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Fernando Huarte y el libro antiguo

Por Marta Torres Santo Domingo. Directora de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense

    

Fernando Huarte Morton siempre tuvo una especial dedicación al libro antiguo y trabajó como bibliotecario en proyectos que, años más tarde, han permitido situar a la Biblioteca de la Universidad Complutense en la vanguardia del cuidado y gestión del patrimonio bibliográfico español. Lo que hoy es la Biblioteca Histórica le debe mucho a Fernando Huarte pues de él los bibliotecarios complutenses aprendieron una filosofía de servicio, un talante que combina la función de conservación con la imprescindible difusión, una exigencia de esfuerzo y formación y, en especial, una visión específicamente universitaria de la misión del libro antiguo en la Universidad: "En la Universidad la biblioteca, más que en ningún otro centro, ha de ser eminentemente un servicio y no un tesoro. Almacenar libros raros que no se usen no sirve a la función educativa o científica propia de un centro docente o de investigación".

Desde los primeros escritos de divulgación del patrimonio complutense, a la última carta dirigida a sus compañeras de la Biblioteca Histórica ("queridas amigas noviciadas") en la que daba cuenta de sus estudios sobre un libro inglés del siglo XVIII, fueron numerosos a lo largo de toda su vida los testimonios de su profundo amor al libro antiguo. Además, también quiso, a través de esta querencia, reflejar su peculiar sentido del humor-amor. Todos los que le trataron, por ejemplo, conocen sus tarjetas postales, basadas en una obra del siglo XVII de Daniel Angelocrator, Doctrina de ponderibus, monetis, et mensuris per totum terrarum orbem usitatis (Franfurt, Stoltzenberg, 1628 BH FLL 9845), en la que en un gracioso emblema un niño intenta meter una piedra de enorme tamaño por un pequeño agujero, bajo la frase latina "conando penetravit" (empujando entrará); y muchos de sus amigos habrán recibido cartas con el papel cuyo membrete era la orla del Quijote de Ibarra grabada por Carnicero en la que las cabezas de Rocinante y el rucio de Sancho Panza cuelgan en mitad de una guirnalda.

 

 

 

Bibliografía sobre libros antiguos

 

Sus primeros estudios bibliográficos en torno al libro antiguo comienzan en 1951, poco después de defender su tesis doctoral sobre Unamuno, con un artículo publicado en la Revista de Filología Española sobre un vocabulario castellano del siglo XV, basado en un manuscrito de la Real Academia de la Historia[1].

Pero el primero de sus estudios específicos sobre bibliotecas es de 1955 y está dedicado a las bibliotecas particulares españolas en la Edad Moderna[2]. Este estudio es, en realidad, una presentación metodológica de una línea de investigación que cincuenta años después está en la vanguardia de las investigaciones desarrolladas tanto desde el punto de vista académico como el propiamente bibliotecario, como es el caso de los proyectos desarrollados en la Biblioteca Histórica, en la Real Biblioteca, en REBIUN, en el CERL, en IFLA, etc. Recoge el estudio de las procedencias, encuadernaciones, bibliofilia, además de una recopilación bibliográfica completísima hasta esa fecha. En palabras de María Luisa López Vidriero, el artículo de Fernando Huarte abría la vía a las investigaciones sobre bibliotecas privadas, es piedra angular en los estudios del coleccionismo librario y además de entregarnos un nuevo territorio de investigación, nos daba la indicación precisa de cómo recorrerlo. "Una profesión entendida desde la filología y los estudios literarios en la que el trato estrecho con maestros como Dámaso Alonso proporcionaban una solidez y un entendimiento del trabajo bibliotecario inseparable de la investigación. También y en esta misma línea, la necesidad de que la bibliografía debía comprenderse y practicarse desde el estudio material de los libros. Desde el amor con que éstos merecen ser tratados..."[3]

De 1972, Año Internacional del Libro, es una de las obras más relevantes en la historiografía del libro antiguo en España. Se trata de la Historia del Libro de Sven Dahl, publicada por Alianza editorial, con traducción del danés por Alberto Adell y adiciones españolas de Fernando Huarte Morton. Para calibrar la importancia de esta edición hay que valorar que la primera edición era de 1927, que no había prácticamente nada parecido editado en español y que los estudiosos del libro, como nos cuenta el propio Fernando Huarte en su prólogo, acudían a su versión francesa. De la oportunidad y necesidad de esta obra dan cuenta las numerosas ediciones que a lo largo de los años han seguido haciéndose.

