La historia del libro a través de las colecciones de la Universidad Complutense.

La imprenta española en el siglo XVIII:
La edición científica


MERINO DE JESUCRISTO, Andrés
Escuela paleográphica o de leer letras
antiguas desde la entrada de los godos
a España hasta nuestros tiempos.
Madrid: Juan Antonio Lozano, 1780.
35x25 cm. [FLL 26792].

El siglo XVIII fue el de la introducción de la ciencia moderna en España. La sociedad ilustrada comprendió muy bien la necesidad de incorporar la investigación y difusión de la ciencia como una forma de saber que fuera capaz de conocer, dominar y modificar la naturaleza de manera exacta y práctica. Varios son los motivos que permiten este avance sin igual entre los que se encuentran el contacto con otros países, especialmente Francia e Inglaterra, las reformas educativas tanto universitarias como extrauniversitarias o la disminución del rigor inquisitorial. Los colegios brillaron en la enseñanza de la anatomía y la cirugía; científicos como Jorge Juan o Antonio de Ulloa hicieron importantes aportaciones a la marina, a la física newtoniana, y a la hidráulica, fomentando, asimismo, las expediciones científicas. Es la época del nacimiento de la higiene pública y del desarrollo de la industria siderúrgica. A través de las enseñanzas militares penetra el cálculo infinitesimal generalizado por Benito Bails, y la Compañía de Jesús, por medio de su Colegio Imperial, realiza interesantes observaciones astronómicas defendiendo, por primera vez de manera pública y por voz de Jorge Juan, el sistema copernicano. La botánica y las ciencias naturales alcanzaron importante cultivo y se crearon el Real Gabinete de Historia Natural y el Jardín Botánico. El nuevo conocimiento científico buscaba, en fin, la racionalidad, utilidad y modernidad y, para todo ello, el libro y la lectura eran el vehículo esencial.

El interés que despertó en las clases cultas de toda Europa la aparición de la Enciclopedia francesa llevó a los impresores españoles a publicar textos científicos brillantes, como la traducción que José Clavijo y Fajardo, ligado al Museo de Historia Natural, hace de la Historia Natural general y particular de Buffon (Madrid, Joaquín Ibarra, 1785), una de las obras más importantes de la ciencia europea de la época, cuyo conjunto de calcografías, a cargo de Maella como dibujante y Selma como grabador, se convierte en uno de los mejores ejemplos del arte al servicio de la ciencia. En esta línea se puede destacar el trabajo de la Imprenta Real en otro importante libro científico, obra de Antonio Cavanilles, que ya había publicado su famosa obra sobre plantas Icones et descriptiones plantarum, también en la colección de la Biblioteca Histórica, sus Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reino de Valencia (Madrid, Imprenta Real, 1795-1799). El apartado de Botánica lo completamos con la exhibición de la obra del profesor del Jardín Botánico José Quer y Martínez, Flora española (Madrid, Ibarra, 1762) y la Pharmacopea Matritensis, cuya segunda edición (Matriti, Typis Antonii Perez de Soto, 1762), tiene en su portada un delicado grabado de una vista de Madrid.

La medicina está representada por la obra de Leonardo Galli Nuevas indagaciones acerca de las fracturas de la rótula (Madrid, Imprenta Real, 1795); y las artes de escribir, otro de los grupos destacables dentro de los libros ilustrados, por la Escuela paleográphica de Andrés Merino de Jesucristo (Madrid, Juan Antonio Lozano, 1780) cuya intención es colaborar al estudio de las letras antiguas para facilitar la investigación documental. Está abierto por un grabado con el monetario existente en la Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso.

Terminamos con la obra de Enrique Wanton, Viages de Enrique Wanton a las tierras incógnitas australes y al pais de las monas (Madrid, Antonio de Sancha, 1781), ejemplo de los innumerables libros de viajes que se hicieron en el periodo, a medio camino entre la fantasía y la realidad y, como muchos de sus contemporáneos, ilustrado con grabados que convierten el libro en un auténtico vehículo de comunicación visual.