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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Martes, 16 de abril de 2024

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Argo (Ben Affleck, 2012)

Director: Ben Affleck

Guión: Chris Terrio

Reparto: Ben Affleck, John Goodman, Alan Arkin, Bryan Cranston, Taylor Schilling, Kyle Chandler, Victor Garber, Michael Cassidy, Clea DuVall, Rory Cochrane, Tate Donovan, Chris Messina, Adrienne Barbeau, Tom Lenk, Titus Welliver

País: Estados Unidos

Duración: 120 min.

Valoración E-innova: 

 

La carrera de Ben Affleck como director, por el momento, dista (y mucho) de su carrera como actor. La irregularidad en la elección y finalización de los proyectos en los que se embarcaba en esa primera etapa como intérprete, contrasta con la solidez y solvencia que transpiran sus hasta ahora tres películas dirigidas (Adiós pequeña, adiós -Gona Baby Gona, 2007-, The Town -2010- y esta que nos ocupa): tres thrillers, cortados con distinto patrón, pero thrillers al fin y al cabo. Y si hay algo los define, independientemente de su trama y peculiaridades, es que los tres poseen un invariable e inusitado pulso narrativo.

Argo nos sitúa en el contexto de una historia real; la del rescate de seis civiles estadounidenses, empleados en la embajada norteamericana en Irán, que, debido a la tensa situación política y social de finales de los años setenta, quedan aislados en el país y atrapados en la embajada canadiense sin poder siquiera salir a la calle por el miedo a las represalias que el Gobierno iraní pueda adoptar. Es en ese contexto cuando los servicios de inteligencia estadounidenses entrarán en escena para intentar un rescate a contrarreloj toda vez que la situación va tornándose por momentos insostenible y la localización de los funcionarios norteamericanos por las tropas iraníes es solo cuestión de tiempo. Tony Méndez (Ben Affleck), un agente de la CIA, propondrá una solución poco convencional: sacar a los funcionarios de Irán haciéndoles pasar por el equipo técnico de una producción de Hollywood que en realidad no existe sino como tapadera para la operación y que, supuestamente, está buscando localizaciones para rodar en Irán.

Con esta llamativa historia como telón de fondo, Affleck explota el guión de Chris Terrio y consigue construir algunas secuencias de verdadero mérito. El primer acto, de hecho, se manifiesta como la parte más lograda del largometraje, dándose cita elementos semi-documentales con otros de pura ficción, al tiempo que la trama se precipita en un in crescendo constante de tensión y caos mientras la embajada estadounidense en Irán es asaltada y los altos cargos de los servicios de inteligencia americanos comienzan a ponerse a trabajar. Un inicio de oro, con una planificación difícil de superar y una estética hiperrealista completamente elogiable.

Las interpretaciones no hacen sino añadir mayor valor a la producción. Affleck se muestra quizás en un registro no demasiado memorable, pero su comedido trabajo aporta más de lo que resta. Entristece, sin embargo, el pobre desarrollo del que adolece su personaje. A pesar de ello, el plano de secundarios brilla con luz propia: John Goodman, Bryan Cranston y Alan Arkin insuflan vida a cada fotograma que ocupan.

No obstante, quizás el aspecto menos positivo de la cinta sea precisamente consecuencia directa de esa búsqueda constante por la tensión narrativa a cualquier precio. El tercer acto en su conjunto se manifiesta como la parte más endeble del guión y, al mismo tiempo, la más trepidante. Se ofrecen demasiadas concesiones como para que la película no pierda varios de los enteros que tanto le había costado ir acumulando a lo largo de la primera hora y media.

Una suma de artificialidad y casualidades inundan el metraje en esta parte final, llegando a una saturación tan alta que terminan por diluir lo que hasta entonces había sido un sólido y sobrio ejercicio de realización al servicio de una notables interpretaciones y un trabajado guión. En su lugar, el efectismo fácil y el "más equivale a mejor" se precipitan al ritmo que la credibilidad se esfuma y el "basado en hechos reales" se focaliza cada vez más en el sintagma verbal "basado en" que en el sintagma nominal "hechos reales", amén de un americanismo que, no por habitual y hasta previsible, deja de chirriar más allá de las fronteras estadounidenses.

Sería injusto, sin embargo, no reconocer los múltiples méritos que la cinta posee. Una historia original y dinámica sirve de perfecta excusa para desarrollar un intenso thriller (quizás por momentos excesivo para el elemento de realidad que demanda una película de estas características), plagado de algunas más que agradables referencias cinéfilas, conseguidas secuencias narrativas y un extraordinario contrapunto cómico liderado por la presencia del eterno John Goodman. Argo es, en todo caso, un filme disfrutable, ligeramente por encima de la media en lo que a thrillers contemporáneos se refiere; eso sí, siempre y cuando uno no le exija en demasía.

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