Nuevamente da Fernando Huarte en su prólogo una lección de sencillez y sentido común: "no nos ha parecido procedente aprovechar la ocasión para volcar aquí erudición de acarreo sobre la historia española y sólo hemos hecho una breve glosa o puntualización de las menciones que el autor hace de España y lo español...". Con esta filosofía, va aportando pinceladas de aspectos específicos sobre la historia del libro en España. Así, trata en los capítulos de la Edad Media sobre la librería del califa Al-Hakem II, el mercado de libros de Córdoba o los cordobanes empleados en encuadernación (págs. 48-49), los bibliófilos árabes en Toledo Al-Arauxi e Ibn Al-Hanaxi, la Escuela de Traductores de Toledo o la fabricación del papel en Valencia (pág. 50); en el apartado de la ornamentación de los manuscritos destaca para el caso español el de la ilustración de los Beatos (págs. 60-62). En los capítulos del libro impreso trata el tema de la Biblia de Gutenberg en España (pág. 101), la introducción de la imprenta en España y Juan Parix (pág. 111), la encuadernación mudejar (pág. 121), la Biblia Políglota Complutense (pág. 127 y ss.), la Biblia Regia de Plantino (pág. 155), la Biblioteca del Escorial o la de Salamanca (pág. 173). Ya en el siglo XVIII, dedica unos breves comentarios a la fundación de la Biblioteca Nacional por Felipe V como parte de la influencia de la bibliofilia francesa (pág. 195), y al referirse al clasicismo del libro del siglo XVIII habla de Joaquín Ibarra y menciona a Sancha y Monfort, ilustrando esta parte con una reproducción de la obra maestra de Ibarra, el Salustio del Infante del ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Madrid (págs. 213 y ss). En el siglo XIX trata el traslado de libros desde Escorial a Madrid por los franceses, la bibliofilia y, al comentar la obra de Le bibliomane de Charles Nodier, habla de las traducciones de Rafael V. Silvari de 1924 en Madrid y de la de Maria Brey en 1948 en Valencia (pág. 227 y ss). Ya en el siglo XX y al tratarse el tema de la Bibliotecas públicas en España, dice que no han logrado resultados plenamente satisfactorios aunque no han dejado de recibir ayuda por parte del Estado en mayor o menor medida, por lo menos desde 1931.

Su dedicación a Dámaso Alonso y Camilo José Cela llevaron a Fernando Huarte por otros vericuetos bibliográficos pero, de cuando en cuando, afloraba su interés sobre el libro antiguo y publicaba alguna colaboración, como el artículo sobre "La descripción de los libros raros", presentado en las Primeras Jornadas de Bibliografía celebradas en el año 1977 [4]. En muy pocas páginas Fernando Huarte da una clase magistral sobre lo que hay que hacer para describir libros antiguos: seguir un método y examinar cada volumen. Sin embargo, para seguir un método hay estudiarlo previamente y es ahí donde Fernando Huarte explica su autodidactismo, el peligro del "espectro de la pedantería" y recomienda varias lecturas (todas extranjeras dado el casi desértico panorama bibliográfico español de aquellos años) , especialmente las obras de Esdaile, Fumagalli, McKerrow, Cowley y, sobre todo, Bowers, cuyo estudio instalará al bibliógrafo "en la escuela del esmero exquisito de la descripción bibliográfica" y para el que el profesor José Simón Díaz abogaba por una traducción y una adaptación a las características de los libros españoles[5].

 
"En la bibliografía española hay quizá demasiado diletante, mucho aficionado o mucho francotirador. Será conveniente crear el ambiente debido para que se reconozca la existencia de un método cuya generalización y aplicación reportará muchos beneficios a nuestros estudios... Hay que edificar un prestigio en torno a la labor de los bibliógrafos para que los eruditos, en lugar de inventarse cada uno su propio método, acudan a imitar el ejemplo de los profesionales, a estudiar sus técnicas mismas, incluso a hacerse asesorar o ayudar de aquellos, o aun a encargarles abiertamente sus labores".

 
En relación con el examen del volumen, para Fernando Huarte,


 "...ver los libros con los propios ojos es un deber sagrado del bibliógrafo... No puede jamás fiarse, sin decirlo, de la descripción hecha por otro... La prisa ni se nombra entre los bibliógrafos. La constancia sí, aliada del tiempo".

 
Otras aportaciones de Fernando Huarte relacionadas con los libros antiguos han sido la obra El ex libris[6], el artículo divulgativo "La imprenta y su evolución"[7] o, un clásico entre sus discípulos, "El libro, el bibliotecario y el lector de fondo antiguo en la biblioteca"[8].

