintomatología presentes son plenamente aceptadas como ciertas. No hay ningún matiz al respecto. Por otro lado, para el tratamiento psicológico es irrelevante el origen de la enfermedad. Busca reducir su impacto en la vida del paciente.

 

¿Es compatible el tratamiento psicológico con el tratamiento médico de la fibromialgia y del síndrome de fatiga crónica?

Naturalmente, es plenamente compatible. Es más se consideran complementarios.

 

¿Qué beneficios comporta el tratamiento psicológico para la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica?

Un mejor afrontamiento de la enfermedad y, en consecuencia, reducir el impacto negativo de ésta en la vida diaria. Actuar sobre el estrés, la ansiedad y el bajo estado de ánimo, que potencian la enfermedad, programar actividades de interés y conocer y mejorar progresivamente la confianza en las propias fuerzas.

 

¿Cuál es el tipo de tratamiento psicológico más efectivo para la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica?

El tratamiento psicológico que ha demostrado científicamente su eficacia en dichos síndromes es la terapia cognitivo conductual.

 

 

 

Finalmente, para conocer un poquito más esta patología os dejamos este texto:

La fibromialgia es una enfermedad desconocida que se caracteriza por dolor crónico generalizado que el paciente localiza en el aparato locomotor. El síndrome se completa con un conjunto variado de síntomas como la fatiga, alteraciones en el sueño, cefaleas, colon irritable, depresión, etc. El impacto que dichos síntomas tienen sobre su vida personal, laboral y social es muy destacable, siendo en el momento actual un relevante problema social, al tratarse de una enfermedad crónica que afecta a mujeres con una edad de plena actividad (40 a 49 años). La identificación de estos síntomas ha permitido establecer unos criterios de clasificación que orientan el diagnóstico (Wolfe et al., 2010).

 

En España el estudio EPISER estima el número de enfermos en 700.000, siendo además una enfermedad con una alta tasa de mujeres, la proporción mujer/varón es de 21/1, así que lo sufren casi exclusivamente mujeres, aproximadamente el 96%, y tiene un gran impacto en su vida laboral, tanto en su trabajo fuera de casa como en casa. Ello supone un serio handicap para su vida personal y laboral. Implica un gran reto al generar una desigualdad debida al género que tiene notables implicaciones sociales y laborales, incluso de riesgo de exclusión social, dado el especial estigma e incomprensión de padecer esta enfermedad. Las pacientes son atendidas, principalmente, en las consultas reumatológicas, en las que ocupa entre el 10 y el 20%, el 12,2% cumplen criterios de fibromialgia, según el estudio EPIDOR.

 

El carácter desconocido de la etiología del síndrome es un serio revés para el tratamiento médico de éste. El uso de antidepresivos, analgésicos y otros fármacos tienen una utilidad limitada. A día de hoy sólo un fármaco anticonvulsivante, la pregabalina, y dos antidepresivos (duloxetina y minalcipram) ha sido aprobados por la FDA estadounidense para el tratamiento de este trastorno. Ninguno de ellos ha sido aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMEA). Sin embargo, atendiendo a la importancia de los factores psicosociales en la fibromialgia y a su carácter crónico, el tratamiento psicológico está claramente indicado. Así lo recoge el documento consenso de la Sociedad Española de Reumatología sobre la fibromialgia (2006), o la guía correspondiente de la American Pain Society's evidence-based FM Guideline (2005). Ambas guías consideran que el tratamiento de estos enfermos debe incluir medicación, ejercicio físico y tratamiento cognitivo conductual.

 

El tratamiento psicológico ya ha demostrado que mejora la sintomatología de los pacientes con  FM (Carville et al. 2008). En la actualidad, parece que la mejor opción terapéutica para estos pacientes se basa en la asociación de las tres modalidades terapéuticas: algunos medicamentos, realización de ejercicio físico y terapia psicológica. Estas tres modalidades terapéuticas asociadas en forma de tratamiento multidisciplinar han demostrado su eficacia en la revisión sistemática realizada por Hauser et al. (2009).

 

El tratamiento cognitivo conductual ha demostrado empíricamente su eficacia en un amplio número de estudios (Johnson, 2008), y ha obtenido en prácticamente en todos ellos unos resultados homogéneos (los señalados en el párrafo anterior), lo que muestra su alto grado de sistematización y generalización. En España y el contexto de la sanidad pública han sido también obtenidos estos resultados en Madrid (Rivera et al., 2004) y en La Coruña (García et al., 2006).

 

El desarrollo y diseminación de las tecnologías de la información y comunicación ha permitido en los últimos años ofrecer una alternativa a los déficit antes señalados (Andersson, 2015). Internet, acerca a los pacientes y permite la aplicación de programas estructurados como son los desarrollados desde la terapia cognitivo conductual. Una revisión sobre las aplicaciones realizadas puede consultarse en Marks et al. (2007), esta monografía publicada por el Maudsley, da una amplia perspectiva de la utilidad clínica de estos recursos. Cabe destacar aquí, cómo el programa de tratamiento del trastorno de pánico y agorafobia, a través de Internet, denominado Fearfighter es reconocido en 2006 por el National Institute for Health and Clinical Excelence (NICE) del Reino Unido e integrado dentro del sistema sanitario británico. Dicho programa supone la adaptación a Internet de programas previos desarrollados por el Prof. Marks basados inicialmente en libros que recogían programas autoaplicados, a los que se les fue añadiendo interactividad con el uso del teléfono y ahora de Internet.

 

El uso de Internet es por tanto una extensión natural que algunos programas de terapia cognitivo conductual, basados en la psicoeducación, en la programación y seguimiento de tareas en el contexto natural del paciente. Esta potencialidad es cada vez más estimada y reconocida. En el año 2003 un editorial de la revista Cognitive Behaviour Therapy daba cuenta de ello. Recientemente, además, dos editoriales de prestigiosas revistas se hacen eco de dicha importancia: The British Journal of Psychiatry (Andersson y Cuijpers, 2008) y el American Journal of Psychiatry (Greist, 2008). Entre las aplicaciones principales de la terapia cognitivo conductual a través de Internet están los trastornos de ansiedad, la depresión (ver Taylor y Chang, 2008 y Spek et al. 2008 y Kiropoulos et al., 2008), a ellos hay que añadir un amplio número de problemas de salud, como trastornos del sueño, del comportamiento alimentario, cáncer, etc. (Cuijpers et al., 2008).

 

En el momento actual hay tres estudios que han aplicado exitosamente la TCC a través de Internet (Williams et al., 2010; Ljotsson et al., 2014 y Vallejo et al., 2015). Se trata de programas dirigidos a favorecer el afrontamiento de la enfermedad.

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