Es éste último un texto modélico que todos los bibliotecarios de fondos antiguos deberían tener presente en el ejercicio de su profesión. Con la sabiduría de años de experiencia y observación, ayudado por una prosa especialmente cuidada y sencilla, alejado de la altisonancia y pedantería que, en ocasiones, acompaña el paisaje de los libros antiguos, y con el fino sentido del humor que le caracterizaba, Fernando Huarte, todavía hoy, nos sigue aconsejando:

 "... A libro antiguo, bibliotecario moderno... Puede muy bien ser el bibliotecario de libros antiguos una persona normal de actitudes vitales, emprendedora, metida en la rueda del dinamismo y la modernidad, que sea capaz de sentir entusiasmo también por el libro nuevo recién salido de la imprenta...

... Los libros de fondo antiguo también son para leerlos... El bibliotecario de fondo antiguo puede no limitarse a esperar que el lector llegue, ni, llegado, a aceptarle, sino que debe, en cuanto le sea posible, provocar su venida. Atesorar libros, ordenarlos, ha de ser para el uso; en nuestro caso, para el uso de objetos de valor histórico; que no por bien custodiados han de vivir como escondidos.

... El fondo antiguo es la materia viva medular de la historia que el bibliotecario debe conocer y divulgar, con lo que contribuirá a la historia del centro, de la población, región o nación de que dependa directamente y de las ciencias a las que esté dedicada...

... El bibliotecario de raros forme conjunto con sus compañeros, superiores y subordinados, y hágales vivir las pequeñas emociones de sus descubrimientos, de sus servicios a los lectores, que es su manera de contribuir a la cultura. Debe obrar como fermento dentro de la colectividad bibliotecaria para extender el aprecio hacia esa tarea específica de atención a las colecciones de libros antiguos. Mantener el entusiasmo donde los haya y despertarlo donde falte...".

... El bibliotecario acogerá al lector benévolamente hasta casi darle las gracias por haber acudido a la biblioteca a consultar un libro, en lugar de acomplejarle como si estuviera haciendo algo prohibido o de mantenerle en la sensación de que va a ser ésa la última vez que va a poder tener bajo sus ojos el libro deseado...

 

 Fernando Huarte, Director de la Biblioteca Complutense, y el libro antiguo

 "Para un gustoso repaso de toda la colección de libros raros se necesitaría una jornada de tarde sosegada, intelectualista, no ganapánica, no tampoco codiciosa de viles billetes..."[9]

 
Como Director de la Biblioteca, Fernando Huarte trabajó especialmente en el control y difusión de la colección, tarea en la que ya había colaborado con anterioridad, como demuestran los numerosos borradores de su mano previos a la publicación, en 1974, del Catálogo de incunables, por Josefina Cantó y Aurora Huarte[10]. En sus notas encontramos esta carta: "Palma, nuevo envío, nueva corrección, nueva carta. Como se entere Cela de lo que dedico a los Incunables, me recorta la ración de sobrasada..."[11].

El control físico y la colocación de los fondos antiguos fue también una de sus grandes preocupaciones. Así, sabemos que en estos años se procedió a la recolocación del depósito de fondos antiguos de la Biblioteca de la Facultad de Filología:

 "Entre mis gustosas experiencias manejando libros, recuerdo la emoción con que veíamos relucir los cantos rojos o dorados de algunos libros al pasar sobre ellos la aspiradora en el depósito de la Biblioteca de Filosofía y Letras de Madrid, yo con unos guantes de goma y con una bata verde de cirujano que me daba mucha prestancia, al decir de las gentiles compañeras que me ayudaron en aquella tarea de selección de fondo antiguo"[12].

 

La limpieza y reorganización del depósito de la Biblioteca de Medicina, como recuerda su Directora de entonces, Margarita Taladriz, el envío de algunos de los manuscritos dañados en la Guerra Civil al Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (hacia el año 1978, aprox.), la asignación de signaturas a los códices medievales, siguiendo el número currens del catálogo de Villaamil, como ha estudiado Mercedes Cabello, el inicio de la reorganización del Archivo BUC, como nos explicó Javier Fernández Iglesias, fueron otras tareas cuya finalidad era el control riguroso de las colecciones. Debemos recordar que es en estos años cuando se retoma la idea, que pudo cristalizar décadas más tarde con la creación de la Biblioteca Histórica, de centralizar todos los fondos antiguos en una sola Biblioteca. Estas son las palabras que Aurora Cuartero, Directora-Jefe de la Biblioteca de Fondos Antiguos, dirigía a Fernando Huarte el 23 de abril de 1979:


 "Repetidamente hemos calificado nuestros fondos antiguos como base de la Biblioteca General de la Universidad Complutense de Madrid, destinados, en su día, a segregarse de su actual colocación por Facultades para formar un fondo unitario: como quiera que, por su carácter, funcionan al servicio de investigaciones especiales, realizadas casi siempre por personal no escolar o postgraduado, que puede desenvolverlas en horas y lugares distintos a los de una Facultad determinada, ya para las cuales necesita, en cambio, tener unificado y a su ágil y rápido alcance, todo el fondo disponible. A priori, y también a posteriori, de resultas de conversaciones y cambios de puntos de vista (incluso por el Excmo. Sr. Vicerrector para asuntos de Bibliotecas) están considerados todos los fondos antiguos de la Universidad Complutense como integrantes de una sola Biblioteca que, en cualquier momento podrá disponer de local en el que instalarse"[13].


 La centralización de todos los fondos antiguos (además de otros artículos relacionados con fondos antiguos) quedó regulada, implícitamente, en el Capítulo II, De la Biblioteca Central, artículos 6º y 7º del Reglamento de la Biblioteca aprobado por la Junta de Gobierno de 25 de enero de 1979 (publicado en 1980):

 Art. 7º: Las Secciones que previsiblemente se integrarán en esta Biblioteca Central serán las siguientes: manuscritos, incunables, fondos antiguos, fondos anticuados, obras de referencia, hemeroteca, revistas generales, fonoteca, mapoteca y documentación bibliográfica".

 De la época de Fernando Huarte es cuando se empieza a disponer en la BUC de detallados informes sobre los fondos antiguos, algunos de los cuales expresan con detalle los trabajos realizados en aquellos años. En uno de ellos se relata cómo hasta el año 1973 sólo se habían podido catalogar 4.445 libros antiguos desde 1939 A continuación explica:

 "En Mayo de 1978, el catálogo-inventario alcanza el número de 22.143. La diferencia entre la primera cifra y la segunda, lograda en una etapa cerca de siete veces más breve, es índice del esfuerzo profesional de unos bibliotecarios genuinos - los de las plantillas facultativa y auxiliar de Archivos y Bibliotecas - y del buen empleo de unos fondos más generosos y tambiuén genuinos: la subvención de prolongación de jornada pagada de un modo regular y consecuente por la Dirección General del Libro y de las Bibliotecas... Nuestra meta, ciertamente nada cercana, es la instalación en un solo lugar adecuado, de la gran Biblioteca Central de fondos antiguos de la Universidad Complutense, que puede ser una de las primeras del mundo por elenco bibliográfico"[14].

 
De 1985 es un Informe de Fondo Antiguo de la BUC que, de una forma conjunta, por primera vez evaluaba y analizaba desde un punto de vista biblioteconómico las colecciones guardadas en todas las Bibliotecas de la UCM[15]. Fue elaborado por una Comisión de bibliotecarios, bajo la dirección de Fernando Huarte, mediante la visita a todos los centros y siguiendo una metodología que incluía una encuesta con trece preguntas que iban desde la cantidad estimada de libros, a las piezas sobresalientes en cada Facultad, pasando por indicaciones sobre las condiciones materiales de los depósitos, frecuencia de uso, nivel de catalogación, colaboraciones externas, etc.


El resultado es un Informe detallado que representa una fotografía fija del estado de las colecciones de fondos antiguos de la BUC para ese año, tanto por materiales, siglos y Facultades. Sobresale el control que se tenía de algunas secciones de la colección, teniendo en cuenta lo limitado de las herramientas disponibles. Así, las cifras dadas para el conjunto (siglo XV al XIX) era de 122.768 impresos de los que, por ejemplo, se decía que el XVI era de 14.000, el XVII era de 23.133 o el XVIII 36.180[16]. No cabe duda de que todos estos informes fueron cruciales para ir creando el clima necesario que la siguiente década posibilitó la planificación y creación del proyecto de la Biblioteca Histórica "Marqués de Valdecilla", en la que se pudo cumplir el sueño de la centralización de los fondos antiguos en un solo local.


Del control de la colección de manuscritos en aquellos años, también hay documentación en el Archivo de la BUC que amplía una información que poco a poco va saliendo a la luz. Dijimos hace algún tiempo que Manuel Sánchez Mariana había sido el primero en estudiar y publicar, en 1995, la lista de los códices medievales que poseía la Biblioteca Complutense y que fueron perdidos o destruidos en la Guerra Civil española de 1936-1939. Este trabajo fue ampliado por Mercedes Cabello y yo misma[17]. Sin embargo, en el Archivo BUC, hay una nota de mano de Fernando Huarte en el que se especifica: "Nota que pongo al prestar el ejemplar [del catálogo de Villaamil] de la Biblioteca de Trabajo (Huarte, 1981): Manuscritos perdidos o estropeados durante la G.C." y sigue a continuación, con el número de Villaamil, un listado con varios códices[18]. Esto no es sino una muestra clara de que el trabajo de identificar los códices perdidos había empezado antes, ya en tiempos de Fernando Huarte y, con alguna probabilidad, mucho antes.


En segundo lugar, la revisión del Archivo BUC durante los años de dirección de Fernando Huarte nos ha permitido completar una información que desconocíamos en el momento en el que redactamos una breve noticia relativa a la aparición, en el año 2010, en Estados Unidos, de las fotografías de unos códices medievales perdidos (Villaamil 31) o muy destruidos (BH MSS 32) durante la guerra civil[19]. Decíamos entonces que la Biblioteca Complutense nunca supo que podía haber copias de las Biblias 31 y 32 en España y que tampoco tenía información sobre la existencia de las fotografías de dichas Biblias. Pues bien, debemos rectificar y afirmar que Fernando Huarte, no sólo tenía cumplida información de esos hechos, sino que intentó hacerse con una copia de dichos códices. Así lo demuestra una carta a Carmen Crespo, Directora del Centro Nacional de Microfilme, cuyo borrador se conserva en el Archivo de la BUC:

 
"Mi querida amiga, Veo que ofreceis microfilme de la Biblia de esta Biblioteca número 31 y 32 del Catálogo de Vilaamil. Tengo noticia de que los padres Benedictinos de San Jerónimo en Roma tienen una copia fotográfica realizada antes de nuestra guerra. Te lo comunico para que tu o yo, si es necesario, pidamos una copia si puede resultar mejor que la disponible en tu servicio. Muchos y muy atentos saludo.

Biblia Vulgata y Vetus Latina. S. IX-X. Nº 31 del Catálogo de Villa-amil

Tienen copia fotográfica los Padres Benedictinos de San Jerónimo en Roma. Sirven copia previa petición. Sus señas son:

Padri Benedettini de S. Girolamo

Via Torre Rossa, nº 21

Roma, 00165. ITALIA

(Esta calle está en el "Quartiere Aurelio", detrás del Vaticano).

La carta de petición debe ir dirigida al Prior. Se puede escribir en francés o en italiano. Los frailes de este convento son franceses"[20]

La difusión de l
a riqueza patrimonial de la BUC fue otra de las tareas en las que Fernando Huarte se aplico con empeño. Fue importante su labor divulgativa a través de diversos artículos en lo que supo hacer presente la rica historia de la Biblioteca Complutense dentro de la propia institución universitaria. Así, habría que mencionar, entre otras colaboraciones:

 

"La Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid", en Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, XXII, (1974), págs. 53-60.

 "University of Madrid Library", en Encyclopedia of Library and Information Science, New York, Marcel Dekker, 16 (1975), págs. 453-456.

Constituciones, estatutos y nuevo arreglo del Colegio de la Inmaculada Concepción de Nuestra señora de la Universidad de Alcalá, Madrid, Universidad Complutense, 1981, (reprod. facs. de la ed. de Madrid. Joaquín Ibarra, 1780, ed. Fernando Huarte Morton y María Luisa López Vidriero).

 "Patrimonio Bibliográfico y Documental", en Patrimonio artístico de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, UCM, 1989, págs. 47-53.

 

A las publicaciones hay que sumar el apoyo que Fernando Huarte dio a la difusión del patrimonio de la BUC a través de exposiciones bibliográficas, tanto internas como externas. Entre las internas, dentro de las instalaciones de la Universidad Complutense de Madrid, se llegaron a celebrar las siguientes:

. Exposición de incunables de 1975 que, aunque fechada en febrero, cuando Fernando Huarte todavía no era director sino Secretario técnico, tuvo mucho que ver en su organización.

. Exposición selectiva de los fondos de la Biblioteca General de la Facultad de Filología. La muestra exhibió 34 obras antiguas en 10 vitrinas, más 37 obras de referencia modernas. En catálogo mecanografiado se incluyen las referencias de las obras, muchas de ellas comentadas, precedidas de una introducción sobre la historia del libro impreso y alguna de sus características[21].

. Tesoros bibliográficos de 1982.

. Exposición de los fondos bibliográficos de la Fundación Simarro donados a la Biblioteca de la Facultad de Psicología, Universidad Complutense (Campus de Somosagus), Junio 1983. Como se dice en el folleto, "en julio de 1982 los fondos bibliográficos de la Fundación Simarro fueron donados a la facultad de Psicología, haciéndose cargo de ellos la Biblioteca de la Facultad. Este material supone unos 4.000 libros, varias colecciones de revistas, carpetas con dibujos y grabados, documentos personales - tanto cartas como fotografías-, cuadernos de historias clínicas y material histológico"[22].

Entre las exposiciones externas están documentadas las siguientes:

. Alfonso X en el Museo de Santa Cruz de Toledo en el año 1984[23], que entre otras obras expuso el Libro del Saber de Astronomía.

. Tesoros de España, exposición en la que por primera vez se presentaba fuera de España una muestra de algunos de los tesoros bibliográficos españoles de mayor significación, diez siglos de arte e historia vistos a través de ciento cuarenta y un libros y documentos expuestos en la Biblioteca Pública de Nueva York. Entre ellos, destacaba por parte de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, el ya citado Libro del Saber de Astronomía de Alfonso X[24]. Un año más tarde esta exposición se repitió en la Biblioteca Nacional con el mismo título y con las mismas obras[25].

. Con motivo de la celebración del V Centenario de la Introducción de la Imprenta en Mallorca se celebró en Palma de Mallorca una exposición de maquinaria antigua y libros organizada por la Asociación Empresarial de Artes Gráficas de Baleares y la Consejerçia de Educación y Cultura. Para ello la BUC cedió el incunable de Juan Gerson Tractatus de Regulis Mandatorum Mallorca, impreso por Nicolas Calafat el 20 de junio de 1985 que está considerado como el primer libro impreso en Mallorca.

Un aspecto fundamental de la personalidad de Fernando Huarte como bibliotecario y Director de la BUC fue la estrecha colaboración que supo mantener con los profesores en general y, específicamente, con los especialistas del área de Bibliografía. Como nos recuerda Mercedes Fernández Valladares:

 "Fernando Huarte ha sido el primer bibliotecario UCM que, como tal y además en su calidad de bibliógrafo e investigador del libro, mantuvo contacto directísimo y asiduo con los profesores de Bibliografía: me consta que desde don José [Simón Díaz] a Jaime [Moll], Gloria [Rokiski] y también conmigo: no hace ni año y medio se me coló en una de mis clases prácticas en la Facultad (edif. B): habíamos quedado para intercambiarnos "cromos" (separatas) y puedes imaginarte qué placer poder presentárselo a los alumnos y gozar de su saber y locuacidad.... otra faceta importante, excepcional diría yo, de nuestra UCM: la posibilidad de imbricar docencia especializada y bibliotecas patrimoniales[26]

 Esta estrecha relación con los docentes se puede ejemplificar en la amistad que mantuvo con José Simón Díaz, con el que colaboró en la medida de sus posibilidades en la Tipobibliografía Española y quien estuvo sentado a su lado, junto a Camilo José Cela, el día de su jubilación como Director de la BUC.

Pero donde Fernando Huarte demostró lo mejor de su sabiduría, sus valores como Director y su calidad humana fue en trabajar codo con codo con los bibliotecarios (bibliotecarias) complutenses, bien desde lo más profundo de los depósitos, recolocándolos, dando nuevas signaturas o limpiándolos o, consciente de las graves carencias de formación que tenían las nuevas generaciones en materia del libro antiguo, ayudando a su formación.

Dentro de este apartado formativo destaca la celebración de un Seminario de Catalogación de Manuscritos, creado en 1977 y que debió estar activo al menos hasta 1982. El Plan de trabajo de este Seminario, con objetivos y metodología, se puede ver en la exposición. Entre los objetivos, además de adelantar la catalogación, "ganar fama para la BUC de que en ella, además de trabajar, se practica el aprendizaje, el ejercicio y el perfeccionamiento de lo que nuestra profesión tiene de científico"; o "fomentar la camaradería con ocasión del trabajo en común. En el método hay frases geniales: "cada uno de los asistentes debe venir dispuesto a dar para recibir, pero sobre todo a dar"; "todos los asistentes a la primera sesión, vendrán habiendo leído, al menos tres veces, las Instrucciones para la catalogación de Manuscritos de 1957. Se aconseja saberlas de memoria..."[27]. Para el era muy importante la formación: "está muy bien la mecanización y la automatización y la audiovisualiculturización. Pero falta entre nosotros conocimientos de prácticas que están expuestas en los libros de los años 30..."

Fernando Huarte visitó la Biblioteca Histórica con más frecuencia el último año, 2010, pues había comenzado a investigar un libro antiguo, un impreso inglés del siglo XVIII que le tenía muy interesado. En los descansos (tomando un café en el Bar Express, siempre con una deliciosa ración de churros, que tanto le gustaban) le preguntábamos por la razón de su interés en aquel libro y le pedimos que escribiera algo para Pecia Complutense. Y eso es lo que nos trajo uno de los últimos días que vino, ya en noviembre. "Cuando se hizo en Filología una rebusca de libros antiguos que estaban mezclados con los modernos por la clasificación CDU, para guardarlos en el depósito pequeño - eso que he contado de los cantos rojos y la bata verde, acompañado yo de Isabel Belmonte y luego de María Luisa López-Vidriero -, nos llamó la atención, como algo misterioso y atractivo por la calidad de sus dibujos, el libro de Strutt que me ha ocupado estos días y aún no he rematado su descripción... Os entrego un borrador para que os deis una idea y me hagais toda clase de observaciones...". La carta venía acompañada de sus notas bibliográficas sobre la obra (Joseph Strutt, Honda Angel-Cynnam, London, Benjamín White, 1775, BH FLL 36377): transcripción de la portada, descripción tipobibliográfica, notas sobre el contenido, sobre el autor, otros ejemplares, etc. No ha habido ocasión de comentarlo más pero ya nunca olvidaremos este libro del cual nos ha dejado dicho que "habría que tratar de llamar la atención sobre la existencia del libro en la Biblioteca Histórica y que alguien se lea la obra...".

Fernando Huarte, con su apariencia de caballero inglés de Reina Victoria, algo excéntrico pero siempre bienhumorado, prudente y respetuoso (¡cuantos silencios a muchas preguntas¡), con esa mirada chispeante de una mente inteligente que tenía un profundo conocimiento del alma humana, nos ha dejado un gran vacío con su marcha a todos los bibliotecarios complutenses y, desde luego, a todos los que hoy trabajamos en la Biblioteca Histórica. Somos el siguiente eslabón, los que cogimos su testigo en la cadena de la herencia complutense. Y nos ha dejado su ejemplo de vida y de bibliotecario. Gracias, Fernando, por todo esto y por el último consejo que nos diste:

"Amor y bibliografía cada día"

 



 

[1] Fernando Huarte Morton, "Un vocabulario castellano del siglo XV", en Revista de Filología Española, t. XXXV (1951), 310-340.

[2] Fernando Huarte Morton, "Las bibliotecas particulares españolas de la Edad Moderna", en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXI, n.2, julio-diciembre (1955), 556-576.

[3] María Luisa López Vidriero, "Las bibliotecas particulares españolas de la Edad Moderna. Amor y bibliografía cada día", en Avisos: Noticias de la Real Biblioteca, año XVII, núm. 65 (septiembre-diciembre 2011),

[4] "La descripción de los libros raros", en Primeras Jornadas de Bibliografía, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1977, pp. 65-69

[5] Arundell Esdaile, A students's manual of bibliography, London, George Allen & Unwin, 1932; Giuseppe Fumagalli, Bibliografia, Milano, Ulrico Hoepli, 1916; Ronald McKerrow, An introduction to bibliography for literary students, Oxford, Clarendon Press, 1965 (ed. española: Introducción a la bibliografía material, Madrid, Arco Libros, 1998); John Ducan Cowley, Bibliographical description and cataloguing, Londo, Grafton, 1939; Fredson Bowers, Principles of bibliographical description; New York, Rusell & Rusell, 1962.

[6] El exlibris. Madrid, C.E.G.A.L., 1987

[7]  "La imprenta y su evolución" Historia 16 XIV núm. 157 (1989), pp. 56-60.

[8] "El libro, el bibliotecario y el lector de fondo antiguo en la biblioteca" en Homenaje a Justo García Morales. Madrid, ANABAD, 1987, pp. 305-332.

[9] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Fondo Antiguo, Notas de Fernando Huarte.

[10] Josefina Cantó y Aurora Huarte, Catálogo de incunables de la Biblioteca Universitaria, Madrid, Universidad Complutense, 1974.

[11] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 11, Carpeta Incunables. Nota de Fernando Huarte. Esa carpeta tiene interesantes documentos para conocer la historia de la elaboración del catálogo de incunables: lista de obras no encontradas por Josefina Cantó y Aurora Huarte, Borrador del prólogo del catálogo, varias relaciones de incunables, pruebas de imprenta, algunas críticas y diversas muestras de trabajos antiguos.

[12]"El libro, el bibliotecario y el lector de fondo antiguo en la biblioteca" en Homenaje a Justo García Morales. Madrid, ANABAD, 1987, págs. 305-306

[13] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 7, Carpeta Correspondencia. Oficio de Aurora Cuartero, Directora-Jefe de la Biblioteca de Fondos Antiguos al Director del Centro [Fernando Huarte], sobre la Biblioteca de Fondos Antiguos, tareas a establecer y plantilla necesaria, 23 de abril de 1979.

[14] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Fondo Antiguo. Prólogo propuesto para colección de fotocopias... Ejemplar mecanografiado. 2 fol.

[15] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Fondo Antiguo. Informe Fondo Antiguo BUC, 1985 aprox. Ejemplar mecanografiado, 5 fol.; Circular del Director de la BUC a todos los jefes de Biblioteca de Facultad pidiendo la contestación de la encuesta sobre Fondos Antiguo, 17-06-1985.

[16] Una vez acabada la conversión retrospectiva, las cifras del año 2010 son 13.883 para el siglo XVI, 24.197 para el siglo XVII o 56.319 para el siglo XVIII.

[17] Manuel Sánchez Mariana, "Los códices del Colegio Mayor de San Ildefonso", en De libros y bibliotecas: homenaje a Rocío Caracuel, Sevilla, Universidad, 1995; Mercedes Cabello, "Dos códices recuperados", en Pecia Complutense, nº 5; Marta Torres Santo Domingo, "La destrucción del patrimonio bibliográfico de la Universidad de Madrid durante la guerra civil (1936-1939)", en Patrimonio, guerra civil y posguerra, Congreso Internacional, Arturo Colorado Castellary (ed.), Madrid, Universidad Complutense, 2010, págs. 229-246;

[18] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Fondo Antiguo. Nota que pongo al prestar el ejemplar [del catálogo de Vilaamil] de la Biblioteca de Trabajo (Huarte, 1981): Manuscritos perdidos o estropeados durante la G.C.: 3, 24, 25, 31 [Tachado], 32, 43, 48, 50, 51, 52, 60, 78, 79, 80, 81, 83, 85, 86, 87, 100, 149. Restauración: 3, 22, 50, 51, 52, 138, 31-copia fotográfica. De esta lista algunos se conservan deteriorados. Para ver la lista final de los códices de Villaamil desaparecidos en la Guerra Civil véase: Marta Torres Santo Domingo, La Biblioteca de la Universidad de Madrid durante la Segunda República y la Guerra Civil, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2011, tesis doctoral, ISBN: 978-84-695-1012-4, http://eprints.ucm.es/14119/1/BHTD6.pdf.

[19] Marta Torres Santo Domingo,  "Más allá de las cenizas: redescubiertos en Estados Unidos dos manuscritos medievales complutenses destruidos en la guerra civil", en Folio Complutense, 17 de enero 2011, http://www.ucm.es/BUCM/blogs/Foliocomplutense/2904.php

[20] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Fondo Antiguo. Fernando Huarte debió tener conocimiento de que el Servicio Nacional de Microfilm ofrecía las Biblias 31 y 32 por el Inventario de códices y documentos microfilmados (1964-1974), Madrid, Servicio Nacional de Microfilm, 1975, en cuyo núm. 91 se dice: Universidad Central, Biblia (Vulgata y Vetus Latina). S. IX-X. Códices 31 y 32. C. 392-393.

[21] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Exposiciones. Exposición selectiva de los fondos de la Biblioteca General de la Facultad de Filología. Manuscrito mecanografiado. Sin fecha pero posterior a 1979. 17 págs. "Intentamos que esta exposición sea cultural y divulgadora con una finalidad orientadora y práctica"..

[22] ARCHIVO BUC. Sección 5, 1975-1986 Dirección, Caja 10, Carpeta Exposiciones. Exposición de los fondos bibliográficos de la Fundación Simarro donados a la Biblioteca de la Facultad de Psicología, Universidad Complutense (Campus de Somosagus). Folleto díptico.

[23] Alfonso X, Toledo 1984, Museo de Santa Cruz, exposición organizada por el Ministerio de Cultura, Madrid, Dirección General de Bellas Artes y Archivos, 1984

[24] Tesoros de España : ten centuries of spanish books : the New York Public Library : [catálogo de la exposición], Madrid, Ministerio de Cultura, 1985.

[25] Tesoros de España : [exposición de la Biblioteca Nacional], junio-septiembre 1986, Madrid, Biblioteca Nacional, 1986.

[26] Marta Torres, "Amor y Bibliografía cada día: Fernando Huarte in memoriam", en Folio Complutense, 31 de enero 2011,  http://www.ucm.es/BUCM/blogs/Foliocomplutense/2993.php

[27] ARCHIVO BUC. Seminario sobre manuscritos.

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